La fiscal del caso del femicidio de Ivana Módica empleó una técnica paciente para quebrar al sospechoso: "apelar al cansancio".

Javier Galván, ahora ex piloto de la Fuerza Aérea, confesó que había asesinado a Ivana, con quien mantenía una relación desde el 2020. La víctima había estado desaparecida durante 8 días cerca de la ciudad de La Falda, en Córdoba.

Al principio Galván se mostró inmutable y dijo que el día de la desaparición él había salido a trabajar temprano mientras que Ivana se había quedado durmiendo. Las imágenes de su auto cerca del acceso a la zona del Dique La Falda probarían que Galván había mentido en su declaración inicial.

Las contradicciones alertaron a la fiscal de Instrucción del Tercer Turno de Villa Carlos Paz, Jorgelina Gómez, que ordenó su detención bajo el delito de falso testimonio. También lo imputó por violar la perimetral que tenía por una denuncia por violencia de género radicada por la propia Ivana.

Aún sin encontrar el cuerpo de Ivana, iban apareciendo más pruebas que complicaban a Galván: más imágenes de cámaras de seguridad que lo mostraban entre el jueves a la noche y el viernes en zonas donde había dicho que no había estado, además de la ubicación de su celular. Luego hallaron sangre en el volante de su auto y un rollo de papel film también dentro del vehículo.

Si bien todo apuntaba a un femicidio, la fiscal evitó tomarle declaratoria de inmediato y apostó a que el sospechoso cediera ante el encierro y confesara el crimen.

"Fue muy efectiva la estrategia de la fiscal de no llamarlo a indagatoria antes porque ahí el hombre podría negarse a declarar y lo hubiesen tenido llevar al penal de Bouwer y se le iba toda la tensión. La fiscal lo fue 'gastando'. Es una estrategia que se hace siempre pero no siempre funciona. En este caso sí funcionó: el asesino confesó", contó una fuente del caso a Infobae.

Los investigadores tenían "arrinconado" a Galván con los datos del celular, sus contactos y mensajes, además de la información sobre dónde había estado. Cuando supo que iba a ser trasladado al penal de Bouwer, la cárcel más importante de la provincia de Córdoba, el sospechoso se quebró y confesó.

Tras escuchar la confesión, la fiscal no quiso seguir hasta encontrar el cuerpo. Llevaron a Galván al lugar del hecho para que indicara a los investigadores dónde estaba el cadáver de Ivana. De esta forma, llegaron al Hotel Edén y encontraron el sitio donde había sido enterrada la víctima.

Si bien falta saber los resultados de la autopsia, Galván enfrenta ahora el delito de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por violencia de género.