Por José Narosky.

“Impedir a un poeta su canto, es como poner cerrojo a una ilusión”.

Aludiré, hoy, a una voz única y vibrante en la lírica argentina. Fue además, multifacética. El talento siempre lo es. Me refiero a Alfonsina Storni. Trabajó como obrera, artista de teatro y maestra rural en Coronda, en la Provincia de Santa Fe. Cultivó también el periodismo.

Alfonsina dejó, entre sus papeles inéditos, el relato de un episodio que le había sucedido un mes antes de morir. Viajando en un medio de transporte, notó que un joven que ocupaba su mismo asiento, tenía en sus manos uno de sus libros: “Languidez”.

Agregaba Alfonsina, que había sentido una especial emoción. Dudó, por timidez, si dirigirle la palabra o no al abstraído lector. Pero su curiosidad femenina pudo más. Sin identificarse le dijo: -Perdóneme joven, ¿está leyendo un libro de poemas?. -Sí, repuso este. Un libro de Alfonsina Storni.

-Lo veo muy concentrado en la lectura. ¿Le agrada realmente?.

-No sólome agrada, terminó diciendo el joven, sino que ha jugado un gran papel en mi vida. Lo releo permanentemente. ¡Siento por esta poeta una admiración total!!!.

Alfonsina Storni no pudo agregar nada.

Al descender, estrecho fuertemente la mano del joven y sólo atinó a decirle. -Gracias. Muchas gracias.

Un mes después se internaba en el mar. Como si necesitase tan majestuoso marco, para despedirse de la vida.

Y estando yo en una ocasión en Mar del Plata, paseando por el ancho veredón que bordea la playa La Perla, observaba el monolito que, junto al mar, recuerda la memoria de Alfonsina Storni, que un día 25 de octubre de 1938 decidió “mirarnos desde el cielo”. Su muerte prematura –tenía solo 46 años- enlutó a su patria, a su familia, a la poesía.

Ella nació en Suiza un 22 de mayo 1892, pero fue argentina, por amor a esta tierra, por alma, por vocación. Llegó a nuestro país cuando solo contaba 4 años de edad, radicándose con sus padres en Rosario. Con la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou, constituyen la trilogía de grandespoetas latinoamericanas.

La temprana muerte de Alfonsina Storni trajo a mi memoria, la muerte de otros grandes poetas argentinos y de la literatura universal, también desaparecidos prematuramente, algunos de ellos, antes de los 30 años.

Tal el caso de Evaristo Carriego, un entrerriano que cantó al arrabal porteño. Carriego murió en 1912. ¡Tenía solamente 29 años!. Y no llegaron a cumplir 35 años los dos grandes poetas románticos españoles: El sevillano Gustavo Adolfo Becker, el de las famosas Rimas y José de Espronceda.

Y otro gran escritor, también español, Federico García Lorca, exquisito poeta granadino, que fue fusilado en su tierra a los 38 años, durante la Guerra Civil Española.

Claro que todos estos poetas, aunque ya no laten, siguen haciendo latir. Por eso, pensando en toda la belleza, que la temprana muerte de estos gigantes de la lírica, impidió dar al mundo, llegó a mi mente este aforismo:

“¡Cuánta poesía murió, sin escribirse!”.

Por J.N.