La década de 1980 conoció la presencia de un sujeto en Brasil que, en cierta manera, "dividió las aguas" en la sociedad local, ya, por un lado, fue tildado de "justiciero" y por el otro, de un asesino serial a quien se le adjudicó la muerte de 50 personas para luego recibir una dura sentencia a prisión.

Se trata de Florisvaldo de Oliveira, quien se desempeñó como policía militar y bajo sus manos, al menos 50 personas consideradas como el matador como potenciales criminales de barrios humildes, fueron masacradas por este hombre.

La historia indica que Florisvaldo nació en 1958 en el estado de San Pablo, aunque de pequeño se fue a vivir con su familia a la ciudad de Catanduva, lugar donde convivió con la pobreza y delincuencia, situación que lo hizo convertirse en Policía Militar en 1978 en busca de erradicar la inseguridad reinante.

"Cabo Bruno" como se lo apodaba en aquella época, era altamente estricto con el tema seguridad y su furia iba en incremento cuando la justicia brasileña soltaba a los delincuentes que cometían los continuos ilícitos, a los pocos días de ser detenidos.

Florisvaldo se hacía llamar "Cabo Bruno" (Archivo).

Esta situación hizo que De Oliveira concentre su objetivo en el barrio Pedreira, en la zona "picante" de San Pablo, que poseía altos índices de criminalidad con múltiples robos.

Un mito urbano dice que estos asaltos hicieron que los dueños de comercios de la zona, vecinos comunes y moradores que circundaban la zona, contrataran a Florisvaldo para cuidar sus negocios de los atracos constantes, sin embargo, este rumor siempre fue negado por el ex policía hasta en el propio momento en que fue a juicio.

Florisvaldo de Oliveira: muerte en las favelas

En 1982 comenzaron las muertes en los barrios humildes de San Pablo, donde el asesino ya tenía a sus víctimas "marcadas", los ejecutaba en plena vía pública y los cuerpos los dejaba tirados en ese mismo lugar como una fuerte advertencia contra otros delincuentes.

Cabe destacar, que la mayoría de las muertes tuvieron como protagonistas a jóvenes marginales que supuestamente podrían ser potenciales ladrones, aunque en muchos casos estas condiciones nunca pudieron ser confirmadas por la justicia.

Barrio Pedreira, lugar de las muertes (Imagen ilustrativa).

El fin pensado de Florisvaldo era "limpiar las calles de pobres y delincuentes", ya que según él "estaba convencido de que había una relación entre la delincuencia y la marginalidad", con lo cual ejecutaba a todo aquel que podría ser una amenaza para la seguridad en futuro.

Además, el matador siempre se movió por el barrio con varios vehículos a los cuales cada tanto les cambiaba el color para despistar a todos, y poder seguir con su plan sistemático de eliminación. Un punto que la policía brasileña nunca pudo responder fue si Florisvaldo actuaba solo, recibía la ayuda de otros policías militares o si otros "justicieros" se unieron a él de forma anónima.

Los medios brasileros siguieron los casos (Archivo).

Sin embargo, su cadena de muerte empezó a declinar en cercanías de febrero de 1982, cuando "Cabo Bruno" atacó a balazos a José Benedito, quien quedó en grave estado y se "hizo el muerto" para lograr ser ejecutado en el suelo.

Tras esta particular situación, el ejecutor escapó pensando que había logrado su cometido, pero la víctima logró armar un identikit para la policía, quien finalmente logró capturarlo a finales de septiembre de ese año tras haber matado a Claudio Batista (16).

"Cabo Bruno" estaba "armado hasta los dientes" (Archivo).

Tras ser enviado a juicio en el estado de San Pablo, De Oliveira fue imputado por 20 crímenes, aunque quedaron otros 30, de los cuales no hubo pruebas para culparlo. Primero reconoció la mayoría de las muertes, luego negó una gran parte, pero la cantidad de testigos que lo inculparon hicieron imposible que el asesino no fuera hallado culpable de la gran cantidad de casos.

En un momento de sinceridad, "Cabo Bruno" sostuvo que mataba a las personas que les parecían "sospechosas" de cometer ilícitos, además de confiar que "odiaba a la gente pobre o con tatuajes".

Florisvaldo de Oliveira: condena y prisión

La condena para Florisvaldo fue contundente y tendría que pasar 113 años en la prisión local, sin embargo, cuando comenzaba a purgar su condena, De Oliveira escapó cuatro veces de prisión desde 1984 hasta 1991, cuando finalmente se produjo la última detención que lo derivó a la cárcel de San Pablo.

Su reclusión fue en cierta manera beneficiosa para él, ya que se dedicó a la pintura en 1988 y dos décadas más tarde, se convirtió al evangelicalismo, siendo pastor dentro y fuera de la prisión.

El asesino fue asesinado en la vía pública (Archivo).

Luego de permanecer casi 30 años en prisión, Florisvaldo de Oliveira recuperó su libertad, pero como dice el refrán, el "que mal empieza, mal acaba", ya que el 26 de septiembre de 2012, el ex policía estaba volviendo de dar una misa y dos sujetos a bordo de una moto, se acercaron a él de forma directa y lo ejecutaron de 20 balazos, por lo que la hipótesis que manejó la policía es que se trató de un "viejo ajuste de cuentas del pasado", de hecho, el caso fue investigado, pero nunca se encontraron resultados del crimen y sigue siendo impune hasta la actualidad.

POR G.A.