Por Antonio Las Heras (*)
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Quienquiera que se desplace por la porteñísima Avenida de Mayo, habrá de detenerse aunque más no sea un momento û ante un edificio que se destaca en el número 1370. Conviene cruzar a la vereda de enfrente para observarlo con mejor atención.

Es el Palacio Barolo, inaugurado durante el año 1923. Obra del arquitecto italiano Mario Palanti financiado por su compatriota Luis Barolo, de quien toma nombre el singular edificio. En la ciudad de Montevideo (Uruguay) hay un edificio muy similar el Palacio Salvo û construido por el mismo arquitecto.

El Palacio Barolo fue en aquel entonces, el edificio más alto de la ciudad de Buenos Aires, considerándoselo el primer rascacielos de Sudamérica. Tiene un total de 24 plantas estructuradas en 22 pisos y 2 subsuelos.

Todos los años, en los primeros días de junio a las 19.45, la Cruz del Sur se ve alineada con el eje de la torre del Barolo, que remata en un faro giratorio, del que la historia afirma que fue originalmente diseñado para ser utilizado como faro aéreo ya que era visible desde Uruguay. Pero quienes analizamos la simbología, comprendemos que hay allí una señal de una gran luminosa antorcha; revelando que se trata de un lugar sagrado. Ya veremos por qué.

Referencias
Siempre resultó llamativo el hecho de que la construcción se encuentra íntimamente relacionada con la Divina Comedia, escrita por Dante Alighieri y que a eso se debe que la arquitectura se encuentre plena de simbolismos al respecto y con claras referencias a los tres mundos a los que se refiere Dante en su obra: Infierno, Purgatorio y Paraíso.

Entre varios de esos simbolismos, encontramos que los 100 metros de altura que posee coincide con la cantidad de cantos que constituyen el poema y sus 22 pisos remiten a la cantidad de estrofas que hay en la Divina Comedia. ¿Qué llevó al arquitecto y su financista a invertir en una lámpara brillando en lo alto de la cúpula, allá a cien metros sobre la calle? La respuesta posible es una sola: porque en realidad, idearon el lugar para que los restos mortales de Dante Aliguieri descansaran allí.

A primera vista parecería un franco despropósito, pero al estudiar el tema con suficiente detenimiento, pronto se advierte que el asunto cobra sentido. Tras la muerte del escritor italiano en 1321, sus restos fueron robados y recuperados. Los frailes habrían sacado los huesos de la urna original para ocultarlos: esto ocurrió en 1810, en pleno período napoleónico, cuando se impuso el abandono inmediato de toda orden religiosa.

La urna fue entonces tapiada en el oratorio adyacente y nadie supo nada durante muchos años. Durante muchos años, quienes visitaban la Tumba del Gran Poeta visitaban en realidad una tumba vacía. Finalmente, el 27 de mayo de 1865, un obrero encontró la urna durante las obras de renovación para las celebraciones del sexto centenario del nacimiento de Dante.

Más tarde, un estudiante de Rávena, Anastasio Matteucci, tradujo la inscripción de la urna y gritó de asombro: ¡los huesos de Dante estaban allí, no en la tumba! Su cuerpo fue luego reensamblado, expuesto al público dentro de una urna de cristal y luego enterrado (de nuevo) dentro de un pequeño templo que entretanto fue construido por el arquitecto Camillo Morigia; obra que puede visitarse en la actualidad.

Frente a todos estos acontecimientos, ¿puede aceptarse razonablemente que lo que se encuentra allí son los despojos de quien en vida fuera Dante? Bien pudieron Palanti y Barolo estar en conocimiento de otros datos por los cuales les fuera posible convertir al edificio en la nueva tumba del poeta.

Más todavía, ¿cómo estar seguros que no fueron traídos en el más absoluto secreto û y se encuentran en algún lugar del edificio? Una construcción que cuenta con más caracteristicas peculiares que las que suelen comentarse. Por ejemplo, muy pocos conocen que en lo profundo, en los cimientos, corre un arroyo de aguas cristalinas que bien puede observar quien haya sido autorizado a ingresar en esas profundidades, como lo ha hecho quien esto escribe.

En lo alto de la Ciudad de Buenos Aires, la luz que simboliza la antorcha encendida del Palacio Barolo rinde honores al Dante. En lo profundo, bajo la tierra, el arroyo que lleva las aguas sin impedimentos. Agua, el disolvente universal, según los alquimistas.

CUSTODIADO POR LA FE
VÍNCULOS CON LA RLIGIÓN CRISTIANA Y LOS PAPAS

El escritor y poeta italiano Dante Aliguieri, cuyo nombre real era Durante di Alighiero degli Alighieri, nacido en Florencia, el 29 de mayo de 1265, es reconocido por ser el autor de la Divina comedia, una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista tanto como una de las cumbres de la Literatura Universal.

Un aspecto característico de esta obra, es la relación que posee con la religión católica. Distintos Papas a lo largo de la historia, han expuesto sus opiniones y pensamientos acerca de este escrito. Cuando se estaba celebrando los 750 años del nacimiento de Dante Alighieri, el Papa Francisco compartió su opinión sobre la obra, diciendo que esta puede ser leída “como una verdadera peregrinación”.

Además, durante la clausura del Concilio del Vaticano, Pablo VI dedicó al poeta la Carta Apostólica ‘Altissimi cantus’, en la que dijo: “¡Nuestro es Dante! Nuestro, queremos decir, de la fe católica”.

Tras su deceso el 14 de septiembre de 1321, Dante fue sepultado en la Basílica de San Francisco, en el centro de Rávena, Italia. Pero ocurrieron cosasà Inicialmente Dante fue enterrado en un sarcófago de mármol de Carrara que estaba colocado dentro del claustro de Braccioforte, pero a finales del siglo XV, fue trasladado al lado oeste del mismo

.León X, junto con Miguel Ángel, envió una delegación para recuperar los restos con la finalidad de darle nueva tumba; esta vez en Florencia. Fue cuando surgió el primer hecho extraño: el sarcófago estaba vacío. Encontraron un agujero por dónde los frailes franciscanos habían tomado los restos para salvarlos y, una vez que los devolvieron al sarcófago, este fue trasladado al interior del claustro para que pudiera ser custodiado constantemente.

(*) Doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. Magister en Psicoanálisis. Pte. Asoc. Arg. Parapsicología y de la Asoc. Junguiana Argentina.