"Patotear con una simple mayoría de ideas que tienen tanto que ver con la vida de nuestros pueblos, ayuda muy poco a la convivencia de los pueblos”. La frase pronunciada por el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner, aquel sábado 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata, en el marco de la Cumbre de las Américas, fue un mazazo a las aspiraciones del mandatario estadounidense, George Bush, y de sus colegas aliados de llegar a un acuerdo con respecto al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

El mismo buscaba eliminar todos los aranceles comerciales de la región, pero además, basándose en formatos neoliberales, avanzar en las regulaciones estatales, las compras gubernamentales, y la liberación de servicios de salud, financieros y educativos, lo cual limitaba sensiblemente la capacidad de los países más débiles a la hora de generar una estrategia de desarrollo propio.

Ante la mirada seria del presidente mexicano, Vicente Fox, y el desencanto de Bush, Kirchner fue contundente. Cerca de él, Lula (Brasil) y Hugo Chávez (Venezuela) intercambiaban miradas cómplices, mientras el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, titular del Mercosur, pensaba cómo haría para negociar el texto de la Cumbre ante este inesperado y complejo panorama.

Empezaba a gestarse el histórico No al ALCA. Como para que quede bien clara la postura disidente con respecto al tratado de libre comercio, Néstor continuó con su enérgico discurso: “Si esta construcción colectiva, que quiere abarcar la geografía americana que atraviesa la última década de su historia, tiene que integrar un tema central a su agenda para producir resultados que ayuden al bienestar de nuestros pueblos, ese tema tiene que ser el lema de esta IV Cumbre, donde los señores presidentes y los representantes de los distintos países queremos dejar de hablar en voz baja para hablar en voz alta y buscar los puntos de acuerdo y solución que nuestro hemisferio necesita”.

Enseguida agregó, mientras Bush no podía creer que el ALCA no iba a avanzar: “A la hora de analizar el sistema de comercio internacional, subsidios agrícolas o barreras arancelarias, hay que tener en cuenta las asimetrías y los diferentes grados de desarrollo. Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes, no sólo es una mentira sino que, además, resulta una trampa mortal. Trampa que primero atrapa y afecta a los débiles, pero que luego de un modo u otro, también termina llegando a los poderosos”.

El nocaut contra el ALCA estaba al caer y el ganador iba a ser el pueblo latinoamericano más necesitado. Esta vez, al menos, no les había tocado perder contra los poderosos.

Crónica publicó este miércoles el Suple Compañeros.