Luis Alberto Tello, conocido como el "sátiro de la bicicleta", es un violador serial de menores que nació en 1975, en la localidad de General Alvear, en Mendoza y se desempeñaba como pintor y changarí. Su carrera delictiva comenzó en los años 90, cuando el hombre se quedó sin trabajo y daba vueltas por Neuquén con su bicicleta haciendo que buscaba un empleo, cuando en realidad se dedicaba a marcar a su próxima víctima.

El modus operandi de este violador en serie era rondar la ciudad con su bibicleta, miraba pervetidamente a nenas en situación de vulnerabilidad y luego se les acercaba con la excusa de que las iba a llevar a comprar caramelos, según detallaron los investigadores al medio LM Neuquén.

Sin embargo, la verdad de la historia era que él la engañaba y las llevaba a un descapado donde las violaba de las formas más aberrantes que uno se puede imaginar. Como si fuera poco, las humillaba al defecar encima de ellas.

Las menores de edad terminaban casi inconscientes, shocekadas, caminando por las calles de Toma Norte, en Neuquén, semidesnudas y ultrajadas, hasta que algún vecino de la zona las hallaba y daba aviso a las autoridades.

El barrio Toma Norte en la ciudad de Neuquén

 

 

Previamente a sus terribles actos, Tello se había casado con una mujer que ya tenía hijos, según dicen los medios locales, la habría conquistado por su "cara angelical y aniñada", y por sus ojos claros. 

La mujer siempre declaró que ella no sabía nada de la perversión de su marido, pero sí aclaró que él la maltrataba y que, incluso, una vez le pateó la panza mientras estaba embarazada de uno de los hijos que tenía en común. Además, temía separarse porque la amenazaba con la tenencia de los chiquitos.

Los detalles de las aberrantes violaciones cometidas por Tello a menores de edad

 

Según el informe del medio local LM Neuquén, el primer ataque que se le atribuyó a Tello ocurrió horas antes de la Navidad de 1997. A las 20 del 24 de diciembre, una nena de 6 años junto a sus dos hermanos, también chicos, estaba por ingresar en un kiosco del barrio San Lorenzo en calle Italia y Cervantes.

Tello, a bordo de una bicicleta todoterreno, se acercó fingiendo preguntar por una calle y tras empujar al nene más grande, de 9 años, subió a la nena a la bicicleta y se la llevó a toda velocidad.

La pequeña apareció una hora después, a varias cuadras del kiosco llorando con la ropa en la mano. En la ropa de la pequeña se encontraron rastros de semen y sangre.

El segundo ataque se produjo el 12 de enero de 1998. Esta vez, Tello abordó a una niña de 6 años que jugaba en la plaza del barrio Jardín. En este caso, le ofreció dinero para ir a comprar golosinas y la subió a la bicicleta. La llevó hasta una zona descampada cercana a las vías del tren y la violó tal cual era su modalidad. Luego la abandonó a su suerte. Como pudo y llorando, la niña logró llegar hasta la casa de una amiguita donde la asistieron. También en este caso encontraron rastros de semen.

La Justicia y la Policía ya habían advertido que estaban en busca de un mismo violador por su modus operandi. En medio de las pesquisas, el 15 de enero, se produce un tercer ataque de similares características.

La víctima tenía la misma edad, 6 años, pero estaba vez fue en inmediaciones de la terminal de ómnibus, que en aquel entonces estaba en el Parque Central. Incluso, había cambiado el escenario de sus ataques, a sabiendas de que seguro lo estarían buscando en el oeste.

El ardid empleado fue el mismo: le ofreció a la chiquita dinero para golosinas y luego, por la fuerza, la cargó en la bicicleta y la llevó a un baldío ubicado en calles Uspallata y República de San Marino, en el bajo neuquino. Allí la desnudó, abusó de ella y le defecó encima.

Un hombre encontró a la nena desnuda, llorando, toda sucia y sangrando. La cubrió y la llevó hasta la Comisaría Segunda para que la asistieran. En el baldío encontraron las prendas de la niña.

Finalmente el 7 de marzo a la tarde noche ocurrió el último ataque del violador en el barrio Gran Neuquén Sur y no estaba en bicicleta sino en un Peugeot 504. 

La víctima fue una niña de 8 años a la que forzó a ingresar al coche para luego alejarse con destino a una casilla abandonada en inmediaciones de la meseta, donde la violó y también le dio un ladrillazo en la cabeza. Después, la maniató y la metió en el baúl para arrojarla cerca del lugar del secuestro, al menos eso se pensó.

Dos chicos vieron la escena donde forzaba a la niña para subirla al auto y después, cuando volvía de la meseta, el Peugeot 504 tuvo una falla mecánica y se le quedó. Ante este imprevisto, Tello resolvió abandonar el auto y a la víctima, que fue encontrada rápidamente por personas que ocasionalmente pasaban por el lugar y que lo vieron a él salir corriendo del auto, entre ellos un policía.

Por las lesiones sufridas, la niña permaneció cuatro días internada en el hospital regional, donde además debieron intervenirla quirúrgicamente.

El momento de la captura

 

Finalmente, en el momento en que el hombre realizó una falsa denuncia, en la que aseguraba que le habían robado el auto, un policía lo reconoció y lo dejó detenido en la comisaría 16.

Más tarde intervino la fiscal Sandra Taboada y el juez Juan Gago, quien ordenó el allanamiento a la casa y una ronda de reconocimiento con las víctimas. Todas señalaron a Tello, quien fue setenciado a 13 años de prisión.

El psicólogo del Cuerpo Médico Forense Flavio D’Angelo informó que Tello tenía “diagnóstico de paidofilia, caracterizado por la presencia de impulsos sexuales intensos y recurrentes que toman como objeto a menores prepúberes, de tipo no exclusivo y no limitado al incesto, susceptibles de su transposición a conductas con componentes sádico-agresivos”.

La comisaría 15 donde fue apresado Tello.

Además, el forense dejó claro que “el diagnóstico que antecede no implica alteración morbosa de las facultades en el sentido de incapacidad psíquica para dirigir su conducta y comprender el disvalor en juego”. Es decir, era consiente de sus acciones.

Tras un tiempo en prisión, el violador logró la libertad condicional en 2006, luego intentó reincidir en sus perversos delitos y fue nuevamente detenido. Sin embargo, diez años después fue liberado y ahora los especialistas argumentan que Tello es un peligro para la sociedad. En la actualidad nadie sabe dónde se esconde el "satiro de la bicicleta".