Una personalidad, la arquetípica, puede degenerar o aproximarse hacia los rasgos de otro tipo de modelo mental, según su grado de frustración o proactividad dentro de nueve posibilidades. Se puede ir desde el plano inconsciente y de manera automática hacia un descentramiento (perturbación) o con un esfuerzo consciente y voluntario hacia un centramiento (equilibrio interior). Esa, a grandes rasgos, es la tesis del eneagrama, una técnica de autoconocimiento y superación personal milenaria que hunde sus raíces en Oriente, con el sufismo, y se adaptó mucho más acá en el tiempo en Occidente.

La propuesta es aprender sobre la personalidad propia, y los patrones y hábitos asociados a ese arquetipo, con el fin de autocomprenderse y autodesarrollarse.

Los partidarios de esta técnica creen que cada personalidad -cada eneatipo del eneagrama- está basada en un patrón al que se dirige la atención. Postulan que, aprendiendo sobre lo que el individuo prioriza y dedica energía habitualmente, éste puede observarse a sí mismo de forma más precisa. Lográndolo con la ayuda del eneagrama, la persona puede ejercer mayor elección sobre el propio comportamiento en lugar de entrar en patrones de pensamiento, emoción y conducta de forma automática, rutinaria e inconsciente.

Mirada de especialistas

Patricia Peirone es coach holística, terapeuta gestáltica y facilitadora de eneagrama. La especialista, quien reside en la ciudad cordobesa de Villa María, contó en diálogo con Crónica cuál es su rol con el fin de graficar lo que se puede lograr con esta técnica. “Me dedico a acompañar a las personas que están transitando algún proceso del que se les dificulta salir y, en esa tarea, el eneagrama se adapta muy bien, ya que permite fácilmente ayudar al consultante a ver sus miedos más profundos, para luego ayudarlo a ver alternativas para poder evolucionar”, detalló.

También en contacto con Crónica, coincidió Marcela Alejandra Stoppa, coach ontológica y facilitadora de eneagrama de la Ciudad de Buenos Aires. “En los consultantes impacta viendo sus lados más en sombra, en principio, para luego comenzar con el proceso de aceptación y modificación de conductas instintivas”, sostuvo. Y amplió: “Es un camino de ingreso al autoconocimiento, que es un camino doloroso al descubrir las sombras, aceptarlas e integrarlas, pero a la vez de gran alivio”.

Sombra” es un término que, como concepto, el médico psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) tomó del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900). Para el profesional de la salud helvético, representaba la personalidad oculta que tiene todo individuo, ciertas dimensiones reprimidas que dan lugar a violencia, rabia y odio; y están basadas en miedos y frustraciones. La sombra es más destructiva, insidiosa y peligrosa cuanto más se la reprime.

El eneagrama es un mapa de crecimiento evolutivo, un mandala que se lo califica dentro de la geometría sagrada. Etimológicamente, ‘ennea’, nueve; y ‘gramma’, gráfica o dibujo; significa nueve puntas dentro de una estrella, convirtiéndose en un método de autoconocimiento y transformación personal y vincular, funcionando como una brújula hacia nuestra libertad”, especificó Peirone.

Por su parte, Stoppa puntualizó que “cada punta describe una forma de ver la vida, de sentir, de pensar, de observar y de reaccionar”. Y agregó: “Cada punta representa un tipo de personalidad, un eneatipo”.

El eneagrama postula nueve tipos básicos de personalidad.

Según las especialistas, desde la psicología, se puede explicar que esta mirada se conforma por las heridas la niñez (reales o no) y, desde allí, se construye el ego (mecanismo de defensa). De esa manera, se desarrolla el eneatipo. Desde una perspectiva espiritual, se explica que por una disposición divina la persona está en el mundo para transitar un eneatipo determinado, que sería el camino elegido para su aprendizaje en esta existencia.

Ambas miradas son puntos de vista; lo realmente importante es el trabajo que realizamos nosotros mismos con la aplicación de esta herramienta, descubriendo los patrones y hábitos asociados a ese eneatipo con el fin de autocomprenderse y desarrollarse, para poder convivir mejor con nuestras tendencias actitudinales, explicó Peirone.

Orígenes: de los sufíes a Occidente

De Oriente a Occidente. De los sufíes y el místico escritor ruso George Ivánovich Gurdjieff, en Asia, al psiquiatra chileno Claudio Naranjo y el filósofo boliviano Óscar Ichazo, en América.

El eneagrama, con difusores en todo el mundo, viene del fondo de los tiempos y, en la actualidad, atraviesa un auge. Se suele atribuir su popularización en Occidente al libro “El eneagrama”, de la estadounidense Helen Palmer, publicado en 1988. La publicación tuvo por subtítulo: “Un prodigioso sistema de identificación de los tipos de personalidad”. La autora, no obstante, reconoce su deuda con Gurdjieff, Naranjo e Icazo.

El filósofo boliviano fundó en 1968 la Escuela Arica en la ciudad chilena homónima. Arica, en quechua, significa "puerta abierta". Ichazo, quien murió en 2020, vivió en Chile hasta establecerse en Estados Unidos. Naranjo, fallecido en 2019, se refería a él como el “padre del eneagrama. El psiquiatra, por su parte, creó el Programa de Autoconocimiento Transformador (SAT, por sus siglas en inglés), que propone un proceso terapéutico y contemplativo.