Atentado a la Embajada de Israel: la incansable búsqueda de justicia de la esposa de una de las víctimas
30° ANIVERSARIO Nelly Durán perdió a su esposo, Miguel Ángel Lancieri, en el atentado a la Embajada de Israel ocurrido hace tres décadas. La mujer, que quedó sola y cargo de sus cuatro hijos, insistió en “no perder la esperanza porque hay una verdad” y “seguir demandando justicia”.
Nelly Durán tenía 37 años cuando perdió a su esposo, Miguel Ángel Lancieri, en el atentado a la Embajada de Israel ocurrido hace tres décadas en la ciudad Buenos Aires. El ataque a la sede diplomática dejó viuda a Nelly y a cargo de sus cuatro hijos pequeños. En la actualidad, a sus 67 años, pide a los familiares de las víctimas “no perder la esperanza porque hay una verdad” e insiste en “seguir demandando justicia”.
En diálogo con cronica.com.ar, Nelly contó que el martes 17 de marzo de 1992, Miguel Ángel, que instalaba aires acondicionados, salió de su casa para trabajar. “Yo generalmente no sabía a qué lugares iba a colocar los aparatos”. Por esa razón, se enteró de que su marido era una de las 29 víctimas “cuando llegó el socio, Fabián, a mi casa y me dijo que habían estado ahí”.
Miguel Ángel, que tenía 45 años al momento del atentado, debía poner un aire acondicionado en un departamento ubicado en el edificio contiguo a la Embajada de Israel, sobre la calle Arroyo. Lo iba a hacer a la mañana, pero el portero del edificio lo llamó para pedirle que pasara a primeras horas de la tarde.
“Bajó las herramientas de la camioneta y llegó a tocar el timbre mientras Fabián iba a estacionar a la vuelta. En ese momento, quedó sepultado bajo los escombros de la embajada. Si hubiera ido a la mañana, nada de esto habría pasado”, dijo Nelly.
Aquella jornada, a las 14.47, el centro de la Ciudad de Buenos Aires fue sacudido por una gran explosión en el barrio porteño de Retiro que destrozó la sede diplomática israelí. “El atentado fue un martes. Y fui a varios hospitales para buscar a mi esposo. El jueves me llamaron de la comisaría y me avisaron que fuera a la morgue para reconocer el cuerpo de mi marido”, recordó.
Desde hace 30 años, el atentado terrorista que dejó un saldo de 29 muertos y 242 heridos, aún permanece impune. “Tenemos que seguir luchando. Vamos a tener paz el día que se haga justicia. Mientras tanto, es una herida que está abierta y no va a cerrar nunca”, aseguró Nelly.
Miguel Ángel fue una de las 22 víctimas identificadas (hay siete fallecidos que no pudieron ser reconocidos, entre los que se cree que está el terrorista suicida). “Por suerte pudimos enterrar a mi marido. Hicimos el velorio a cajón cerrado por razones lógicas, pero mis hijos pueden visitarlo en el cementerio”.
La desesperación de Nelly y sus cuatro hijos la ayudaron a continuar. “En ese momento, el más chiquito, Mauro, tenía dos años y medio. El más grande, Maximiliano, tenía 16, y las mellizas, Yanina y Gisela, tenían 13 años”, dijo.
Y agradeció la inmensa asistencia que recibió por parte de sus vecinos y de los padres de los compañeros de sus hijos. “Los chicos pudieron seguir estudiando gracias a mis vecinos y a los padres de sus compañeros que nos ayudaron. Juntaban plata para que pudiéramos pagar el alquiler. Sin embargo, a mis hijos los crié en el amor y no en el odio, porque el amor vence al odio”, aclaró.
Nelly, quien trabaja en la actualidad en la Defensoría del Pueblo, contó a Crónica cómo pudo continuar adelante en la crianza de sus hijos. “El mayor se puso a trabajar enseguida. Una de las mellizas ahora es abogada y la otra es decoradora de interiores. Y el más chico estudia turismo y trabaja conmigo en la Defensoría”, manifestó.
La asistencia oficial tardó en llegar para Nelly y sus hijos, ya que contó que recibió ayuda del Estado “recién al año, cuando me dieron una pensión de $100 por mes”.
En cuanto al trauma que generó a sus hijos perder a su padre tan joven, Nelly contó una situación que conmueve. “El más chiquito no me dejaba ni ir al baño porque no quería que su mamá lo abandonara como lo había hecho su padre”, indicó.
Además, insistió con su permanente pedido de justicia para que en algún momento se resuelva la causa que llegó hasta la Corte Suprema y para que se encuentren a los responsables del atentado. “30 años es demasiado tiempo sin tener justicia. Yo sé que hay muchos intereses geopolíticos, pero 30 años de silencio es excesivo. Han pasado muchos gobiernos y siempre nos dijeron lo mismo: que iban a investigar. Pero nadie lo solucionó”, opinó. Y cuestionó la falta de interés general: “Uno se pregunta: ¿cómo se va a olvidar un país de un atentado?”
Asimismo, Nelly recordó que ninguna persona se encuentra segura ante este tipo de ataques. “Estamos todos expuestos porque, ¿quién se iba a imaginar que mi marido iba a terminar bajos los escombros de la embajada? No fue un ataque contra la comunidad judía, sino contra todos los argentinos. Y encima, dos años después, fue el atentado a la AMIA”, manifestó.
Y para finalizar, Nelly repitió una demanda que no se va a cansar nunca de exigir: “El Estado es el que nos tiene que dar justicia”.