Por Eduardo Gallardo
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Es una verdad irrefutable que cualquier ciudadano de este planeta soñó o se le cruzó la idea de ganarse la lotería o, en su defecto, alguno de los distintos juegos millonarios implementados recientemente. A unos pocos los tocó la varita mágica de la suerte, y la gran mayoría quedó penando y esperando que algún día fueran ellos los que festejen. Relacionado con lo primero, recogimos dos historias de ganadores bastante particulares, una feliz y la otra impensada e inadmisible. Veamos cada una de ellas:

“Primero hay que saber sufrir...”

Frane Selak nació en 1929 en Petrinja, al sur de Zagreb, en Croacia y trabajó como profesor de música hasta que se jubiló. Sin embargo, el caso de Fran Selak es digno de estudio y es que el hombre esquivó la muerte en varias ocasiones para después ganar la lotería a los 74 años de edad. Toda una vida de infortunios que no se vio recompensada hasta el 2003, cuando cumplió 74 años y ganó el premio gordo de la lotería.

El hombre ganó el premio mayor de la lotería de Croacia: cerca de 800.000 euros. El primer suceso fue en 1962 cuando viajaba en tren de Sarajevo. Los vagones se descarrilaron y cayeron sobre un río congelado. Allí 17 personas fallecieron ahogadas, pero él solo se rompió un brazo y sufrió de hipotermia tras nadar para salvarse. En 1963, Selak volaba en un avión al que repentinamente se le abrió la puerta y él salió disparado al vacío. Sin embargo, cayó sobre un tejado de paja. La aeronave se estrelló minutos después y murieron 19 personas.

Tres años después, en 1966, el autobús en el que iba se desvió del camino y cayó del puente por donde cruzaba, matando a cuatro pasajeros, menos a Selak que se salvó nadando hacia la orilla. Durante cuatro años no tuvo ningún problema, hasta que en 1970 la muerte volvió a merodear por su puerta. Frane iba conduciendo con su vehículo cuando de repente este se incendió. A pesar de lo sucedido, el croata logró salir del coche sano y salvo. En 1995 fue atropellado por un autobús cuando cruzaba una calle en Zagreb, pero solo sufrió heridas menores.

Un año después, en 1996, se salvó por los pelos de una colisión múltiple contra un camión de las Naciones Unidas; la barrera de seguridad de la carretera impidió que cayera un abismo de casi 100 metros. Pero en 2003 la suerte llamó a su puerta y a partir de ahí su felicidad fue total.

Dilapidó una fortuna

A la edad de 19 años, la suerte le sonrío a Michael Carroll y se convirtió en millonario. El joven, que trabajaba como basurero, logró hacerse con un premio de 9,7 millones de libras esterlinas (11,16 millones de euros) tras comprar un único boleto de una libra en el año 2002. Sin embargo, según Daily Mail, Carroll malgastó su dinero en alcohol, drogas, prostíbulos, autos de carreras y vacaciones y en 2013 ya estaba en bancarrota y cobrando un subsidio mientras buscaba un trabajo.

Su historia nos demuestra que es imprescindible ser prudentes después de ganar la lotería. Cuando ganó el premio, Michael trabajaba de basurero y estaba esperando un bebé con su novia de por entonces, Sandra Aitken. Sin embargo, no tardó en rodearse de malas compañías y a despilfarrar su dinero. Cabe destacar que Michael procedía de una familia muy humilde y de clase trabajadora, pero algo desestructurada. Su padre fue detenido y tuvo que cumplir una condena de once años de cárcel por apuñalar a una pareja tras una pelea, por lo que fue una figura ausente durante gran parte de su infancia.

Según Daily Star, Michael gastó su dinero en drogas, alcohol y sexo con prostitutas. Carroll llegó a hacerse conocido por armar fiestas escandalosas llenas de mujeres desnudas que llevaban cocaína en bandejas. “En cada habitación de mi casa la gente estaba en orgías. Las mujeres simplemente se me acercaban y me ofrecían sexo. Las chicas se quitaban toda la ropa y servían cocaína en bandejas de plata”, aseguró.

A pesar de lo sucedido Michael aseguró que no se arrepiente de lo vivido y que no haría nada diferente. “Fueron los mejores 10 años de mi vida”, dijo. En 2013, Michael se declaró en bancarrota y pasó tres meses en un hospedaje para personas sin hogar después de no encontrar trabajo. Actualmente, trabaja como repartidor de carbón y madera: “Vivo un estilo de vida bueno y libre ahora, y soy más feliz porque recuperé mi vida, soy un ganador de la lotería sin piel”, aseguró