Las lesiones por incidentes domésticos causan una gran cantidad de víctimas en la Argentina, siendo los más afectados los niños, los adolescentes y los adultos mayores. A veces el desenlace de estos percances puede traer consecuencias severas e irreparables, mientras que otros casos requieren de períodos largos de recuperación, provocando además un daño emocional, psicológico y social que alcanza al resto de la familia, así como también un gasto económico que puede ser considerable.

La pandemia de Covid-19 también afectó esta problemática: al pasar más tiempo en el hogar, aumentó la realización de más e incluso nuevas actividades domésticas que provocaron incidentes en diferentes ámbitos: cocina, reformas, limpieza o la práctica de ejercicios, entre otros. Sin embargo, las personas prefieren evitar hacer una consulta por temor al contagio.

Por eso, desde la Asociación Argentina de Cirugía compartieron una serie de pautas y recomendaciones sobre las lesiones derivadas de los incidentes domésticos y el control de hemorragias, para saber cómo actuar en caso de que ocurran.

Ante la presencia de una herida se la debe valorar e identificar, controlar la hemorragia y prevenir la infección. Hay diferentes tipos y se clasifican según su profundidad, su causa y/o su estado bacteriológico.

Según su profundidad pueden ser: escoriaciones (lesiones de piel), heridas superficiales (abarcan la piel y el nivel subcutáneo), heridas profundas (abarcan la piel, el nivel subcutáneo y el plano muscular), heridas penetrantes (abarcan los niveles anteriores e ingresan a alguna cavidad (tórax y/o abdomen), heridas perforantes (son aquellas que abarcan todos los planos y además perforan algún órgano dentro de alguna cavidad).

Según su causa: abrasión o raspón, herida cortante, herida cortante-contuso (se producen por un impacto violento con un objeto consistente), herida punzante, laceración (desgarro de tejidos contra una superficie dura), avulsión (desgarro y destrucción de tejidos, por ejemplo una mordedura), aplastamiento y amputación.

En el momento de identificar y valorar la herida e informar al sistema de emergencias es recomendable poder tener en cuenta la ubicación anatómica de la herida, si hay presencia de sangrado externo evidente, el tipo de herida (según profundidad y causa), el aspecto de la herida (color, olor, tamaño, forma, extensión y profundidad), si hay presencia de líquido (cantidad y características: sangre, suero o pus) y si existen indicadores de infección en heridas no recientes (dolor, temperatura en la zona, rojez e inflamación).