Una prueba de ADN realizada sobre un trozo de tela por donde ingresó el homicida a la escena del crimen de Agustina Fernández, la estudiante pampeana asesinada a golpes en julio pasado en la ciudad rionegrina de Cipolletti, fue clave para situar a Pablo Parra, amigo y vecino de la víctima, en el lugar de los hechos. Por eso, en las últimas horas una jueza le dictó la prisión preventiva. 

La jueza de Garantías Agustina Bagniole resolvió dictarle la prisión preventiva a Parra, de 37 años, por el plazo de seis meses, ya que considero que "hay indicios suficientes para sostener que Parra fue el autor de este hecho”. 

Además, fundamentó la medida privativa de la liberad al dar por acreditado que existe el riesgo procesal de “entorpecimiento de la investigación”, ya que, según afirmó la desvió “desde el minuto cero”.

Durante la audiencia de formulación de cargos que duró más de tres horas, la fiscalía y la querella acusaron a Parra de autor de un “homicidio triplemente agravado por femicidio, alevosía y también porque había mantenido con la víctima una relación”. Asimismo, la fiscalía aseguró que el imputado asesinó a la joven de 19 años porque estaba “obsesionado” con ella.

¿Cuáles son los indicios que complican a Parra?

Una de las pruebas claves que presentó Martín Pezzetta, el fiscal que lleva adelante la investigación, es un trozo de tela azul que quedó enganchado a una concertina (rollo de alambre de púas) ubicado en el paredón por donde trepó el presunto homicida al patio de la escena del crimen, que tenía el ADN de Parra.

Además, no hay evidencia que indique la presencia de una tercera persona ya que las únicas huellas dactilares o rastros de pisadas, corresponden a la víctima y el imputado.

Incluso, hay pisadas que coinciden con el calzado de Parra, en la parrilla y en una mesita del patio por donde entró y salió el asesino.

Los celulares se apagaron en el lugar del hecho, y para ello era necesario conocer las claves de los télefonos para ara desbloquear las pantallas. 

¿Cómo fue la mecánica del crimen?

En su exposición, el fiscal Pezzetta explicó que la víctima, quien se había mudado en marzo de este año a la ciudad de Cipolletti para continuar sus estudios de medicina, en el edificio en el que residía situado en calle Confluencia 1301 “entabló una relación de vecindad y posterior amistad” con Parra que vivía en el departamento 1 de la planta baja. 

Según lo reconstruido, aquel 2 de julio, a las 19, Parra esperó en la entrada del edificio a Agustina para invitarla a cenar. Ella aceptó sin sospechar lo que sucedería media hora después. Una vez en el departamento él salió con la excusa de comprar algo para la cena. Sin embargo, minutos después regresó y la asesinó. 

Parra se había retirado del edificio con su auto, pero para cometer el asesinato habría vuelto al departamento caminando, trepó por una escalera un muro, sorteó el alambre de púas y entró por el patio. De esta manera abordó a la víctima en un ataque que, según la fiscalía, ocurrió en tan solo seis minutos, entre las 19.32 y las 19.38.

Al describir la mecánica del hecho, Pezzetta dijo que Agustina intentó escapar del departamento abriendo la puerta, pero Parra le fracturó algunos dedos de la mano izquierda de un portazo, que luego la “sujetó de los pelos” y la golpeó en dos oportunidades contra un futón.

Según el fiscal, ya con la víctima boca arriba, “la golpeó con un elemento duro y romo sin filo” que le produjo lesiones en la cara, en una mano y el traumatismo craneoencefálico que tres días más tarde le ocasionó la muerte en el hospital.

Después de esa agresión, el acusado volvió a retirarse del lugar, nuevamente por el patio, y fue a distintos locales comerciales a comprar helado y cervezas. Esa fue la coartada. Cuando ingresó a su departamento y encontró a Agustina “fingió sorpresa” y pidió ayuda a algunos vecinos para que llamen a la Policía y una ambulancia.

La jueza mencionó “el hecho responde más a una mecánica de desahogo, de bronca por una situación particular, y no como una mecánica de robo”.

Para el fiscal, el “detonante inmediato” del femicidio fue que ese mismo día, aunque unas horas antes del crimen, Agustina invitó a su departamento al mozo de un bar que había conocido y con el que esa tarde tuvo relaciones sexuales. De acuerdo al testimonio de los vecinos, esa tarde Agustina dejó la ventana abierta por lo que todos los vecinos habían escuchado, incluido Parra, según se presume.

Este hecho abona la hipótesis de la "obsesión" que mantenía el acusado con Agustina, a lo que también se llegó a partir de los testimonios que brindaron sus amigas. Incluso, el fiscal contó que en una ocasión Parra le había regalado “un anillo de compromiso” a la víctima, y también había sacado un viaje para ir con ella a San Martín de los Andes, algo que hizo que Agustina, según sus amigas, le pusiera “un freno”.

En ese contexto, la fiscalía acreditó que Parra estaba “obsesionado” con Agustina, en base a lo declarado por las amigas de la víctima.

“Pablo Parra buscaba cualquier excusa para encontrarse con Agustina en el complejo. Esperaba que Agustina saliera para salir él de su propio departamento, cruzarse con ella, entablar una conversación. No era una conducta normal”, dijo el fiscal.

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