A 40 años de Malvinas, cómo era la relación entre la Argentina y los habitantes de las islas antes de la guerra
Ante la consulta de Crónica, el sociólogo y doctor en Historia Sebastián Carassai recorrió el vínculo entre ambas partes en su libro "Lo que no sabemos de Malvinas". Detalles y escenas difíciles de imaginar en la actualidad.
Un surtidor de YPF y garrafas de Gas del Estado en las Malvinas, maestras que enseñaban español en Puerto Stanley, vuelos semanales a Comodoro Rivadavia, isleños que viajaban a Buenos Aires para realizar tratamientos médicos y a Córdoba, para completar la escuela secundaria... A cuatro décadas del inicio de la guerra, esas escenas parecen inimaginables. Sin embargo, fueron ciertas. Ocurrieron años antes del conflicto bélico y forman parte del libro 'Lo que no sabemos de Malvinas', escrito por Sebastián Carassai.
"Creo que sobre Malvinas nos hemos hecho muchas preguntas, pero una mayoría de ellas ha girado sobre dos temas: la soberanía y la guerra. El desconocimiento al que se refiere el título de mi libro es, al mismo tiempo, una propuesta: cambiemos las preguntas. Hagámonos preguntas cuyas respuestas realmente no sepamos y que no estén motivadas más que por la curiosidad, las ganas de saber lo que no sabemos", cuenta el sociólogo y doctor en Historia, en una entrevista con cronica.com.ar, sobre su nuevo trabajo editorial.
-¿Cómo definirías la relación entre los argentinos y la comunidad que habita en las islas antes de la guerra?
-Una relación compleja. Que no era la misma para todos los isleños que se relacionaban con argentinos y que no fue idéntica a lo largo del tiempo que yo estudio, que abarca desde los años 30 hasta 1982. Hasta 1964, la Argentina no figuraba en la agenda noticiable de la prensa isleña. A partir de ese año, cuando el tema comienza a ser tratado por el Comité de Descolonización de Naciones Unidas, sí. Desde entonces hasta 1971, que es cuando se establece un vínculo permanente entre Stanley y el continente, es una relación muy mediada: dos poblaciones que seguían sin conocerse demasiado, y que tenían noticia una de otra a través de lo que decían los periódicos. En 1971 se abrió una nueva posibilidad: conocerse. Y entre ese año y 1982 se construyeron lazos, hubo un contacto inédito entre isleños y argentinos, pero la cuestión de la soberanía siguió siendo motivo de desencuentro.
-¿Qué detalles pudiste rescatar de aquel vínculo?
-Muchos, por ejemplo una regata corrida por isleños y argentinos que se llamó “El mar nos une”, en la bahía de Stanley. Hubo premios para todos y el gobernador colonial destacó el clima de camaradería que se vivió en el acontecimiento, que se extendió por varios días. El buque Bahía Buen Suceso, que en 1982 sería capturado por las fuerzas británicas y más tarde hundido, sirvió en esa ocasión de escenario para la entrega de premios, en la que el gobernador y su esposa bailaron tangos. ¿Imaginás que algo así podría ser posible hoy?
-En el libro hablás de una 'comunidad emocional' que nos hace decir que las Malvinas fueron, son y serán argentinas. ¿Esa convicción ya existía antes de la guerra o comenzó a potenciarse después de 1982?
-No, ya existía. Allí puede verse con claridad la tarea de las instituciones oficiales, especialmente las de enseñanza. Varias generaciones de argentinos se educaron en la convicción de que la Argentina era un país que había perdido territorios. Y las Malvinas ocupaban un lugar importante en esa pérdida. Reunían características que distinguían ese caso de cualquier otro: era un imperio europeo el que se las había apropiado. En los años 30, con el despertar de grupos nacionalistas, esa idea se hace más fuerte. El “fueron, son y serán argentinas” condensa lo que une a esa 'comunidad emocional' en torno a las islas, cuyas variaciones a lo largo del tiempo analizo en el libro.
-¿Qué lugar sentís que hoy ocupa la cuestión Malvinas en la opinión pública? ¿Remite sobre todo al pasado y a la guerra, y no tanto al futuro?
-Una mayoría de argentinos hoy asocia Malvinas a la guerra. Me pasó mucho que, cuando comentaba que estaba escribiendo sobre las islas, la primera reacción fuera: “ah, sobre la guerra”. Malvinas, en ese sentido, para una buena parte de las generaciones contemporáneas es algo que está en el pasado. Una mayoría no duda de que “hayan sido, sean y seguirán siendo argentinas”; eso rara vez se pone en discusión entre nosotros. Pero no hay, como en las dos décadas anteriores a la guerra, optimismo al respecto. “ Malvinas” no forma parte, como sí ayer, de la idea de futuro.
-A 40 años del inicio de la guerra, ¿cuáles son algunas de las preguntas que quedan por hacerse para saber más sobre Malvinas?
-Queda saber más de la muy heterogénea sociedad que habita hoy las islas, que es bien diferente a la de la preguerra. Queda por conocer cómo esa comunidad dinámica y a la vez multinacional y multiétnica ha afectado la identidad isleña.