Si bien todos los sentidos son importantes para una persona, hay uno de ellos que tiene relevancia: se trata de la visión que puede sufrir ciertas enfermedades que la perjudican, entre ellas la uveítis, que afecta en demasía si no se la diagnostica en corto plazo.

Hay que decir que es una inflamación de la parte interna del ojo que causa malestar y dolor en el paciente y hay dos grupos: uveítis infecciosas y autoinmunes. Las primeras son difíciles de diagnosticar, pero su tratamiento suele ser por un período corto, en comparación con las autoinmunes que pueden volverse crónicas y requerir tratamiento por años, y hasta de por vida. Dependiendo de a qué parte interna del ojo afecte se subdividen en: anterior, intermedia, posterior y panuveítis.

Si bien no existe un registro de cantidad de afectados en nuestro país, si se extrapolan los datos de prevalencia mundial, casi 300 mil argentinos podrían desarrollarla.

Uveítis: edades de desarrollo

En tanto, se presenta en una edad en la que los pacientes están en el período más activo de su vida profesional y laboral. Entre el 70 y 90% de los casos sucede entre los 20 y 60 años, y en la mitad de los pacientes se inicia entre la tercera y cuarta década de la vida.

Entre los síntomas se encuentran la disminución de la visión, ojo rojo, fotofobia, visión de flotadores o neblinas, y dolor en el globo ocular, y pese a que las molestias del ojo son reconocibles, la consulta a veces no es inmediata, lo que retarda el inicio del tratamiento cuando la inflamación ya está avanzada.

Cabe destacar, que existe un momento en el que, si la persona es diagnosticada, tiene más chances de responder al tratamiento. Los especialistas lo llaman “ventana de oportunidad del tratamiento”, refiriéndose a las 2 o 3 primeras semanas siguientes al inicio de la inflamación.

Es el momento, inmediatamente posterior al inicio de esta enfermedad, en el que aún no se sabe bien qué la produce. Si la persona es diagnosticada dentro de este período hay mejores posibilidades de tratarla y evitar complicaciones en el futuro.

Hay que resaltar que el éxito del tratamiento de la uveítis depende en gran medida del diagnóstico temprano y el inicio rápido del tratamiento. El correcto, más allá de reducir molestias y dolores, evita la recurrencia y esto es fundamental ya que con cada recurrencia crecen las posibilidades de tener complicaciones.

Algo a detallar es que la falla o retardo en el diagnóstico, tratamiento y controles insuficientes son una causa importante de discapacidad visual y ceguera potencial. Como consecuencia, el paciente puede presentar complicaciones como: glaucoma, cataratas, desprendimiento de retina, edema macular y membrana neovascular, las cuales llevarán a una pérdida de visión transitoria o permanente.

La pérdida de visión causada por inflamación y/o por sus complicaciones, aumentará los costos de la enfermedad para el paciente, como más medicación, tiempo de tratamiento, cirugías, interconsultas con especialistas y costos indirectos como lucro cesante, disminución en productividad, pérdida de habilidades y capacidades para conducir, leer y escribir.