Pasaron 25 años desde que Carlos Jáuregui murió. Su legado es orgullo y visibilidad, es lucha por los derechos de la igualdad, es debate, inclusión, diversidad plena.

En la Ciudad de Buenos Aires, se instauró el 20 de agosto como el Día del Activismo por la Diversidad Sexual en homenaje a Carlos, que ya se tomó como estandarte a nivel nacional. Quienes lo conocimos sabemos que Jáuregui era más que un simbolismo, era militancia y orgullo como respuesta política. 



Carlos puso el cuerpo en cada instante, en épocas que, a pesar de estar ya en democracia, seguíamos siendo perseguides, detenides, violentades por la policía, sin derechos. Carlos nos enseñó a otres militantes a incluir, a debatir, a intercambiar experiencias y saberes para llegar a logros colectivos.

Carlos Jáuregui fue une de les fundadores de la Comunidad Homosexual Argentina en 1984. Luego de renunciar, armó Gays por los Derechos Civiles desde donde militó hasta su muerte; desde allí impulsó, junto con muches compañeres, la Primera Marcha del Orgullo que, desde entonces, es bandera de diversidad cada año, cuando marchamos desde Plaza de Mayo al Congreso de la Nación, porque vamos desde donde está el Poder Ejecutivo (en Casa Rosada) hasta donde está el Poder Legislativo (Plaza Congreso) “para exigir las leyes de la igualdad”, como supo decir tantas veces.



Como animal político, Carlos participó de transformaciones que verían la luz muchos años después: trabajó para incluir en el artículo 11 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires; que la “orientación sexual” sea considerado también un pretexto discriminatorio -algo que no contempla aún la Constitución Nacional-; también fue une de les que promovieron encontrarnos a debatir en los que hoy se recuerda como “Las Charlas de Tasmania”, donde se definió la realización de encuentros nacionales de diversidad –participó del 1º, realizado en abril de 1996, en la ciudad de Rosario–, trabajó entonces por una ley de “unión civil”, que garantizara derechos igualitarios para que a nadie más le ocurriera lo que le había pasado a él: cuando su pareja Pablo Azcona falleció, la familia lo echó del departamento que compartían, ya que no había “nada legal” que garantizara su derecho a heredar como viudo.

Recordarlo a Carlos Jáuregui hoy, a 25 años de su muerte, es recordar ese camino que trazó de militar con orgullo, desde la visibilidad, siempre enriqueciéndose de les compañeres, siempre compartiendo sus saberes y los logros con toda la comunidad activista LGBT+, siempre instándonos a ir por más porque como escribió en su última nota –en la revista NX. Periodismo gay para todos–, sobre la última Marcha del Orgullo en la que participó (el 28 de junio de 1996): “Ya no existe muerte que nos venza. Nunca”.