Por Marco Bustamante 
@aquimarco 

En setiembre del año pasado, tomamos conocimiento de una historia tan aterradora como sorprendente; una familia que se había mudado a un departamento ubicado sobre la avenida Independencia, en el barrio porteño de Boedo, estaba pensando dejar el lugar por supuestos fenómenos sobrenaturales.

En octubre comenzamos a seguir la historia, pero por el aislamiento social decretado por el gobierno nacional demoramos en tomar contacto presencial con el caso. Para cuando pudimos ir al edificio en cuestión, las personas ya habían abandonado la casa y el inmueble estaba al cuidado de un conocido de nombre Héctor. Él fue quien nos abrió la puerta y nos brindó precisiones de todo lo que había sucedido.

Los hechos comenzaron  a principios del 2020 cuando obreros trabajaban en mejoras de lo que se convertiría en el hogar familiar. Abel y Carlos, realizaban reparación en una pared y encontraron arriba de un armario una muñeca adentro de una bolsa. Como los dueños de la casa tienen una hija, pensaron que el juguete le pertenecía a ella y la volvieron a colocarla en el techo del mueble.

Hasta que comenzó la cuarentena, todos los fines de semana los López, nombre ficticio porque no quieren ser mencionados, pasaban por el lugar a limpiar el polvo típico de la obra y a controlar el avance de la misma. Fue en una de esas limpiezas que apareció nuevamente la muñeca y la pequeña hija la adoptó como su nuevo juguete preferido . Ahí comenzaron los problemas.

Poco tiempo después llegó la mudanza. Era la primera casa propia, así que todo se vivía con alegría. El objeto de plástico con forma humana pasó a ocupar un lugar destacado en la habitación de la nena  y cada vez que la madre la quitaba de la cama porque el material duro podía representar un peligro para su hija, al otro día el juguete volvía a aparecer en el lugar.

A los padres comenzó a llamarles la atención como la niña de 7 años mantenía conversaciones con la muñeca. Era más que una relación con un amigo imaginario. Un día, la hija de los López apareció con el pelo corto. Se había cercenado el cabello con unas tijeras de la madre. La pequeña culpó a su amiga de plástico por lo que había pasado. En esos días también  ocurre otro acontecimiento inexplicable, López observa una enorme sombra negra suspendida en uno de los vértices de su dormitorio. Era domingo y se despertaba de una siesta.

Los extraños acontecimientos llevaron a una medida desesperada: la familia decidió irse del lugar. Volver a la casa de los abuelos paternos mientras veían que hacer con los inexplicables sucesos.  Llevaron curas, sanadores y hasta maestros de yoga, cada uno intentó por sus medios solucionar el problema, pero nadie dio en el clavo.

Con técnicas de medición de campos electromagnéticos pudimos corroborar que en el lugar existe algún tipo de “energía” que interactúa con los aparatos. En las grabaciones de video quedó registrado como la muñeca cae al suelo mientras grabábamos el reportaje. La acción fue presenciada por un escéptico del tema que hasta el día de hoy no puede explicar como sucedió.

Por el momento la muñeca, o lo que sea que habita en ese lugar logró su objetivo: pasa sus días sola, sin ser molestada por exorcistas o curanderos. La familia trata de no ir al lugar y prefiere no hablar del tema. Mientras terminamos de escribir esta nota nos avisan que hace unas horas un vecino llamó a la policía porque escuchaba ruidos. Los López se cansaron de ir cada vez que se dispara la alarma, saben perfectamente lo que ocurre en el lugar y entienden que por el momento no tienen un a solución.