En plena revolución de la década de 1970 en Estados Unidos con constantes cambios y episodios, los atroces criminales también tuvieron su momento de esplendor con macabros asesinatos, y entre esos oscuros personajes apareció la figura de Edmund Kemper, quien asesinó al menos a 10 personas, algunos de ellos parte de su entorno familiar, y que se lo conoció con el nombre de "El asesino de las colegialas".

Kemper nació en diciembre de 1948 en el estado de California, y tuvo un comportamiento psicópata desde sus niñez, ya que solía tortura y asesinar animales, además de tener continuas peleas con su hermanas a quienes les degollaba la cabeza de sus muñecas. Además, la separación de sus padres y el alcoholismo de su madre potenció su actitud violenta.

A los 15 años, Kemper protagonizó su primer hecho violento mientras vivía con sus abuelos, y que dejó a una víctima fatal: su abuela Maude Kemper, a quien le disparó con rifle, y tiempo más tarde, al volver su abuelo (también llamado Edmund Kemper) al rancho, también fue fusilado por el joven asesino.

Tras llamar a su madre y comentarle lo ocurrido, la policía llegó al lugar y detuvo al adolescente (que tenía un coeficiente intelectual de 145), quien fue derivado al Hospital Estatal de Atascadero, lugar en donde se le diagnosticó esquizofrenia paranoide y se amigó con su psicólogo.

Edmund Kemper fue violento desde pequeño (Archivo).

Estudioso de todos los exámenes que se le realizaban a los residentes del lugar para recuperar su libertad además de aprender varias cosas de otros reclusos, en 1969 logró la misma luego de convencer a las autoridades de que estaba en condiciones de volver a la sociedad.

Mucho se escribió sobre Edmund Kemper.

Tras salir del hospital, Kemper se fue a vivir con su madre y una tarde de 1972 tras un fuerte discusión con su madre, comenzó la cacería de este asesino serial (de más de 2 metros de altura y 120 kilos de peso). Mary Ann Pesce (18) y Anita Luchessa (18) eran dos estudiantes de la Universidad de Stanford que iban hacia el lugar de estudio, cuando Kemper las vió con su automóvil, subió pero modificó el trayecto y llegó la pesadilla para las jóvenes.

Algunas de las víctimas de Edmund Kemper (Archivo).

Apuñaló y estranguló a ambas hasta causarles la muerte, pero no conforme con eso, cargó sus cuerpos en el baúl del auto, los llevó a su casa, los violó, desmembró, puso en bolsas y los tiró a un barranco en la montaña Loma Prieta.

Edmund Kemper: otra víctima más

Meses más tarde, Aiko Koo (15) se transformó en otras de las víctimas del criminal con un modus operandi parecido, ya que estaba esperando en la ruta que alguien la lleve y en su camino se cruzó Kemer, quien desvió su camino pero la víctima se dio cuenta del plan y entró en pánico. En una zona montañosa la asfixió, violó y estranguló con una bufanda para luego llevarse el cadáver a la casa de su madre, lugar donde comienza a guardar partes de los cuerpos sin que ésta se diera cuenta.

Uno de los libros que se escribió sobre el criminal.

En enero de 1973, otra joven de 19 años (Cindy Schall) también tuvo el mismo final, secuestrada en la autopista, estrangulada, violada tras la muerte, cortada en pedazos aunque su cabeza la enterró en el jardín de la casa.

Los medios tras los casos

Para ese momento, los medios estadounidenses seguían de cerca las muertes en el estado de California, y la policía sólo atinó a pedir a las jóvenes a que no subieran a automóviles de desconocidos pero pocas pruebas tenían de quién estaba detrás de las muertes.

Los medios siguieron los ataques del asesino (Archivo).

Para febrero de 1973 dos chicas más se agregaron a la lista de muertes: Rosalind Thorpe (23) y Alice Liu (21), quienes sufrieron la misma manera que las otras víctimas.

Llamó la atención su coeficiente y porte físico (Archivo).

Sin embargo, el comienzo del final para Kemper comenzó en abril de ese año cuando subió la cuarto de su madre (Clarnell Strandgerg, 52), la golpeó continuamente y con un martillo la mató, luego la decapitó, violó su cabeza, puso la misma en la pared y comenzó a jugar a los dardos para luego dormir con el cadáver por cuatro noches.

Aberrante crimen de Kemper hacia su madre (Archivo).

En tanto, su sed de sangre no se detuvo ahí, ya que llamó a una amiga de su madre (Sally Hallett, 59) y con la excusa de que ésta no había vuelto, la nueva víctima ingresó a la misma, donde fue estrangulada y su cuerpo fue colocado dentro del armario.

El asesino confesó los lugares donde enterró a las víctimas (Archivo).

Tras dejar una nota sobre la mesa de la casa, donde confesó todos su crímenes, Kemper tomó su auto y manejó por horas hasta llegar a Pueblo en el estado de Colorado, donde decidió llamar a la policía y confesar todas las muertes que pasaron por sus manos.

Kemper no opuso resistencia al ser detenido (Archivo).

Al ser detenido, el criminal dio todos los detalles sobre las muertes y donde estaban los cuerpos de las occisas, situación que fuera ratificada tras los diversos rastrillajes que se llevaron a cabo.

Edmund Kemper: juicio y condena

El juicio contra Edmund Kemper se realizó en es 1973 y en noviembre el jurado lo declaró culpable por ocho cargos de asesinato, se pidió la pena de muerte pero al estar suspendida en Estados Unidos en ese instante, recibió la cadena perpetua.

Intentó suicidarse dos veces en la Prisión Estatal de Vacaville, pero fue salvado por los guardiacárceles, y a pesar de que tuvo chances de pedir la libertad condicional, Kemper se negó y dice estar feliz en la cárcel, en la cual no recibe visitas, está en una silla de ruedas y narró varios libros de grabación para discapacitados visuales.

Edmund Kemper aún sigue en prisión (Archivo).

POR G.A.