Una mujer de 22 años oriunda de Reino Unido consultó al médico por un fuerte dolor de garganta, pero recibió un mal diagnóstico y la realidad la dejó de devastada.

Ella se acercó al médico por una molestia en la garganta y tras la revisión le dijeron que tenía amigdalitis, pero algo estaba mal y ella lo sabía. Por eso comenzó a investigar por su lado y descubrió que padecía una terrible enfermedad.

La chica había estado enferma durante todo un mes, sus sintomas eran dolor de garganta, vómitos, sudores nocturnos y repentina pérdida de peso. 

Todos estos sintomas eran muy fuertes para que se trate solo de una amigdalitis y los remedios que le recetó el doctor no eran suficientes para lo que le estaba ocurriendo. 

Chloe-Leigh Todd es el nombre de la victima que recibió un mal diagnóstico y fue ella misma quien comenzó a buscar en Google respuestas para lo que le estaba sucediendo: “Busqué en Google mis síntomas, sudores nocturnos, fatiga, hematomas, etc., y la leucemia apareció como el primer resultado de la búsqueda”, dijo la mujer, en diálogo con Daily Mail.

Luego de hacerse miles de estudios los resultados fueron anormales y los médicos confirmaron que en realidad se trataba de una leucemia. Fue entonces cuando los especialistas le dijeren que le quedaban pocos días si no iniciaba su tratamiento. 

Al día siguiente, la mujer acudió al Hospital Newcastle Freeman y finalmente pasó por seis rondas de pesadas quimioterapias y un trasplante de médula ósea.

Tras dos años de tratamiento la mujer se pudo recuperar y ahora disfruta de una vida junto a su hijo: “Cuando el médico lo confirmó, pensé que me iba a morir (…). Estaba feliz de tener el diagnóstico, pero me quedé insensible, escucharlo es una gran diferencia. Los médicos le dijeron a mi madre en una habitación diferente, ella se derrumbó, podía escuchar a mi madre gritar”, expresó la mujer.

La mujer durante el proceso de sanación y luego sana disfrutando de su hijo.
La mujer durante el proceso de sanación y luego sana disfrutando de su hijo.

El cáncer estaba en todas partes en mi sangre. Los médicos me dijeron que no sabían si la quimioterapia ayudaría, pero que estaban dispuestos a intentarlo. La parte más difícil de todo es que pensé que no estaría aquí para ver crecer a mi hijo”, confesó la mujer.