Por Carlos Parodi (*)
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En Historia de la Filosofía, obra del filósofo idealista alemán G. W.Hegel (1770-1831) puede leerse: “La Magia se diferencia sustancialmente de la Religión por la relación del hombre con el mundo exterior y consigo mismo. La Magia ha existido en todos los pueblos y religiones. Ya que, en tanto la persona religiosa adopta a Dios, el hechicero sólo cree en su fuerza mágica” .

Y lo cierto es que alrededor de la bibliografía sobre Magia existe un cautivador punto de acuerdo acerca del origen de estas prácticas ancestrales: Asia Occidental, más precisamente en la Mesopotamia.En Caldea, por ejemplo, se apelaba a la curiosa costumbre de la “Filomancia” o práctica adivinatoria mediante el susurro que provenía de la profundidad de los bosques.

También hay registros acerca de los sortilegios de la Magia descubiertos por arqueólogos en las “tablillas sumerias”, al igual que en las profecías del filósofo persa llamado “Zoroastro” o Zaratustra Spitama ( 1500-1000 AC) considerado el “Primer Gran Mago del Universo”.

En la antigüedad los conceptos de Religión y de Magia estaban estrechamente vinculados y constituyeron el basamento de las doctrinas Ocultistas que comenzaron a desperdigarse por los diversos cultos profanos del mundo.

Justamente la mención del “Gran Diluvio” que se describe en aquellas tablillas conformarían el posterior númen de los Misterios de las culturas egipcias y griegas. Si bien algunos investigadores de doctrinas ocultistas sostienen que en Egipto la creencia en la Magia fue anterior a la creencia en Dios, para otros estudiosos la Magia conformaba una especie de “sub producto” desprendido de la Religión, ya que era destinada a aquella búsqueda de carácter ritualista que apelaba al “acceso directo” con el Más Allá.

Para tal fin, en Egipto proliferaron los “Libros de Execración” que se ilustraban con figuras de los adversarios apresados, y cuyas imágenes al momento de sus muertes eran destruídas y enterradas para eliminarlos de la faz de su tierra sagrada.

Con otra finalidad y sumidos en extrañas ceremonias, los sacerdotes y magos egipcios practicaban sus ritos como manto de protección al Faraón de turno. Entre Magia blanca y Magia negra Con el transcurrir de los tiempos surgieron en diversas regiones de Europa los hechiceros que practicaban la Magia Negra aprehendida a través de un intrincado sistema de “iniciación” sólo accesible a un selecto grupo.

Por ejemplo, desde un culto tan pleno de mitología y de festividades paganas como fue el de los Celtas, aparecieron las figuras de los enigmáticos “Druidas” con sus pócimas, ceremonias y sortilegios. La Magia Blanca derivaba de la “Theurgia” (o Magia Divina) y por el contrario, la que provenía de oscuros tratados obtenía la aterradora Magia Negra, que estaba dirigida a someter bajo crueles tormentos a los enemigos y a toda aquella persona a la cual se le deseara algún tipo de maleficio.

En la antigua Roma llamaban “Striges” a las bellas mujeres “vampiresas” que planificaban tentadores banquetes a sus agasajados, quienes, rápidos de reflejos, previamente los hacían degustar por unos arriesgados individuos llamados “pragustator”( “catadores de comidas”) como sutil forma de evitar una maldita indigestión, cuando no un probable y “endiablado” envenenamiento... 

Ya el militar y escritor romano Plinio “el Viejo” lo había advertido: “Los adivinadores, hechiceros, y las damas que hacen uso de la brujería con malos fines, los que evocan a los demonios, los que intentan confundir con insistencia y violencia y los que, para perjudicar, emplean imágenes de cera, directamente serán castigados con la muerte.” 

Con el advenimiento de la Cristianización del Imperio Romano fueron perseguidos todos aquellos sujetos que practicaban escalofriantes y oscuras ceremonias mágicas. Bajo semejante escenario, los cristianos acudían a la tutela de los monjes para contrarrestar los efectos adversos de esos hechizos que eran provocados tanto por magos siniestros como por polémicos curanderos y adivinos. 

También en las acciones taumatúrgicas de griegos y romanos se apelaba a la “Phamakéia”, que era la práctica ancestral de los poderes sanadores de las plantas, y por la misma senda profundizaban en los incognoscibles prodigios de la Astrología y de la Adivinación. Durante la Edad Media se incrementaron en perfecta sintonía la práxis ocultista y las creencias fantásticas. 

Una de las presunciones más populares del Medievo fue el poder místico que se les otorgaba a las reliquias de Santos y Mártires, que eran utilizadas como objetos sanadores frente a las pestes tan en boga de aquellos años.

LA INQUISICIÓN Y DOS NOTABLES
NEWTON, LA INQUISICIÓN, AGRIPPA Y LA ALQUIMIA ISAAC NEWTON

Descubridor de la Ley de la Gravedad y creador del primer telescopio de reflexión, el matemático y teólogo inglés Isaac Newton (1643-1727, imágen superior) a la par de su “aritmética” concepción del Universo, fue también un apasionado investigador de cultos paganos y en especial de la Alquimia. 

En tal sentido y obsesionado con la “Piedra Filosofal”, redactó una hipotética fórmula para alcanzar ni más ni menos la Inmortalidad. Es que para el pensamiento de Isaac Newton tanto la Teología como las Ciencias Exactas tenían por finalidad concluir en un sistema “Universal” que abarcara a todas las ciencias y doctrinas espirituales.Newton, lo que se diría un auténtico científico también iluminado por encantadoras y maravillas del Más Allá.

LA INQUISICIÓN

La aparición de la Inquisición Española hacia 1478 se caracterizó por una sangrienta persecución de todos aquellos grupos paganos que se rehusaban a aceptar los nuevos dogmas, a partir del cristianismo. Existen documentos que señalan que desde 1400 y hasta incluso el 1700, las autoridades de gran parte de Europa ejecutaron a unas cincuenta mil personas, la mayoría mujeres, por considerarlas nigromantes, aunque se las denominaba simplemente brujas y hechiceras.

ANTONIO GRIPPA

En una aterradora época sumergida en un lóbrego entramado compuesto por ungüentos, torturas y la despiadada caza de brujas, también surgió la enigmática figura del médico, filósofo, teólogo, soldado y alquimista alemán Cornelius Agrippa (1486-1535, imagen superior) quien fue encarcelado y desterrado por el simple acto de defender a una mujer acusada de hechicera y también por ser el impío autor de un vanguardista libro titulado “De la nobleza del sexo femenino”, publicado en el año del Señor de 1529.

(*) Investigador paranormal y ufológico