Las mentiras tienen patas cortas
A pesar de los rumores que circulan, el Gobierno de la Ciudad y la Iglesia habían acordado que, cuando volviera la actividad a nivel espectáculos, el Luna Park dejaría de ser un centro de vacunación para convertirse, nuevamente, en el "templo" del entretenimiento.
Por Alicia Barrios
@alicia_barrios
No existe conflicto entre la jerarquía eclesiástica y el Gobierno de la Ciudad por el desalojo del vacunatorio en el Luna Park. Hay un convenio que se firmó entre el estadio, por medio del Arzobispado de Buenos Aires, y Horacio Rodríguez Larreta, que deja en claro que cuando se pudieran realizar actividades y espectáculos se daba por finalizado el acuerdo.
Es lógico que por cuestiones sanitarias en un lugar donde se concentra público es imposible que al día siguiente se vacune. Por ese motivo, al abrirse la posibilidad de hacer eventos, la productora artística a cargo del Luna Park regresa a su ritmo habitual.
A cambio, la Iglesia de Buenos Aires puso parroquias y escuelas a disposición para seguir adelante con el plan de vacunación. No existe ninguna otra razón por la cual se interrumpa el ciclo de vacunación en el Luna. Lo único que existe detrás de esta información es una maniobra distorsiva que alienta una noticia falsa. Desde ya, nada de esto es gratis.
Hay poderosos intereses que se coinciden en intentar embarrar el cuadrilátero. La dueña del Luna Park, Ernestina de Lectoure, única y poderosa, quien murió a los 95 años, legó el mítico estadio por partes iguales a Cáritas y a los salesianos. Un gesto noble, que en realidad trae más problemas que beneficios a los herederos.
Fue declarado monumento nacional, que bien se lo merece, pero dejó de tener el mantenimiento que supo tener en sus años de gloria. Ya no pelea Locche en el Luna Park.
POR A.B.