La película que se filma afuera y es vital acá: vacuna vs. rebrote de coronavirus
Por Nico Kischner.
Ahora que el canal de cable AXN decidió volver a pasar en Argentina la serie de 2014 Helix, la ficción ofrece en la caja boba, y por qué no en modernos celulares, computadoras o tablets también, una versión de pandemia en tiempos modernos que, sin juzgar el morbo de nadie que decide verla para relajarse de diarios y noticieros, ofrece diferencias y similitudes con lo que está ocurriendo en la realidad.
Está claro que en la pantalla los muertos no mueren, sino que después del "corten", a lo sumo se van a limpiar la sangre de utilería. Y, más allá de compartir la existencia de un virus que más temprano que tarde intenta hacer extragos en todo el mundo, en la serie hay íntrigas, traiciones y un grupo de científicos que lucha por llegar lo antes posible a descubrir la cura.
¿Y en la realidad? Bueno, en la realidad del coronavirus también hay intrigas, traiciones y varios grupos de científicos que luchan por llegar lo antes posible a descubrir la cura, ya sea en forma de vacuna, para evitar de una vez por todas el problema, o de un tratamiento efectivo que permita bajar la cantidad de muertos en el mientras tanto.
Pero en la vida de verdad, y no de ficción, la lucha tiene otro enemigo. El rebrote. Si la película del coronavirus va sumando sagas desde fines de 2019 en el mundo, para no ponernos muy exigentes a la hora de saber cuándo fue el primer caso o cuánto tardaron los chinos en darlo a conocer, los últimos capítulos tendrían como eje esa disputa invisible.
En un rincón, si de pelea se trata, la aparición de nuevos casos masivos en Asia, Europa y Oceanía mientras acá todavía estamos transitando a los tumbos la primera oleada. Y en el otro, la comunidad científica trabajando contrarreloj para no saltear protocolos y poder llegar a la meta antes que el villano.
Argentina es hoy un observador lejano del rebrote ajeno al otro lado del mundo y un partícipe necesario, pero no protagonista principal por varios razones lógicas que sería muy largo explicar, de la lucha por encontrar la vacuna.
Es difícil saber a ciencia cierta, si de ciencia hablamos, cuán avanzados están realmente cada uno de los proyectos porque, más allá de la seriedad incuestionable de los profesionales que están a cargo de las respectivas investigaciones, cuando se amplía el abanico de personajes entran en juego otros valores y hasta se podría decir que se contaminan las muestras, por jugar de nuevo con un término científico.
La Organización Mundial de la Salud dio a conocer que actualmente hay en desarrollo más de 175 vacunas en todo el mundo, de las cuales alrededor de 30 están siendo probadas en humanos. En general no es tarea de un único país o empresa y las pruebas suelen hacerse en más de un territorio. Algunas son 100% innovadoras y otras se basan en productos previos.
Oxford, por ejemplo, pasó de ser la simpática universidad donde hace muchos años un Diego con mechón rubio y traje hacía jueguitos con una pelota de golf, a una de las palabras que más apariciones tuvo en los medios en los últimos días. Es que allí se está gestando con la participación de la firma sueca-británica AstraZeneca una vacuna que ya fue aplicada, al parecer, con buenos resultados a 17 mil voluntarios de Gran Bretaña, Brasil y Sudáfrica.
En este último grupo hubo un argentino, Pablo Berra, quien hace días contó su experiencia en una nota publicada por Crónica. "Estoy seguro de que va a funcionar bien", detalló quien nació en Lomas de Zamora, vivió gran parte de su vida en Santiago del Estero y hace 12 años partió rumbo a Johanesburgo.
Pero la vacuna que por ahora tiene más anclaje local es la de Pfizer y BioNTech, ya que a principios de julio se anunció, con visita de representantes de ambas compañías a Olivos y foto con Alberto Fernández incluida, que Argentina será uno de los países elegidos para el testeo, después de exitosos estudios previos en Alemania y Estados Unidos.
Jansen, de la compañía Johnson & Johnson, la firma biofarmacéutica MSD y el laboratorio Sanofi Pasteur, por nombrar sólo a un puñado de los que tuvieron más relevancia en las últimas semanas, ya pasaron con éxito las primeras fases de las pruebas.
Estados Unidos y Rusia juegan su versión actualizada de la Guerra Fría con anuncios a la altura de los que están acostumbrados a hacer líderes tan peculiares, para no herir susceptibilidades, como Donald Trump y Vladimir Putin.
Las autoridades rusas dieron a conocer que aprobarán una vacuna contra el Covid-19 el 10 de agosto o incluso antes. En tanto que 30.000 voluntarios participan desde esta semana del estudio más grande del mundo testeando las dosis desarrolladas por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y Moderna. Y China también se suma a la batalla con los ensayos efectuados por el Instituto Científico Militar y la compañía CanSino Biologics.
¿Habrá más de una formula del éxito? ¿Quién llegará primero y cuándo lo hará? ¿Cuánto le saldrá la vacuna a la gente una vez que esté lista? La última es la única de las preguntas que, por ahora, tiene una respuesta. Según lo que publicó Alejandra Gallo hace unos días en su columna de Crónica, en el mercado estiman que la vacuna en un principio podría ser hasta un 30% más barata que algunas que se utilizan como antigripales, que en general cuestan por dosis entre 16 y 25 dólares.
Con el anuncio de la extensión de una nueva cuarentena ya formalizado en Argentina, la búsqueda de la vacuna en pleno desarrollo y un exterior que empieza a dar señales de rebrotes en Japón, Vietnam, España, Italia, Gran Bretaña y Australia, entre otros territorios, desde este lado del mundo no queda otra que aguardar por un final feliz haciendo lo posible para que cuando llegue, nos encuentre a todos en el mejor estado posible.