"Secta del horror" de Villa Crespo: quiénes son los cuatro integrantes que busca Interpol en Estados Unidos
Los acusados buscaban adeptos y los asesoraban en la compra de inmuebles para ingresar al mercado formal, el dinero que obtenían ilegalmente.
Luego que salió a la luz la denominada " Secta del Horror" que está bajo la lupa de la Justicia tras el megaoperativo en el barrio porteño de Villa Crespo, en el marco del avance de la investigación que se desarrolla, hay pruebas que demostrarían que el grupo liderado por el detenido Juan Percowicz evolucionó y sentó bases en Estados Unidos, donde operaban cuatro integrantes que son intensamente buscados por la Interpol estadounidense.
La información consta en la causa que está en manos de la fiscal Alejandra Mangano de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX).
Los acusados habrían ejecutado una maniobra que denominaban “acciones de venta” o “beysear”: juntarse con personas para promocionar la "Escuela de Yoga", en Estados Unidos.
De tal manera, invertían en la compra de inmuebles para ingresar al mercado formal el dinero que obtenían ilegalmente, y para adquirirlos contaban con el asesoramiento de miembros que residen en los Estados Unidos: Pablo Sinigaglia, Verónica Ángela “Loia” Iácono, María Beatriz “Bugi” Bugari y Gabriel Armando Sorkin.
Dichos sujetos no fueron detenidos en la primera etapa, debido a que, de acuerdo a los registros migratorios, se encontrarían en EEUU.
Según la Investigación del Departamento de Trata de Personas de la PFA, a cargo de Jorge Juri, los cuatro utilizaban para tal fin las sociedades y fundaciones Avanti Wellness, CMI Abasto y We are Candor. En este contexto, el juez federal Ariel Lijo, a cargo de la causa, ordenó su captura internacional y notificó a Interpol de la medida.
El blanqueo de los capitales permitió a la secta de Villa Crespo, que opera en la Argentina hace al menos tres décadas continuar en el tiempo.
A través de fundaciones para el lavado de dinero y filiales dedicadas a la difusión de las actividades en la Argentina captaban de adeptos que eran enviados a la “clínica” CMI Abasto. Los adeptos en los Estados Unidos aportaban una cuota mensual en divisas extranjeras, denominada “ceremonial”.
La organización convencía a los “pacientes” a realizar ese y otros “tratamientos de ayuda” en Buenos Aires con el objetivo de aislarlos de sus familiares directos para sacarles beneficios económicos.
El dinero ingresaría al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía que tiene la organización en el país y en las distintas fundaciones creadas en los Estados Unidos, donde se generaba un flujo constante de divisas extranjeras.
Según escuchas telefónicas, se estableció que el grupo tenía planes de comprar de un edificio por un valor aproximado a U$S 1.500.000, en los Estados Unidos.
En ese contexto, los detectives establecieron que la organización manejaba dinero en efectivo de origen dudoso, que "blanqueaban" en compras inmobiliarias y autos de alta gama.
El Bureu of Diplomatic Security de la Embajada norteamericana aporta información sobre las actividades ilícitas de la organización en dicho territorio.