Un inesperado derrumbe en el acantilado de Pipa, en Río Grande do Norte, en  Brasil, terminó con la vida de una joven familia, junto a su perro, que descansaban a la sombra cuando todo colapsó, quedaron bajo los escombros y murieron a causa de las heridas.

El tremendo hecho ocurrió al mediodía de este martes cuando Stella Souza (33), Hugo Pereira (32), Sol, su bebé de 7 meses, y su mascota Brisa llegaron a la playa para pasar juntos su día no laboral, pese a las advertencias sobre los riesgos del acantilado. La familia se quedó bajo su sombra y cuando comenzó a derrumbarse, quedaron atrapados.

Quienes presenciaron la terrible escena intentaron salvarlos. Al sacar los escombros, encontraron el cuerpo de la madre, quien abrazada al bebé en un intento de protegerlo de la caída. Si bien el pequeño seguía con vidano resistió a las heridas y murió horas después.

“Excavamos hasta que encontramos al padre, y luego encontramos a la madre y al niño. El bebé todavía respiraba. Por casualidad, un médico pasaba por aquí en ese momento. Intentó revivir al nene, pero ya no pudo hacerlo”, declaró el empresario naútico Igor Caetano, testigo del accidente, al sitio G1.

Stella y Hugo cumplieron el sueño hace menos de un año de abrir su hostel "Morada Brisa" a pocos metros de las playas paradisíacas de Pipa, que recibía a unas 7 mil personas por día en temporada de alto verano.

Al llegar la pandemia por coronavirus, sin embargo, el flujo de huéspedes en el alojamiento de la pareja se vio interrumpido. “Hemos optado por proteger a los que viven aquí y luego, con tranquilidad y seguridad en el momento adecuado, volveremos con amor”, afirmó la pareja en una publicación en el sitio oficial del hostel.

Hugo, por su parte, se había hecho conocido en Brasil por viajar por todo el país en una combi volkswagen junto a su perra en 2016. En un año, recorrieron 14 mil kilómetros y visitaron 15 estados brasileños.

La familia disfrutaba de su día libre cuando ocurrió el derrumbe.

El peligro del acantilado de Pipa

“Nací y me críe aquí y esto siempre ha pasado, pero cada vez más el mar está destrozando más el acantilado. Vemos turistas disfrutando de la sombra de los acantilados y les pedimos que se vayan porque sabemos el riesgo”, dijo un pescador al mismo medio.

Según el municipio de Tibau do Sul, al que pertenece Pipa, se colocan carteles para advertir de peligro pero la marea se los lleva. 

Ante las repecusiones de la muerte de la familia, el secretario de comunicación del municipio, Fábio Pinheiro, declaró que habían alertado a las víctimas de los riesgos por un funcionario municipal poco antes del accidente.

Hugo y Stella, junto a su bebé de 7 meses.