Pedro Sabo y su esposa, Magdalena, llegaron a la escuela, situada en Grito de Alcorta al 900, la mañana de elecciones a las 11.40. Al momento de ingresar al lugar de votación fueron reconocidos por los vecinos. 

Cuando Sabo, el padre del kiosquero asesinado la semana pasada en Ramos Mejía, fue a votar a la mesa 245 de la Escuela N° 55 Martín Miguel de Güemes, en Morón no pudo contener las lágrimas

Tomó el sobre en el que iba a poner su boleta y lloró. Antes de ingresar al cuarto oscuro, se secó las lágrimas. “Espero que, gane quien gane, cambie el sistema de seguridad”, manifestó con profunda tristeza. De 48 años y padre de dos varones, a Roberto Sabo lo mataron el domingo pasado de tres disparos, cerca de las 14, en su drugstore “Pato”, situado en la avenida de Mayo y Alvarado. El asesinato provocó una reacción popular en Ramos Mejía. En esta semana se realizaron movilizaciones y protestas por la falta de soluciones a la crisis de inseguridad.

“Les pido a los delincuentes que cambien el chip. Si son pobres y no tienen dinero para comer, que vayan a un comedor. De esta manera, no vamos a salir adelante. Intenten cambiar porque lo que estamos viviendo es una locura”, rogó el hombre, de 74 años.

Sabo sostuvo que su voto ya lo tenía decidido desde antes de que ejecutaran a su hijo, crimen que puso en la agenda electoral la grave crisis de la seguridad.

“Siempre votamos a los mismos”, dijo, sin decir a quiénes para no romper la veda electoral.

Después de votar, recibió las condolencias y un apretón de manos de uno de los oficiales de la policía bonaerense que custodiaba la escuela y, junto con su esposa, se fue. “Que cambie el sistema de seguridad”, repitió.

Magdalena y Pedro, que llevan 51 años casados, al salir de votar, recordaron a su hijo. “Lo que nos pasó [el homicidio de Roberto] le llegó al corazón a mucha gente”, dijo el padre de la víctima. Su esposa agregó: “Lo amaba toda la gente. Todos lo querían”.

El problema de la inseguridad era un tema recurrente en la familia Sabo. Un nieto de Magdalena y Pedro, hijo de su hija Paola, se fue a vivir a Europa para buscar más tranquilidad.

“Mi nieto es contador y su esposa, doctora. Se fueron por la inseguridad. Es una tristeza enorme lo que pasa en la Argentina”, relató, emocionada, Magdalena.

A Pedro lo saludaron varias personas entre que entró y salió de la escuela. Tardó menos de diez minutos en votar. “Pobre gente, no sabe qué decir. Me quiere dar su apoyo y me aconsejan tener fuerza”, contó el padre de Roberto.

Por el crimen está detenido Leandro Suárez, de 30 años, que fue indagado por los delitos de homicidio criminis causae, robo calificado, hurto de vehículo, portación ilegal de arma de fuego de uso civil agravados por la participación de un menor (en este caso una adolescente de 15 años que fue su cómplice).