Por Francisco Nutti
@FranNutti

Después de decretarse nuevas restricciones ante el notable aumento de casos de coronavirus, los restaurantes y bares de la ciudad de Buenos Aires comenzaron a cerrar sus puertas a las 23 horas, aunque los clientes pueden permanecer dentro hasta la medianoche. "Crónica" dialogó con representantes del sector, quienes manifestaron su preocupación por el declive económico que provocaría la medida, que, por el momento, tendrá vigencia hasta el 30 de abril, pero que podrá extenderse si los contagios se acrecientan.

En los últimos días se viralizaron por las redes sociales una serie de imágenes registradas hace algunas semanas que comprometen a varios locales gastronómicos. La falta de distanciamiento social entre los comensales, el mal manejo de las normas de prevención y la provocación de aquellos comerciantes que, desafiantes, insistieron con colmar sus salones pese a no estar permitido, despertaron el repudio de un porcentaje de la sociedad que elige cuidarse. Sin embargo, los comercios que cumplieron con las precauciones desde el día uno también debieron adaptarse al nuevo horario dispuesto por las autoridades.

Los gastronómicos deben adaptarse a las restricciones. (Fernando Pérez Ré) 

En diálogo con "Crónica", Manuel Novo, presidente de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo y titular del bar Iberia, señaló que "es cierto que hay lugares que se sobrepasaron o que algunos hicieron fiestas clandestinas, pero el Estado debería actuar sobre ellos y no sobre todos, porque los contagios no se dan en los bares o restaurantes que respetan los aforos".

"El comercio minorista vive de lo que produce y si se le limita la capacidad de producir, no tiene otra forma de financiarse que no sea a través de las ventas", agregó y continuó: "El horario tiene que ser según la zona. Copiar y pegar medidas que toman en Europa, donde se cena a las 19, no está bueno. Es como imponer tomar el té a las cinco de la tarde, no somos Inglaterra".

Ante la llegada de la segunda ola, fueron muchos los locales que se comprometieron a fortalecer las medidas de higiene y seguridad, y a conversar con los clientes sobre la importancia de sostener los protocolos. Pero lo que más preocupa en el sector es que se pueda regresar a la facturación habitual, algo que el año pasado estuvo muy lejos.

Microcentro, muy complicado

Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba), precisó que "una cuestión clave es la experiencia que tuvimos el año pasado, que abrimos y cerramos. Esas restricciones hicieron muy endeble al sistema productivo/económico del comercio en general y, obviamente, del sector gastronómico, que junto con el turismo es el rubro más golpeado".

De acuerdo con lo difundido por la entidad, en Capital Federal cerraron 16.000 comercios, muchos de ellos vinculados a la gastronomía. "La zona de micro y macrocentro está devastada", expresó Castillo, quien aseguró que "estas cosas lo que demuestran es que la co-gestión público/privada en esto momento es cuando más tiene que estar, porque los que sabemos lo que es levantar las persianas somos nosotros, y los que tienen que tener las herramientas para ayudarnos son el Estado del gobierno nacional y el de Ciudad".

Sillas vacías.El trabajo se dificulta con las nuevas medidas (Fernando Pérez Ré)

En tanto, Alejandra, encargada de El Palacio de la Papa Frita, aclaró que "las restricciones nos perjudican muchísimo, y más a los restaurantes ubicados en la calle Corrientes, porque cerrar a las 23 se nos hace muy complicado. Es cuando más trabajamos y nos saca clientela".

Para ella, el verano fue "tranquilo" y no hubo grandes expectativas. "Al principio costó que las personas se atrevan a salir de sus casas, de a poco fue subiendo el número de clientes, pero el capital que se perdió no se recupera más, porque encima tuvimos que seguir pagando servicios y alquiler, pese a estar parados ocho meses", dijo. Asimismo, admitió que no le gustaría tener que decirles a los clientes que "se tienen que retirar" por pasarse del horario permitido.

¿Cenar temprano, es mejor?

El cierre de los bares y restaurantes a las 23 horas producto de las restricciones por la pandemia del coronavirus, abrió varios interrogantes, entre ellos, si cenar temprano resulta óptimo para la salud.

Consultada por este medio, la licenciada en Nutrición Sofía Braticevic Culacciati (MN 8865), especialista en Sobrepeso-Obesidad y alimentación basada en plantas, explicó que "es cierto que en el país tenemos una cultura diferente a los países europeos y que muchos argentinos desayunan solo unos mates, almuerzan más tarde del mediodía y por ende saltean la merienda y realizan la cena hasta pasadas las 21.30 a 22hs, lo cual se sabe que no colabora en los buenos hábitos" (el 68% de los argentinos tiene sobrepeso u obesidad)

"En mi opinión, la obesidad tiene causas multifactoriales, no depende de los horarios en los que comemos y resulta más importante la calidad de las comidas que hagamos durante el día. No por el hecho de cenar más temprano mejoraremos nuestros hábitos o nos repercutirá en el descenso de peso, ya que dependerá de lo que hagamos el resto del día y de consumir más alimentos naturales (frutas, vegetales, legumbres, cereales integrales, frutos secos, semillas) y menos ultraprocesados", apuntó la experta, conocida en Instagram como sofiabcnutricion, donde publica recetas y comparte experiencias de sus pacientes. 

Según una encuesta realizada en 30 países por IPSOS, el 40% de los argentinos confesó haber aumentado de peso durante la pandemia y solo el 23% afirmó haber bajado. El promedio del aumento durante el aislamiento fue de 7,5Kg quedando solo por debajo de México y Arabia Saudita. "Más allá de que los nutricionistas tratamos de estimular el consumo de comida casera y la actividad física durante la cuarentena, notamos mejoras en nuestros pacientes. Los datos generales de la población no resultan alentadores para ese período", concluyó. 

Mejora para los trabajadores

Tras el anuncio de la veda nocturna, el gobierno nacional aumentó la ayuda para el sector gastronómico y fijó en $18.000 por trabajador la asistencia del Programa de Recuperación Productiva (Repro II), un alivio para los sectores considerados críticos 50% mayor de lo que se abonaba antes de las medidas.

"Actualmente tenemos 45.000 trabajadores de estos sectores críticos beneficiados, y seguramente esa cifra se elevará", declaró el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, quien resaltó que el beneficio alcanzará a "aquellos que hayan el mes pasado una pérdida mayor al 20% a la facturación real que tuvieron en marzo de 2019".