En una de las últimas sesiones del Concejo Deliberante de San Miguel, un grupo de concejales le exigió a la gestión del intendente Jaime Méndez claridad y transparencia en la rendición de cuentas del presupuesto. Incluso uno de los más críticos aseguró que dichos fondos se emplearon para beneficiar emprendimientos inmobiliarios, destinados a los sectores más pudientes. En contraste, los vecinos de los barrios populares, los más alejados a la zona céntrica del distrito, reclaman asistencia social, sanitaria y en infraestructura, desde hace muchos años.

El 13 de mayo pasado, luego de dos prórrogas solicitadas por el Ejecutivo municipal, finalmente se llevó a cabo la rendición de cuentas de las partidas presupuestarias. En aquella instancia, uno de los más críticos fue el concejal Juanjo Castro, quien le afirmó a Crónica que el detalle del empleo de los recursos constó "en 2.030 fojas, y es imposible leerlas en una semana, para advertir los cambios de partidas". A su vez, el legislador reveló que "presentaron un presupuesto para 2023 de $35.000 millones, y luego hubo una actualización de $54.000 millones, y terminaron recaudando $124.000 millones, es decir, 140 millones por día, y lo que vas recaudando genera una libre disponibilidad de los gastos".

En el registro que recibieron los integrantes del Concejo, Castro precisó que "figuraban gastos varios muy elevados que no se especifican la razón y el lugar de destino". En este sentido, el concejal expresó que "los recursos del municipio se giran a los sectores más pudientes. Por ejemplo, en la zona de las calles Pardo y Gaboto se gastó una fortuna en asfalto, rotondas, y luminarias para favorecer emprendimientos inmobiliarios, duplicando el valor del terreno, de 60.000 y 70.000 dólares a 150.000 dólares. Vemos que se invirtió mucho en infraestructura en lugares en los que no se mueve el vecino a pie".

En relación a las expresiones del legislador, Florencia, quien reservó su apellido, reside en Bella Vista, uno de los puntos inundados tras las precipitaciones que se reiteraron durante semanas, en marzo pasado. Su madre no pudo evitar que el agua ingresara a su casa, a la altura de las rodillas, y su abuela debió alojarse en la vivienda de un familiar. Una experiencia por la que la mujer remarcó, ante este medio, que "eso pasa seguido cada vez que llueve por falta de obras, principalmente de desagotes. Yo vivo al frente de un arroyo que caen dos gotas y siempre estamos rezando que no rebase, porque nos inundamos".

Sin embargo, la vecina reconoció que en el Barrio Obligado "es muchísimo más complicado porque las calles no están asfaltadas, empezaron obras y las dejaron a medio hacer. Por lo tanto, la gente no puede salir de sus casas porque es un mundo de agua por todos lados".

Las inmediaciones de la Escuela Media N°4, situada en la calle Rocca al 1500, también sucumben en días de lluvia. La causa de ello, según quienes residen en la zona, se vincula a la acumulación de basura. Al respecto, Fernanda Acosta, domiciliada en el lugar, reflejó a Crónica que "hace un mes vinieron y rompieron un muro que da a las vías para hacer una limpieza y que no pase más. Bueno rompieron el muro y no vinieron más". No obstante, Acosta reveló que ese paredón derribado se levantó luego de que una alumna del mencionado colegio fuera arrollada por un tren. En este sentido, la mujer manifestó que "ahora sólo pusieron un alambrado y los chicos nuevamente cruzan las vías por donde no tienen que hacerlo".

En este contexto de insuficiencia de obras y mantenimiento, el barrio Santa Brígida es uno de los más afectados, aseguran quienes residen en él. Uno de ellos, Jano Correa, afirmó a este diario que "hicieron asfalto, pero usaron material de tercera calidad, y por eso al poco tiempo comienza a agrietarse, y si no tapan los pozos con piedras". Por esta razón, Correa sostuvo que "se hacen muchas obras que no son necesarias, porque el intendente (Jaime Méndez) es dueño de una empresa hormigonera".

Los testimonios del concejal y de los vecinos de diferentes puntos de San Miguel cristalizan el contraste, que ellos mismos le marcan al municipio, entre un presupuesto ascendente y barrios que involucionan.