A medida que van avanzando las diferentes cepas del coronavirus a lo largo y lo ancho del mundo, se van conociendo cada vez más los síntomas de la enfermedad y en especial, las consecuencias una vez que pasó por el cuerpo humano.

En los últimos meses hubo un incremento notable de malestares que sufren diferentes mujer y hombre de disinto países y que no terminan a las dos semanas de haberse contagiado e inclusive pueden seguir presentes después de recibir un test PCR posterior a una infección leve.

Estudios recientes afirman que más del 60% de las personas que tienen Covid-19 experimentan anosmia, que es una pérdida parcial o total del olfato que puede ir acompañada del gusto.

La semana pasada se viralizó una nueva condición de aquellas personas que atravesaron el coronavirus, que consta de cambios y distorsiones en la percepción normal de los olores y se denomina parosmia.

Este domingo se conoció la historia de Clare Freer, una mujer inglesa de 47 años, que padeció este transtorno olfativo y su vida calidad de vida se vino en picada. 

Clare Freer perdió el gusto y rechaza varias de sus comidas favoritas.

La mujer explicó que le dieron el test positivo en marzo de 2020 y aunque recuperó el olfato en mayo, ya en junio comenzó a sentir que varias de sus comidas favoritas despedían un olor rancio.

Clare apenas soporta comer un sandwich de miga.

La situación lejos solucionarse le generó más malestares, al descubrir que el aroma del café, distintas frutas, la pasta de dientes o el horno le provocaban intensas náuseas.

Pero lo que más llamó la atención es el relato que hizo sobre los cambios de los olores y cómo eso generó que ni siquiera pueda besar en la boca a su pareja ya que experimenta un olor repugnante, rancio, desagradable, parecido a un producto químico.