La trágica historia de Dana Plato: ¿Qué llevó a "Kimberly" de "Blanco y Negro" a terminar con su vida a los 34 años?
Un pasado tormentoso, una infancia que se terminó rápido con la obligación de memorizar sus papeles actorales, y una escalada sin descenso hacia las drogas y el alcohol. Este combo marcó el terrible destino de una de las protagonistas de la célebre ficción de los ochenta.
La muerte de Dana Plato, protagonista de la exitosa serie de la cadena NBC Blanco y Negro, fue una de las más conmocionantes del mundo del espectáculo estadounidense. El 8 de mayo de 1999, el cuerpo de la actriz y modelo de 34 años fue hallado sin vida en una casa rodante estacionada en Oklahoma. Su causa se caratuló como suicidio luego de que la autopsia arrojara que había sufrido una sobredosis tras consumir varias pastillas de sedantes.
Aunque su pérdida fue llorada por miles de millones de fanáticos de la telenovela que catapultó a la fama a figuras como Gary Coleman y Todd Bridges, lo cierto es que la artista llevaba varios años alejada de los sets de rodaje, las cámaras, y del interés público en general, motivo que la condujo a su estrepitoso final.
La imagen del querido y angelical personaje de “Kimberly Drummonds”, que tan bien le había asegurado el éxito en su temprana adolescencia en la televisión, se difuminó luego de que la actriz quedara embarazada a sus 18 años. Los productores desestimaron su idea de que la hija del millonario que había adoptado a los hijos de su difunta ama de llaves en la ficción tuviera un bebé, y decidieron dar por finalizado su contrato en 1986 con un final forzado bastante cliché en estos tiempos: un viaje de estudios a París.
Aquella situación le generó un golpe emocional muy fuerte del que nunca se recuperó. Sin embargo, el final de su carrera artística ya había sido anticipado mucho tiempo atrás a través de otras señales bastante notorias detrás de cámaras: un temprano estilo de vida lleno de excesos y adicciones al alcohol y las drogas.
Sin frenos: la razón que llevó a la estrella al estrellato
Dana Michelle Strain llegó al mundo el 7 de noviembre de 1964. A sus 3 años, fue adoptada por Dean Plato y Florine, luego de que su madre biológica –una joven adolescente que no podía hacerse cargo de sus responsabilidades maternas- la diera en adopción en su ciudad natal, Maywood, en California.
Su madre adoptiva reconoció en su risos dorados bien definidos y su dulce rostro infantil una fuente inagotable de dinero. Desde sus primeros años de vida, la anotó en cuanto casting pudiera. Con tan solo 7 años, Dana ya había protagonizado más de 100 comerciales.
A los 11 ya había debutado como actriz con su participación especial en un episodio de la seire El hombre nuclear (1975). Luego probó suerte en películas olvidables como Regreso a Boggy Creek (1977). Pudo haber sido protagonista de películas de gran renombre internacional como El exorcista o Niña bonita, pero la actitud sobreprotectora de Florine le impidió aquel gran salto.
Sin dudas, el papel que cambió su vida rotundamente fue el de “Kimberly” en Blanco y Negro, al que llegó cuando tenía tan solo 14 años. La jovencita de cabellos rubios y rizados, ojos celestes y sonrisa encantadora se devoraba la pantalla, pero, detrás de las cámaras, se escondían numerosos problemas personales que hicieron cada vez más difícil su participación en el show.
Su pasado como huérfana, sus peleas con su madre adoptiva, y exigente y prematura vida profesional, propiciaron que Dana entrara en una fuerte depresión y fueron la llave de acceso a las drogas y una vida descontrolada. Si con 14 años ya había sufrido su primera sobredosis de Valium, era de esperarse un angustioso futuro.
Sus apariciones en el set drogada y alcoholizada comenzaron a ser moneda corriente, hasta que, como mencionamos antes, a sus 18 se encontró con que estaba embarazada y se dio cuenta del inminente final de su personaje en la serie de comedia. Y con este, el paulatino apagón de su trayectoria mediática.
Tras el portazo que recibió por parte de la NBC sufrió otros golpes emocionales de los que jamás se pudo recuperar: su divorcio en 1988 con el rockero Lanny Lambert, quien además le quitó la custodia de su hijo a causa de sus adicciones, y la muerte de su madre adoptiva, Florine.
Abatida por la soledad, su problema con las drogas y el alcohol, y su alarmante crisis económica, buscó desesperadamente reinsertarse en el mundo laboral del espectáculo, sin frutos. La actriz posó para la revista Playboy, interpretó papeles secundarios en películas de escasos recursos y nulo reconocimiento como El principal sospechoso, Blade Boxer, Desperation Boulevard o Pacino Is Missing, y aparecía cada tanto en alguna película erótica de la época.
En 1991, luego de pasar unos meses trabajando como lavandera en Las Vegas, fue arrestada por robar un videoclub (se llevó 164 dólares) con una pistola de aire comprimido. Su nombre volvía a acaparar los medios de comunicación, pero esta vez, por sus sonados escándalos y el morboso tratamiento de su declive actoral.
Pese a que Wayne Newton pagó su fianza de 13 mil dólares y le compró su libertad condicional, Dana regresó a la cárcel en enero de 1992, luego de falsificar una receta de sedantes.
Años posteriores, con ayuda de algunas parejas y amigos, intentó mantenerse lejos de los estupefacientes y el alcohol y buscó encarrilarse a través de su inscripción a un programa de rehabilitación. Pero a pesar de sus intentos, la artista volvía al comienzo de su situación una y otra vez.
Su último novio fue Robert Menchaca. Le había ofrecido un estilo de vida más despojado y libre de ataduras. Juntos convivieron en una casa rodante en Florida hasta que la depresión terminó de consumir las energías de Dana y la llevaron a cometer su suicidio.