En febrero de 2007, la astronauta de la NASA Lisa Marie Nowak, que vivía en Houston, Texas, no iba a subirse a un transbordador como lo hacía siempre en su trabajo, si no queiba a emprender un largo viaje en su pequeño BMW con un fin tenebroso. 

Su víctima era la ingeniera militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Colleen Shipman, a quien abordaría en el aeropuerto internacional de Orlando, Florida. Nowak no superaba que esa mujer hubiera iniciado una relación con su examante, el también astronauta de la  NASAWilliam Oefelein.

Este triángulo amoroso que estuvo a punto de ser un crimen expuso por primera vez a dos astronautas en las noticias por algo que no fueran los viajes espaciales y puso en cuestión también la manera en que la NASA peritaba psicológicamente a su personal.

El astronauta William Oefelein había sido pareja con Nowak y la abandonó para iniciar una relación con Shipman.

También esta historia tuvo un detalle por el que este caso lo recordarían en todo Estados Unidos. Se dijo que la astronauta Nowak llevó puesto un pañal que usan los cosmonautas en el espacio, durante su viaje desde Texas hasta Florida, pero este rumor no fue confirmado. La prensa calificó a Nowak como "la astronauta celosa".

El astronauta Oefelein, entre dos amores

En diciembre de 2006 el transbordador Discovery despegó de la de la Estación Espacial Internacional en la misión STS-116, el piloto era William Oefelein, de en ese entonces 41 años. En el mismo lugar del despegue, en Cabo Cañaveral, se encontraba, junto a algunos familiares del piloto, su novia, Collen Shipman.

La pareja se había conocido un mes antes en una fiesta en Orlando y habían comenzado una relación. Shipman, que contaba en ese entonces con 29 años, no se imaginaba que iba a vivir uno de los momentos más horribles de su vida.

Pero, la mujer algo intuía que estaba pasando. Por esta razón, cuando la relación se estaba poniendo seria le consultó a su pareja: “¿No va a aparecer alguna loca en mi casa tratando de matarme, no?”. A lo que él contestó rápidamente: “No, no tenés nada de qué preocuparte”.

El astronauta se equivocaba

Los medios estadounidenses realizaron una crónica en la que descubrieron que Oefelein y Nowak habían tenido un vínculo amoroso hasta el momento de conocer a Shipman. El hombre y la mujer de la NASA, que no realizaron nunca misiones espaciales juntos, se habían conocido en un período de entrenamiento en el invierno de 2004 en Canadá.

A partir de ahí, comenzaron una relación que tuvo que ser obligadamente oculta ya que, si bien él estaba divorciado, ella, de 44 años, estaba casada en el momento en que comenzó a frecuentar a su colega.

Una odisea con tintes telenovelescos

El astronauta terminó con Nowak cuando conoció a Shipman y le hizo saber a su colega que salía con la ingeniera de la Fuerza Aérea en enero de 2007. De acuerdo con declaraciones de Oefelein a los investigadores, consignadas por Reuters, la exnovia del piloto del transbordador estaba “decepcionada” con la noticia, pero parecía aceptarla.

Pero, en verdad,  Nowak no habría aceptado de muy buena gana este final de la relación. La astronauta, a su regreso de la misión STS-121 del Discovery, en julio de 2006 apuró los trámites del divorcio de su marido -luego de 19 años de matrimonio- para pasar el resto de su vida con Oefelein.

Como tenía la clave de su e-mail, Nowak se metió en esa cuenta en busca de los mensajes que intercambiaba él con su rival amorosa. Los correos entre ambos viraban de lo amoroso a lo sexual.

“Tendré que controlarme cuando te vea. El primer impulso será arrancarte la ropa, tirarte al suelo y amarte como el infierno”, escribía, por ejemplo, Shipman.

“Realmente me tenés tan alrededor de tu vida que ni siquiera puedo funcionar sin vos acá, y cuando estás conmigo, soy un poco más inteligente que una babosa”, respondía él.

Shipman vivía en Florida. Oefelein, al igual que Nowak, en Houston. En otro de los mensajes hallados en la cuenta que espiaba, la astronauta descubrió que el primer fin de semana de febrero de 2006, la nueva novia de su ex lo visitaría en su departamento de la ciudad texana y pasarían un par de días juntos.

Fue entonces cuando Nowak planeó un ataque, tan violento como descabellado.

El ataque de Nowak

La astronauta imprimió los mails que le daban los detalles del vuelo de regreso de Shipman a Florida y salió de Houston en su auto horas antes de que despegara el avión de la novia de su ex. Recorrió 1500 kilómetros sin parar.

"La astronauta celosa" tenía puesta una peluca negra -ella era castaña- y un abrigo que le cubría todo el cuerpo, como para que nadie pudiera identificarla.

Llevaba consigo una serie de armas y otros objetos de los que luego intentaría deshacerse: una pistola de aire comprimido, una cuchilla, un martillo, tubos de plástico, guantes de látex y un aerosol de gas pimienta, entre otras cosas.

Finalmente, cuando la ingeniera de la Fuerza Aérea se dirigió a buscar su auto en el estacionamiento del aeropuerto, la empleada de la  NASA comenzó a perseguirla.

Shipman sospechó que alguien la seguía porque, según declaró después, escuchaba el roce de unos pantalones moviéndose detrás suyo.

Nowak fingió estar desesperada porque su novio no la había ido a buscar al aeropuerto y le preguntó a Shipman si podía llevarla.

La joven, asustada, se negó, pero al ver que Nowak, parada fuera del auto, lloraba, se apiadó y bajó la ventanilla. Pero Nowak aprovechó y le roció la cara con gas pimienta.

Con la vista nublada, la víctima de la astronauta pudo salir del estacionamiento. “Ella me atacó con lo que se sintió como un ácido -diría Shipman más tarde, en la justicia-. Pisé el acelerador y me pregunté si habría un arma apuntándome a la cabeza”.

La mujer pudo llamar a la policía, que detuvo un rato después a Nowak, a quien hallaron arrojando una bolsa a uno de los tachos de residuos del aeropuerto, donde había puesto sus armas, la peluca y el abrigo con el que pretendía ocultar su identidad.

Investigación y sentencia

Luego, los investigadores encontraron en el auto de la atacante planos con indicaciones para llegar a la casa de Shipman, algunos mensajes de correo electrónico que se intercambiaban Oefelein con a ingeniera de la Fuerza Aérea, y una carta escrita por la astronauta dirigida a la madre de su ex, en la que la mujer señalaba que amaba a a ese hombre "más de lo que creía posbible".

Nowak fue detenida inmediatamente, acusada de “intento de asesinato”. Pero salió en libertad a la espera del juicio al poco tiempo, mediante el pago de una fianza de 25.000 dólares. Debía llevar una pulsera electrónica.

La mujer, que se convirtió en la primera astronauta de la NASA en ir a prisión, trató de rebajar su acto, y señaló entonces que solo quiso “asustar” a Shipman, y luego admitió que le parecía que había hecho “algo estúpido”.

La sentencia determinó que la Nowak debía pagar 25.000 dólares de fianza y a realizar 50 horas de servicio comunitario.

En un principio, la NASA suspendió a la empleada por 30 días y la vetó para hacer vuelos espaciales, pero más adelante la expulsó y rebajó de su rango de Capitán a Comandante, con la que bajó además su sueldo y la pensión de retiro.

Luego de este episodio, los tests psicológicos en la agencia espacial se realizan cada año.

En ese sentido, los psicólogos que estudiaron el caso hablaron de “factores estresantes” que impulsaron el accionar de Nowak. “Ella tuvo que ser una supermamá cuidando a sus tres hijos al mismo tiempo que preparaba una misión espacial muy a la vista del público, algo que debió ser extraordinariamente estresante”, señaló al medio estadounidense ABC News Paul Siegel, psicólogo y profesor de la Universidad Estatal de Nueva York.

En noviembre de 2009, Nowak evitaría la prisión declarándose culpable de cargos menores en relación con su acto contra Shipman: robo con allanamiento de vehículo de tercer grado y delito menor de agresión. El juez del Condado de Orange, Marc Lube, basándose en la falta de antecedentes penales de la astronauta, la condenó a un año de libertad condicional.

Atrás quedaban los cargos por intento de homicidio, secuestro con la intención de infligir daños corporales, agresión grave y robo de un vehículo con un arma, que podrían haberla llevado a prisión por 30 años.

Además del año condicional, Nowak debería hacer 50 horas de servicio comunitario, y, por supuesto, mantenerse lejos de Shipman.

También, debía realizar un curso de manejo de la ira y escribir una carta a la mujer que había agredido, pidiéndole disculpas.

En efecto, Shipman declararía ante el mismo tribunal que seguía convencida de que la astronauta tenía intenciones de matarla aquella noche en el aeropuerto. La mujer declaró en ABC News: “Estaba en sus ojos: una expresión escalofriante de rabia ilimitada.”

Por último, la ingeniera de la Fuerza Aérea confesó que continuaba traumada tras los hechos y que, aun luego de tres años de contención psicológica, seguía sufriendo pesadillas, ansiedad y algunos problemas de salud, como presión alta y dolores en el pecho.