El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular ( ACV), con el objetivo de concientizar a las personas sobre esta urgencia médica causada por la brusca pérdida de flujo sanguíneo al cerebro.

En la Argentina se producen cerca de 60.000 nuevos casos de ACV por año, siendo esta la primera causa de discapacidad y la tercera de muerte. Se estima que 1 de cada 3 personas que lo sufren presentan secuelas graves, que requieren de cuidados especiales por el resto de sus vidas. La prevención se basa en el control de los factores de riesgo. Pero también es importante saber identificar los síntomas previos a un episodio para actuar rápidamente y así reducir las secuelas.

Existen dos tipos de ACV, el isquémico y el hemorrágico. El primero de ellos es el más común y se produce cuando un coágulo de sangre bloquea un vaso sanguíneo del cerebro y produce un infarto cerebral.

El hemorrágico es originado cuando un vaso sanguíneo de una parte del cerebro se rompe. Esto provoca una hemorragia en el cerebro que daña a las células de este, matándolas. En apenas minutos, cualquiera de los dos casos hace que las neuronas se debiliten o mueran, porque las células nerviosas no pueden funcionar sin oxígeno. Cada minuto que el cerebro pasa sin oxígeno se pierden alrededor de 2 millones de neuronas, y por cada hora el cerebro envejece 3,6 años.

Factores de riesgo

La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo, ya que está presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina. Además, el 22% de quienes tienen un ACV son diabéticos.

El peligro aumenta entre el 50% y el 70% en fumadores, y el impacto es mayor en las mujeres. Otros factores de riesgo son el consumo excesivo de alcohol, el colesterol alto, el sedentarismo y el estrés. La gran mayoría de los ACV están ligados a estas patologías, que son posibles de evitar y controlar.

Señales de alerta

Los especialistas indican que la aparición sorpresiva de cualquiera de los siguientes síntomas requiere de una consulta médica urgente: una súbita alteración del equilibrio para caminar o coordinación de los movimientos; una pérdida repentina de la visión o visión doble; confusión para hablar o comprender; sentir en el cuerpo un lado débil, dormido o paralizado en la cara, brazo y o pierna y dolor de cabeza muy intenso.

El reconocimiento temprano de estos síntomas y la pronta búsqueda de atención médica aumentará las posibilidades de sobrevivir al episodio y reducirá las secuelas posteriores.

Hay una ventana de tiempo durante la cual se pueden implementar dos tratamientos para evitar las secuelas. Entre 3 y 4,5 horas después de presentados los primeros síntomas, se puede suministrar un fármaco que disuelve el coágulo que obstruye una arteria cerebral. Al pasar entre 6 y 8 horas después del inicio del ACV se puede introducir un dispositivo stent extractor de trombos que "destapa" la arteria ocluida y restablece la circulación normal de sangre por el cerebro.

Los pacientes que superaron las 4 horas con el cuadro y tienen coágulos muy grandes pueden requerir de una trombectomía mecánica; un procedimiento de mínima invasión utilizado para extraer coágulos cuando se produce un ataque cerebral de tipo isquémico.

Los pasos a seguir para auxiliar a alguien que sufrió un ACV son: acostar a la persona para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre uno de sus lados, llamar rápidamente a emergencias, no administrar ninguna medicación y tomar nota de la hora de inicio de los síntomas.