En tiempos de vacaciones para disfrutar una pileta, el río o el mar, o mismo para tener en cuenta en el momento de consumir un alimento, hay un enemigo peligroso y silencioso que suele causar graves problemas: se trata el ahogamiento, que no respeta edad y puede terminar de forma trágica si no se lo atiende prontamente.

Con relación a este tema, la doctora María Cecilia Rizzuti (M.N. MN 82.871 y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), relató que “para proteger a los niños pequeños es fundamental que los adultos tomen medidas preventivas, como la instalación de barreras de protección para evitar el acceso de los niños a los espacios de agua, la vigilancia permanente de al menos un adulto atento y comprometido, y la enseñanza del niño, de acuerdo con su edad y sus posibilidades de comprensión, sobre los riesgos y las precauciones que deben tomar, así como el aprendizaje oportuno de destrezas en el agua para minimizar el peligro”.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, en el 2019 fallecieron por ahogamiento 476 personas en nuestro país, de las cuales 64 eran niños de 0 a 5 años, lo que significa que aproximadamente cada cinco días en nuestro país se ahoga un niño de menos de 5 años.

En tanto, la Organización Mundial de la Salud ( OMS) considera al ahogamiento “un problema de salud grave y desatendido” con características de pandemia, ya que mueren en el mundo por esta causa, aproximadamente 236.000 personas por año.

Ahogamiento: cuidados según los años

Lo cierto es que la vulnerabilidad de los niños es diferente según la edad; por ejemplo, los menores de 1 año dependen de sus cuidadores y pueden ahogarse muy rápido y silenciosamente en poca cantidad de agua, como en baldes, tachos, zanjas, acequias y pozos, mientras que los menores de 5, en general, se ahogan en piletas o espacios con agua en o cerca de sus domicilios. Como aún son pequeños para reconocer el peligro o para salir del agua, corren grandes riesgos, especialmente cuando no existen barreras ni vigilancia adecuada. Los niños mayores y los adolescentes tienen más probabilidades de ahogarse en ríos, arroyos, mares y lagos.

Para evitar ahogamientos, la OMS propone las siguientes intervenciones:

1) Instalar barreras para restringir el acceso a las masas de agua; el cercado de piletas es una de las estrategias de prevención más importantes.

2) Crear espacios seguros para los niños en edad preescolar, con atención especializada para las poblaciones que viven cerca del agua.

3) Enseñar a los niños de edad escolar a nadar y las competencias para la seguridad y salvamento en el agua.

4) Capacitar a las personas del entorno en técnicas de rescate seguras y RCP.

5) Establecer y aplicar reglamentos de seguridad para la navegación recreativa, comercial y de personas.

6) Mejorar la gestión de los riesgos de inundaciones en los ámbitos local y nacional.

¿Qué hacer en un ahogamiento?

Es importante lo que podamos hacer si estamos frente a un episodio de ahogamiento, porque la supervivencia depende de que actuemos rápidamente. Primero retirar a la víctima del agua y pedir ayuda, ya que no se reanima dentro del agua.

Siempre tener teléfonos de emergencias de la zona y, si la persona está consciente y sin problemas para respirar, hay que esperar la asistencia profesional. Si está inconsciente, el ahogamiento fue en presencia nuestra y duró menos de tres minutos, se debe abrir la boca y comenzar con respiraciones boca a boca. Si se recupera, retirar ropas mojadas, secar a la víctima y esperar la asistencia.

Ahogamiento: otras medidas

Se recomienda de forma general el uso de chalecos salvavidas en embarcaciones, que es obligatorio para los no nadadores y para los niños pequeños. Las lesiones de médula espinal pueden prevenirse evitando zambullirse en agua poco profunda. Las zonas de las piscinas comunitarias deben ser supervisadas por socorristas con formación en técnicas de seguridad en el agua, reanimación y rescate.

Cerca de la piscina debe haber chalecos salvavidas, flotadores y un cayado de pastor. Las zonas deben tener acceso a desfibriladores externos automáticos, equipos para apertura de las vías respiratorias y teléfonos para contactar los servicios médicos de emergencia.