A más de un año de la irrupción y posterior permanencia de la pandemia de coronavirus en el mundo, varias fueron las costumbres o tradiciones que cambiaron, se potenciaron o se perdieron con el paso del tiempo. Una de ellas ha sido el aumento del consumo del alcohol, en toda la sociedad pero en especial en jóvenes, que derivó en fiestas clandestinas o simplemente por el encierro sufrido que derivó en esta nueva adicción.

Los primeros meses en los que se instaló el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) por parte del gobierno nacional, disminuyó la cantidad de alcohol consumida en chicos y adolescentes que no podían reunirse con amigos o compañeros, o simplemente ir a bailar o a un cumpleaños. Sin embargo, aquellos que quedaron encerrados en sus hogares, ya sea por hastío o no poder salir, se volcaron cada vez más a la bebida.

Sobre llovido, mojado

Esta situación se potenció en los últimos meses, con la llegada del calor y las vacaciones, situaciones que hizo que los jóvenes se reúnan de manera masiva en bares, playas, parques y hasta fiestas clandestinas para consumir alcohol y festejar toda la noche, aunque esto puede cambiar si es que la cantidad de casos por COVID-19 continúan en ascenso en el país y las autoridades nacionales deciden tomar medidas más drásticas. Respecto a esta etapa particular etapa de la vida que atraviesan los jóvenes, la doctora Graciela Morales (M.N. 43.417 y médica pediatra especialista en Adolescencia) relató que "la adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado al consumo de alcohol es la más baja entre todas las sustancias adictivas".

Lo cierto es que el alcohol es la sustancia psicoactiva más utilizada en todas las edades: según un estudio del Observatorio de Drogas de la SEDRONAR, el consumo entre los 12 a 17 años en 2017 fue del 60,5% y entre aquellos que consumieron alcohol en el mes anterior, el 47% lo había hecho en forma excesiva y más de una vez.

Advertencia a considerar

Ante el aumento de casos, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) advirtió que "el alcohol es una sustancia depresora que afecta al sistema nervioso central, y el organismo de los menores de 18 años no está lo suficientemente desarrollado como para metabolizarlo, por lo que los afecta más que a los adultos. La enzima que metaboliza el alcohol en el hígado funciona correctamente recién entre los 18 y los 20 años, por lo que las borracheras en los adolescentes son más agudas y más dañinas, ya que su sistema nervioso central aún está en desarrollo".

Un punto a tener en cuenta sobre todo para los padres o tutores de adolescentes y jóvenes, es que el consumo de alcohol en la adolescencia interfiere con el crecimiento, la nutrición y el desarrollo de la personalidad, ya que las bebidas alcohólicas modifican el ánimo, la memoria, el pensamiento, las sensaciones y la voluntad. Su consumo aumenta las posibilidades de sufrir un accidente al realizar actividades tales como deportes, conducción de motos y/o autos, y hasta las salidas recreativas con los amigos que pudieran derivar en incidentes callejeros.

Sensaciones en el cuerpo

Al tomar alcohol en pequeñas cantidades, esta actividad depresora suele generar una sensación de liberación, relajación e incluso de alegría; pero al aumentar la dosis, puede producir una falsa sensación de estimulación debida al progresivo entorpecimiento de las funciones superiores. Y en dosis mayores llega la embriaguez, caracterizada por alteraciones del comportamiento, reducción de la facultad de autocrítica, mala coordinación de los movimientos y alteración de la capacidad perceptiva y, si la depresión del sistema nervioso es intensa, puede llegar hasta el coma etílico.

Morales agregó que "los efectos sobre cada individuo dependen de diversos factores como la cantidad total bebida, en cuánto tiempo se ingiere, el peso corporal, el género, la edad, el humor o el estado de ánimo, el ambiente en el que se consume y la administración de medicamentos o de otras drogas".

Peligrosos síntomas

Es importante destacar que el consumo episódico y abusivo de alcohol, entre otras situaciones, puede producir alteración en la maduración cerebral, mayor predisposición a progresar en la adicción, síndrome del "corazón post-fiesta", pérdida de control de diversas situaciones como las relaciones sexuales sin cuidados y pérdida del estado de conciencia con episodios del estado denominado "black out".

"Además de estas potenciales consecuencias graves en la salud de los menores, las borracheras dan lugar a otros problemas como accidentes de tránsito, conductas violentas, problemas legales, familiares, con los amigos y de rendimiento escolar, entre otros. Inclusive, en una época que está signada por los cuidados preventivos del contagio del Covid-19, el alcohol relaja conductas, disminuye barreras de protección y expone a los chicos a situaciones de contagio", destacó la profesional de la salud.

Enseñanza desde chicos

Asimismo, la SAP dejó una frase para advertir a toda la sociedad para tomar cartas en el asunto: "Debemos comenzar desde pequeños a formar en nuestros hijos el juicio crítico, a obtener habilidades para la resolución de conflictos y en el manejo del enojo, habilidades de comunicación asertivas, autonomía gradual a través de fomentar responsabilidades de acuerdo con la edad, dialogar con énfasis en la escucha, enseñarles valores, educar con límites y, por sobre todo, recordar que el ejemplo es valioso: si los padres consumen en exceso, es difícil exigirle al adolescente que no lo haga".

Por tal motivo, sería ilustrativo e interesante que los colegios primarios y secundarios tuvieran temáticas para mostrarles a los más jóvenes, qué tipo de daños y secuelas puede dejar en el organismo el consumo excesivo de alcohol. Además, también podría señalarles que las borracheras son el comienzo de incidentes en la vía pública o el causante de tantos accidentes de tránsito que se registran en nuestro país. Otro punto a considerar son las campañas de medios o publicidad al respecto.

Falsos mitos sobre la ingesta de alcohol

Existe una serie de mitos urbanos sobre el consumo del alcohol que los especialistas de la SAP se encargaron de desmentir o confirmar.

Uno es si el alcohol mejora las relaciones sexuales, lo cual es negativo, ya que el mismo produce relajación y hacer a alguien más interesado en el sexo, pero interfiere en la capacidad sexual y se tienen menos en cuenta las consecuencias, como pérdida o disminución de respuesta sexual, embarazos no deseados y contagio de enfermedades.

Otra situación es si una ducha fría o un café bien cargado disminuyen la borrachera, lo que también es negativo, ya que nada torna sobrio de golpe o por arte de magia a un ebrio. Se podrá estar más despejado, pero se sigue estando “borracho”.

Otra duda: si mezclar cerveza, vino y licores emborracha más que beber un solo tipo de bebida. También la respuesta es no, ya que la alcoholemia es la proporción de alcohol que circula por la sangre después de beber una cantidad determinada, y es lo que determina lo borracho que está quien ha bebido demasiado. Mezclar bebidas con distinto contenido no emborracha más, sí provoca más malestar estomacal y mareos.

Consejos de profesionales

Existe una serie de recomendaciones a tener en cuenta que fueron brindadas por especialistas en la materia, para evitar problemas a futuro y estar más alerta con la situación que atraviesan los jóvenes.

Entre las que se destacan figuran: armar redes saludables entre los mismos padres, tomando conciencia para que los chicos no tomen riesgos; detectar “líderes positivos” dentro del grupo de chicos y fortalecerlos para que puedan, ellos también desde adentro, transmitir conciencia.

Buscar información suficiente y sólida para contrarrestar lo mucho que los chicos saben respecto de las sustancias desde una mirada omnipotente y sectorizada y en caso de saber que los chicos tendrán una reunión con alguien, hacerles respetar el protocolo de cuidados establecido (como por ejemplo, el distanciamiento, cantidad de participantes en reuniones en lugares cerrados, uso del tapabocas, entre otras medidas).

Cabe destacar, que todas estas medidas o consejos dados por los profesionales de la salud, deben ser acompañados siempre por la presencia de un padre o tutor de un chico, ya que “estar” en el crecimiento de un hijo, es vital para que en el futuro no tengan inconvenientes que se pudieron prevenir con antelación.

POR G.A.