EL presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su par ruso, Vladimir Putín tienen su primer encuentro en Ginebra, Suiza, y se espera un tenso mano a mano ya que los lazos entre Washington y Moscú están en su punto más tenso en años.

La cumbre se dio en plena gira europea del mandatario estadounidense y la elección de la sede puede leerse como un guiño a la historica que mantuvieron en ese país Ronald Reagan y Mijail Gorgachov en 1985, en plena Guerra Fría.

Además, se trata de la primera vez que se verán las caras, tras la entrevista televisiva en la que Biden consideró a Putin un "asesino". En ese entonces, la respuesta no tardó en llegar y el líder ruso sostuvo: "El que lo dice lo es".

Tras las acusaciones cruzadas, las relaciones diplomaticas se vieron perjudicadas: Rusia retiró en marzo a Anatoly Antonov, su embajador en Washington, mientras que John Sullivan, el embajador de Estados Unidos en Moscú, fue convocado a Washington en abril.

Ahora, ambos dicen que esperan que la reunión de Ginebra pueda conducir a relaciones estables y predecibles entre ambos países, aunque sigan estando en desacuerdo en multitud de frentes.

Pero antes de viajar a Europa, Biden volvió a ser consultado sobre su acusación contra Putin y respondió entre risas: "Él ha dejado claro que...No creo que importe mucho en términos de esta próxima reunión que vamos a tener".

Biden y Putin: acuerdos y descuerdos

Quizás la razón que mayores resquemores generó entre las relaciones de ambos países fueron los ataques de “ransomware” por parte de delincuentes supuestamente vinculados a Rusia, que tuvieron como objetivo en dos ocasiones infraestructuras críticas estadounidenses.

A pesar de la preocupación de Washington, el FBI no reveló ninguna prueba que demuestre la implicación del gobierno ruso en los ataques contra el oleoducto estadounidense Colonial Pipeline Co y el envasador de carne JBS SA de Brasil, y Putin sostiene que la idea de que Rusia sea responsable es absurda.

Pero Biden tiene la intención de sacar el tema en la cumbre y sugirió que quiere que las autoridades rusas tomen medidas contra los ciberdelincuentes. Putin dijo que Moscú estaría dispuesta a entregar a los sospechosos si se llega a un acuerdo que satisfaga a ambas partes. 

Alexei Navalny, el opositor de Putin supuestamente envenedado.

Otro de los temás a tratar está vinculado al respeto por los derechos humanos. Desde hace tiempo Estados Unidos reclama que Alexei Navalny, el opositor de Putin supuestamente envenedado, debe ser liberado. 

Mientras que desde el Kremlin niegan el envenenamiento y respondió que la política rusa es un asunto interno y que Washington debe mantenerse al margen. Además, afirmaron que no aceptarán lecciones de un país al que considera que tiene muchos problemas propios en materia de derechos humanos.

Por otro lado, probablemente los asuntos diplomáticos es donde exiten mayores coincidencia, pues ambos lideres podrían llegar a un acuerdo para que sus embajadores  vuelvan a sus puestos. También podría haber espacio para un “miniacuerdo” sobre los visados y el personal de la embajada.

Vale recordar que Rusia, en respuesta a las sanciones estadounidenses, impuso límites al número de personal local que puede emplear la embajada de Estados Unidos, lo que obligó a Washington a recortar sus servicios consulares.

Otro de los posibles acuerdos está relacionado con el intercambio de prisioneros.  Rusia retiene a dos exmarine estadounidenses: Paul Whelan y Trevor Reed. El primero tiene una condena por espionaje, y el segundo por una supuesta agresión a un policía.

Ambos niegan haber actuado mal y sus familias presionaron para que sean liberados antes de la cumbre. Cuando se le preguntó si consideraría un intercambio de prisioneros, Putin dijo a NBC News: “Sí, por supuesto”

El abogado ruso de Whelan sugirió previamente que Moscú estaría interesado en un acuerdo que trajera a casa al traficante de armas Viktor Bout, así como a Konstantin Yaroshenko, un piloto condenado por conspiración para introducir cocaína en Estados Unidos.

Armas nucleares

Estados Unidos y Rusia son las dos mayores potencias nucleares del mundo y están de acuerdo en hablar de control de armas para garantizar unas relaciones estables entre sus ejércitos.

En febrero prorrogaron por cinco años el nuevo tratado START, que limita el número de cabezas nucleares estratégicas, misiles y bombarderos que cada uno puede desplegar. Moscú desea una prórroga más larga que incluya sistemas más nuevos.

Otan, Ucrania, Bielorrusia y Siria

Tras la extinción en 2019 del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, Rusia también quiere llegar a un acuerdo para que ninguna de las partes despliegue determinados misiles terrestres en Europa, el área de influencia de la OTAN, la alianza que constituye un sistema de defensa colectiva, en el cual los Estados miembros acuerdan defender a cualquiera de sus miembros si son atacados por un país.

Estados Unidos es el aliado más poderoso de Ucrania desde la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, una medida que deterioró las relaciones de Moscú con Occidente hasta sus peores niveles tras la Guerra Fría.

Esto se tradujo en un aumento de las fuerzas rusas en Crimea y cerca de las fronteras de Ucrania que a principios de este año preocupó a Washington. El objetivo de Estados Unidos es que Rusia devuelva Crimea a manos ucranianas y que Kiev recupere el control de una franja del este del país controlada por separatistas respaldados por Rusia.

Los líderes de la OTAN reiteraron el lunes la decisión de 2008 de que Ucrania podría unirse algún día al organismo, pero Biden dijo que Kiev tenía que erradicar la corrupción y cumplir otros criterios primero.

Por su parte, Putin subrayó que Ucrania es una “línea roja” y que quiere que Washington se mantenga al margen y en consecuencia rechaza la idea de que Ucrania forme parte de la OTAN.

Por otra parte, desde Rusia dejaron trascende que esperan que Putin y Biden hablen de Bielorrusia, un estrecho aliado de Moscú que se sumió en una crisis el año pasado cuando estallaron una serie de protestas masivas por lo que los manifestantes dijeron que fueron unas elecciones presidenciales amañadas.

El periodista detenido en Bielorrusia,   Roman Protasévich.

Con la ayuda de Moscú, el veterano dirigente Alexander Lukashenko, quien gobierna desde 1994, capeó hasta ahora la tormenta ejerciendo una brutal represión.

La situación se agravó el mes pasado, cuando se produjo el aterrizaje forzoso de un avión comercial y la detención de un bloguero, Roman Protasévich, disidente que viajaba a bordo provocaron la indignación de Occidente.

Por su parte, Biden tendrá entre sus tópicos la situación en Siria, ya que el próximo mes expira una operación de ayuda transfronteriza respaldada por la ONU y que Rusia no tendría interés en continuar.

El coordinador de Socorro de Emergencia de la ONU, Mark Lowcock, pidió el mes pasado al Consejo de Seguridad que no cortara una ayuda transfronteriza “vital” para unos 3 millones de sirios en el norte del país. 

Putin declaró a la cadena NBC que Rusia considera que Occidente debe distribuir cualquier ayuda que proporcionara a Siria a través del gobierno central del país, y que no lo hace para tratar de evitar al presidente Bashar al-Assad.