Por Marco Bustamante

En alguna plataforma de streaming todavía se puede encontrar la serie alemana “Dark”, una historia que habla sobre viajes en el tiempo y pasajes interdimensionales. En el drama, uno de los personajes tiene como única línea la frase: “va a suceder otra vez”. La muletilla, que se convirtió en "meme" y se utiliza en las más variadas circunstancias, aplica perfectamente a la historia de hoy. El sábado próximo pasado, este periodista fue testigo de lo que podría convertirse la repetición de un ciclo de acontecimientos que puede afectar directamente la vida de esta pequeña ciudad ubicada a 130 kilómetros de Buenos Aires. Hace unos 30 años, si, como en la serie, la población del lugar fue testigo de la  presencia en el cielo de aparatos y luces extrañas . En aquella época, auge del menemismo en argentina, Roque Pérez se convirtió silenciosamente en el centro de la actividad ovni a nivel mundial.

¿Por qué decimos que fuimos testigos?, tal vez porque la cadena de eventos que vivenciamos en los últimos días, se corresponden de manera casi calcada con los acontecimientos ocurridos entre 1991 y 1994, siendo ese el año pico de casos de ovnis en Roque Pérez y toda la zona rural. Igual que hace 30 años una denuncia dispara el interés público, una huella aparece en un campo y un video llega a verificar la historia.

Va a suceder otra vez

Para Aurelio Castellani, vecino del lugar, eso de que “va a suceder otra vez”, es algo que está claro. Un entendido y conocedor de la zona, percibe claramente como en este último tiempo es cada vez más común que amigos y conocidos se refieran en lo cotidiano a este tipo de encuentros con luces y objetos desconocidos. La gota que derramó el vaso, por decirlo de alguna  manera, ocurrió el pasado sábado cuando cientos de personas vieron cruzar por el cielo algo similar a un caparazón de tortuga invertida.

relio Castellani, vecino de la zona y testigo de la presencia de estos objetos
relio Castellani, vecino de la zona y testigo de la presencia de estos objetos

Aurelio tiene la certeza de que va a suceder otra vez, porque la dinámica del fenómeno es similar: avistamiento del objeto, los medios que llegan a la ciudad, la aparición de más denuncias. Nos tocó a nosotros viajar al lugar, hablar con varios vecinos, ver dos enormes círculos extraños en el pasto de una quinta. También recibimos, de una fuente confiable, el video en donde efectivamente se observa el objeto volador no identificado, que hasta el momento es eso, un aparato desconocido que no tenemos idea de que puede ser.

Hace 30 años

En 1991 Aurelio trabajaba en el cable local, le llamaba la atención el fenómeno ovni pero no tenía idea de que iba a ser testigo de la aparición de estas extrañas naves. De pronto comienzan a ocurrir las apariciones de luces y los testimonios de extrañas marcas en los cultivos de la zona.

El investigador Juan Pablo Gómez, relata que “muchas personas se sorprenderán al saber que en 1994 se registraron más de un centenar de denuncias en toda Argentina, sin embargo, lo de Roque Pérez, pasó totalmente desapercibido para los medios de comunicación; esto echa por tierra el argumento que suelen esgrimir los escépticos de turno cuando sentencian que una oleada ovni es tan solo el producto del aumento de información periodística”, asegura en sus escritos el experto.

El mismo investigador, que junto a Daniel Lopez y Carlos Ingaramo realizaron una labor excepcional en el lugar, relata en sus notas de la época que: “es una constante en este tipo de eventos, el cambio que la presencia del fenómeno produce en la vida de los habitantes. Era sumamente sorprendente e interesante observar como, paulatinamente, comenzaban a transformarse los rutinarios días de los lugareños. La gente planeaba el día dándole prioridad a la noche para así poder salir a recorrer las rutas, los caminos vecinales o para apostarse en algún campo donde pudiera tener mayores posibilidades de presenciar la aparición de los ovnis”.

Así quedaban las plantas de los cultivos en los que se posaban las naves.
Así quedaban las plantas de los cultivos en los que se posaban las naves.

Historias asombrosas, pero reales

De ahora en más, lo que lean en esta nota, todas las referencias y citas es gracias al trabajo increíble que realizaron Gómez, López e Ingaramo en aquella época. Lo aclaro no solo para reconocer su legado, es importante que sirva como punto cardinal para las nuevas generaciones que descreen de una investigación seria del fenómeno ovni es posible. Cuentan estos investigadores que a las 3 de la madrugada de una noche del mes de mayo de 1994, un vecino de Roque Pérez de apellido Torres y dos compañeros de trabajo viajaban desde Carlos Begueríe en un camión de una productora avícola de la región. Transitando por la polvorienta ruta 20 a unos 6 kilómetros de su destino. En un momento observaron a la derecha de ese tramo del camino, un foco intensamente luminoso y de colores cambiantes que se bamboleaba y realizaba círculos a considerable altura. El objeto en cuestión era un poco más grande que el lucero y se movía lentamente y sin emitir sonido alguno. Luego de unos dos minutos de observación, se perdió de vista hacia el Oeste.

Pocos días después, les llegó el turno de ser protagonistas involuntarios a Oscar Orgiatti y su novia. Ellos regresaban de Saladillo tras cenar en la estancia de un pariente. Aproximadamente a las 22.30, viajaban en un  Fiat 147 por un camino bastante solitario, paralelo a la Ruta 205. Todo transcurría con total normalidad hasta que, sorpresivamente, como si saliera de atrás de los árboles que bordean esa parte del camino, una luz cegadora se abalanzó sobre ellos, convirtiendo la noche en día. Cuenta Juan Pablo Gómez que "el automóvil, inexplicablemente dejó de responder a sus mandos, parecía como que el coche estuviera en el aire, lo único que rompía el extraño silencio eran los gritos desesperados de su novia rogándole que regresara". Según los testimonios que recogieron este grupo de investigadores, era tan intensa esa luz, que les era imposible observar hacia fuera del vehículo. En cierto momento, la luz cambió su tonalidad a un rojizo intenso, pasando por el anaranjado y, tan repentinamente como había aparecido, desapareció.

El ovni en el jardín

El domingo 16 de Octubre de 1994 ocurre un hecho destacadísimo entre el centenar de casos que se dieron en Roque Pérez. Cerca de las 3 de la mañana una tormenta muy fuerte azotó la zona.  Un matrimonio, Carlos Ramírez (43),  Claudia Lezcano (33) y su pequeño hijo Ubaldo (10), regresaban a su hogar después de una cena familiar. El pequeño estaba completamente dormido sobre la falda de su madre.

Imagen ilustrativa de lo que observó la familia Ramírez.
Imagen ilustrativa de lo que observó la familia Ramírez.

Dos kilómetros antes de la entrada de su campo, comenzaron a observar en el interior de su propiedad, una luz extraña. El padre decidió no darle importancia y trató de llegar lo más rápido posible a su casa, la tormenta los apuraba.  Carlos,  le cuenta a los investigadores de la época que: “cuando ya entré en el guarda-ganado la luz esa dejaba todo como si fuera de día. Tal es así que medio me asuste y le digo  a mi señora  que apague las luces del coche y vamos para dentro”. 

El ovni estaba a unos 200 metros de la casa,  en esa instancia el nene ya estaba despierto y gritaba del susto, “cuando lo vio de golpe fue peor", apuntó la madre. Los continuos relámpagos de la tormenta iluminaban por momentos la noche, lo suficiente como para permitirles distinguir la clásica forma de plato volador cerca de ellos. Los cuadernos de campo de Juan Pablo Gómez cuentan que era una estructura con luces verdes, con una especie de cúpula en la parte superior, donde aparentemente estaba ubicada la fuente de luz.  En cuanto a las dimensiones del aparato  calculan que de acuerdo a la distancia que los separaba, 200 metros, podía tener unos 10 metros por unos 2 o 3 de alto. 

Juan Pablo Gómez y Daniel López, los investigadores del caso, en la actualidad.
Juan Pablo Gómez y Daniel López, los investigadores del caso, en la actualidad.

El matrimonio no pudo dar precisiones sobre si el objeto estuvo apoyado en el terreno o suspendido en el aire. Después de horas de esperar que el aparato se moviera de su campo, Ramírez decidió irse a dormir. Los diarios de los investigadores de la época cuentan que “en el interior de la vivienda se colaba por las ventanas la potente luz del objeto, alumbrando el ambiente”. Al otro día, bien temprano, el objeto ya no estaba.