Tras años de dolor, dos preguntas extrañas revelan que padece de una enfermedad misteriosa
Una paciente estadounidense de 36 años, corredora de maratones y médica de guardia intensiva, recibió un diagnóstico que le cambió la vida cuando su doctor le hizo dos simples preguntas que explicaron los dolores que la plagaron por toda su vida adulta.
Todo empezó con una tos. A poco más de un año del nacimiento de su hija, la médica desarrolló una tos que comenzó a molestarla cuando corría, entrenado para sus maratones. Luego de su última gran carrera, la tos empeoró, y al poco tiempo el dolor de costilla no le dejaba levantar a su propia hija. Tras meses de dolor decidió ir al doctor, y lo que descubrió le cambió la vida.
Su médico de cabecera decidió realizar una radiografía en sus costillas para indagar sobre el dolor, y las imágenes no solo revelaron lo que parecía una neumonía, sino también una costilla rota. Con un primer diagnóstico, la médica comenzó a tomar los antibióticos recetados, entre los cuales se encontraba la prednisona. La droga fue milagrosa: sus dolores desaparecieron, sus pulmones se aclararon y pudo volver a trabajar. La tos, sin embargo, permaneció.
Cuando le diagnosticaron asma y le recetaron una dosis aún más alta de prednisona, la tos finalmente desapareció, por lo que continuó tomando. Y tomando. Y tomando, cada vez más, hasta que llegó a necesitar una alta dosis de la droga para terminar su turno en la unidad de cuidados intensivos. Sabía que era demasiado, pero no se detuvo.
Los beneficios eran muchos, con dolores que ni sabía que tenía desapareciendo bajo los efectos de la prednisona. Ella era médica; sabía que tomar prednisona así le haría daño. Podría provocarle glaucoma, diabetes, osteoporosis e hipertensión arterial. Pero cada vez que reducía los esteroides, el dolor, la rigidez y la tos volvían rugiendo. En este momento, se dijo a sí misma, tomar esa droga era la única forma en que podía sentirse normal. Fue entonces que decidió volver al hospital.
Esta vez acudió directamente a un especialista: James Katz, médico investigador en el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de los Institutos Nacionales de Salud en el estado de Maryland. El doctor escuchó su relato, y comenzó a descartar posibilidades.
Luego de tachar artritis reumatoide y el raro síndrome de Churg-Strauss o granulomatosis eosinofílica con poliangeítis de la lista, Katz presionó un lugar en su pecho donde el cartílago conecta las costillas con el esternón. La paciente retrocedió de un salto, sorprendida por el repentino dolor. "Ni siquiera sabía que me dolía ahí", exclamó.
Para Katz, estos dos hallazgos sugirieron un trastorno muy raro, una enfermedad que causa inflamación y, finalmente, destrucción del cartílago. Lo que siguieron fueron dos preguntas que dieron vuelta la vida de la médica: "¿Alguna vez te duelen los oídos cuando usas sombrero", preguntó Katz, "o cuando duermes de lado?" La paciente estaba asombrada. Nadie jamás había hecho esa pregunta. Sí, respondió ella. "¿Y te dolía o enrojecía la nariz alguna vez cuando usaba gafas de sol?". Una vez más, sí, a menudo de hecho.
El diagnóstico final: policondritis recidivante (R.P.). R.P. es una enfermedad autoinmune en la que los glóbulos blancos de un paciente atacan partes de su propio cuerpo, en este caso, el cartílago. Los síntomas que se enseñan en las facultades de medicina son una oreja inflamada y enrojecida o una deformidad en el puente de la nariz. Sin embargo, estos síntomas se observan en solo la mitad de los pacientes a los que se les diagnostica R.P.
Tras confirmar su teoría (basándose exclusivamente en sus síntomas, ya que no existe ningún análisis de sangre para diagnosticar R.P), Katz inició al paciente con un régimen de medicamentos inmunosupresores. Seis años después, la médica retomó control de su vida y cambió el rumbo de su carrera profesional, que ahora dedica a cuidar de pacientes con su misma condición. De esta manera, espera lograr que sus pacientes ya no sufran durante años pensando que todo debe estar en sus cabezas.