La medicina indica que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. De hecho, los infartos de miocardio cobran más de 17 millones de vidas al año y se estima que la cifra ascenderá a 23 millones para la década que arrancará en 2030, según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A pesar de esa cifras que realmente asustan hasta a quien goza de una excelente condición física, la Ley N° 27.159 de nuestra legislación, cuyo objetivo es que cada espacio público disponga de desfibriladores externos automáticos (DEA), y la cantidad de personas que están aprendiendo técnicas de reanimación cardiopulmonar ( RCP) lograron que las personas que sufren un accidente cardiológico, tengan un 70 por ciento de chances de sobrevivir incluso antes de que una ambulancia y un médico lleguen a asistirlos, nunca es del todo suficiente esa prevención, que a pesar de poder ser realizada eficientemente no evita muchos fallecimientos.

Al respecto, el cardiólogo Patricio Rattagan, médico del Hospital Fernández, relató que “luego de un accidente, aunque no se conozca exactamente la causa, si se percibe que la persona está inconsciente y no respira espontáneamente, hay que iniciar rápidamente y como instancia inicial las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP)”.

“La reanimación cardiopulmonar ( RCP) es lo que se debe realizar para mantener el riego y oxigenación de los diferentes órganos y tejidos. Si logramos poner en marcha de nuevo el corazón, la persona que ha sufrido el paro cardíaco puede seguir con vida. Las posibilidades de supervivencia y la reducción de las lesiones cerebrales siempre son mayores cuando se realiza una reanimación adecuada, aunque ésta se ejecute por parte de alguien que no es personal de salud”, agregó el facultativo.

Por tal motivo, es clave estar alertas y poder llegar a distinguir cuáles son los signos que presenta una persona que se encuentra padeciendo un posible paro cardiorespiratorio. Ese paciente se encuentra en un estado inconsciente, es decir, no responde a ningún tipo de llamado, no respira y no tiene pulso. En ese contexto, también los desfibriladores son una herramienta clave, muy importante dado que la desfibrilación precoz aumenta de manera considerable la sobrevida del afectado.

Para saber que es un DEA, hay que decir que se trata de un dispositivo electrónico portátil con capacidad para diagnosticar fibrilación ventricular o taquicardia ventricular. Emite la señal de alerta para la aplicación de una descarga eléctrica que restablezca el ritmo cardíaco normal.

Es importante promover la accesibilidad de toda la población a la resucitación cardiopulmonar y a la desfibrilación con estos equipos en espacios públicos y privados, y concientizarlos sobre la importancia de los lugares cardio asistidos para incentivar la cadena de supervivencia.

No caben dudas: para que estas instancias se cumplan, es necesario que las personas tengan rápido acceso a la información sobre primeros auxilios, maniobras de resucitación cardiopulmonar básica y desfibrilación automática externa. Todos pueden aprender qué hacer en caso de una muerte súbita y no es necesario ser médico, paramédico o tener una ocupación relacionada con la salud para poder ayudar a los demás en estos casos extremos.

Ahora bien, el proceso para usar un desfibrilador consiste en colocar unos parches en el pecho del paciente, normalmente se indica la posición en ilustraciones incorporadas en el propio desfibrilador, y esperar a que el aparato nos indique si hay que realizar o no una descarga al paciente inconsciente. En caso afirmativo, es importante no tocar al paciente y confirmar la descarga en el botón correspondiente, y a continuación, reanudar el masaje cardíaco hasta que llegue el personal que viaja en la ambulancia.

Si bien esta práctica y técnica es mejor aprenderla en forma presencial, con los profesionales adecuados, existen algunas pauta. que pueden ayudar en ese momento por el que nadie quiere pasar y que, al mismo tiempo, puede ser tan importante y fundamental.

“En el ámbito extra hospitalario primero hay que comprobar que la escena sea segura para tomar contacto con la víctima. y, posteriormente, evaluar su estado de consciencia. Lo mejor es arrodillarse a la altura de los hombros de la persona afectada y sacudirlos con cuidado preguntándole en voz alta si se encuentra bien”, sostuvo Rattagan.

“La búsqueda del pulso carotídeo para comprobar la existencia o no de pulso no debe demorar el inicio de las compresiones. Por lo tanto, si la persona no responde, no respira o lo hace con dificultad, hay que quedarse con ella pero pedir ayuda. Que alguien llame al sistema de emergencias y, si se dispone, de un DEA, solicitar que lo acerquen al lugar. Inmediatamente se deben iniciar las maniobras de reanimación”, agregó.

RCP: correcta realización

En ese momento, hay que ponerla en posición de reanimación, boca arriba con brazos y piernas alineados sobre una superficie rígida y con el tórax al descubierto. Luego, colocar una mano sobre la frente y con la otra tirar del mentón hacia arriba, para evitar que la lengua obstruya el paso del aire a los pulmones.

“Se deben iniciar las compresiones torácicas a razón de 100 a 120 compresiones torácicas por minuto en el centro del pecho. El objetivo es realizar compresiones de calidad - permitiendo una correcta expansión del tórax - minimizando las interrupciones de las mismas. En caso de haber más de una persona en la escena es conveniente relevarse cada dos minutos para mantener una compresión eficaz”, dijo el especialista.

“Respecto a la respiración boca a boca en adultos, cabe resaltar que en los últimos tiempos se puso mucho énfasis en los beneficios de una buena compresión torácica. Con lo cual si a la persona que se encuentra realizando la reanimación le genera incomodidad la respiración boca a boca, puede seguir realizando las compresiones de calidad y estará ayudando de igual manera a salvar esa vida”, afirmó.

En el caso de menores, donde en la mayoría de los casos el RCP se produce por falta de oxigenación sanguínea, las ventilaciones/compresiones recobran más importancia y se sugiere la secuencia 30 compresiones y 2 ventilaciones. No debe interrumpirse esto hasta que la persona inicie una respiración espontánea o una vez llegado y conectado el DEA al paciente para poder seguir sus indicaciones.

Hábitos saludables

Claro que estas malas estadísticas tienen una contracara en hábitos saludables que pueden colaborar con que las personas de todas las edades no tengan problemas cardíacos, por lo que hay que hacerse un chequeo anual incluso desde jóvenes, para comprobar que el corazón está funcionando bien. 

Por el otro, hay varias recomendaciones básicas que son clave para cuidar nuestro corazón: una alimentación en la cual se eviten alimentos cargados de grasa y sodio excesivos. Asimismo, realizar ejercicio físico, ya que es muy beneficioso para el aparato cardiovascular. Asimismo, se debe evitar el consumo de tabaco y moderar el consumo de alcohol, tener un buen descanso diario y quizá lo más complicado: evitar en estos tiempos el estrés.

¿De qué se trata la Ley N° 27.159?

Un dato preocupante para las autoridades es que en nuestro país cerca de 45 mil personas (1 cada 15 minutos) fallecen por año por muerte súbita (aquella que se produce de forma natural, repentina e inesperada, la mayoría de las veces por causa cardiovascular), aunque existe una legislación sancionada y reglamentada para su prevención.

Sin embargo, desde la Fundación Cardiológica Argentina y la Sociedad Argentina de Cardiología reclaman que prácticamente ésta no se cumple, ya que muchas provincias no se adhirieron a la ley, y que una ínfima porción de la población está entrenada en maniobras de Reanimación Cardiopulmonar ( RCP) para asistir a alguien que sufre un paro cardíaco fuera de un centro asistencial, como sucede la mayoría de las veces (suele ocurrir en el hogar, en el trabajo, en la vía pública u otros lugares).

Lo cierto, es que hoy está vigente y reglamentada la ley N° 27.159 de prevención integral de la muerte súbita, que establece que los lugares públicos y privados de acceso público con concentración o circulación superior a 1000 personas por día, deberán contar con al menos un desfibrilador automático externo y personas entrenadas en RCP, aunque solo algunos pocos lugares aislados cumplen los requisitos y muy poca gente está entrenada en maniobras de RCP que pueden salvar más de una vida.

¿Qué hacer con un ahogado?

Cuando se produce un caso de ahogamiento, la ventilación es el paso inicial clave para las víctimas de lesiones por inmersión, y la respiración de rescate debe ser tan pronto como el socorrista llegue a una superficie estable, debiendo alguien haberse comunicado con el servicio de emergencias del lugar y solicitar un Desfibrilador Externo Automático (DEA), para utilizarlo si es necesario. Si el ahogado pareciera haberse recuperado, se la debe tranquilizar hasta que llegue la ayuda médica. 

No hay que subestimar estas situaciones y se debe administrar oxígeno suplementario para ayudar a mejorar la capacidad respiratoria. Otro tema es que al estar mojado, el ahogado perderá rápido temperatura, entrando en hipotermia, por lo que hay que cubrirlo con ropa seca. Como los pulsos pueden ser difíciles de palpar en un paciente hipotérmico, se debe efectuar una búsqueda cuidadosa durante un minuto antes de iniciar compresiones torácicas. Y al moverlo a quien se está ahogando, se debe tener cuidado y evitar doblarle el cuello, así como mantener cabeza y cuello quietos durante reanimación y traslado.

POR G.A.