Durante toda la historia de la humanidad, los asesinos seriales han ocupado un lugar macabro y tenebroso y habitaron en cualquier rincón del planeta y en toda época, y uno de esos protagonistas fue el español Diogo Alves, quien fue llamado como "El criminal del acueducto" por haber matado a unas 70 personas en Portugal.

Alves nació en la pequeña localidad española de Santa Gertrudis de Samos en 1810 en una familia de campesinos, y a sus 13 años fue enviado a Lisboa por sus padres en busca de un "futuro mejor".

Ya ubicado en la capital portuguesa, Alves se desempeñó como aguatero (vendedor de agua) o conductor de carretas para luego comenzar a trabajar en casas de familias adineradas (entre ellas la de los marqueses Penalva y Castelo Melhor) como mozo de caballería y cochero, y donde sus patrones lo calificaron como un trabajador honesto y fiable. 

Diogo Alves: bebida y delincuencia

Sin embargo, Alves tenía un costado débil ya que era aficionado a las bebidas y tabernas de la ciudad, lugar donde se escondían los delincuentes más importantes, y ahí cayó en los malos hábitos.

Diogo Alves se mudó a Lisboa de adolescente.

En una de esas vistas a los bares conoce a la posadera María "Parreirinha" Gertrudes, quien lo induce en el mundo de la delincuencia y junto a otros criminales forman una banda de ladrones y asesinos.

Modus operandi

Con el paso del tiempo los crímenes eran moneda corriente para Alves y sus cómplices, y su modus operandi era ingresar en las viviendas de personas mayores, robarlos y matarlos y con la experiencia adquirida, el criminal esperaba a sus víctimas por la noche en el acueducto de la ciudad de Lisboa, donde robaba, mataba y tiraba los cuerpos al agua desde un altura de 60 metros.

En los bares encontró a sus futuros secuaces.

Lo cierto, es que al principio estas muertes (que comenzaron en 1836) era sospechadas de suicidio por la policía portuguesa pero más tarde, las investigaciones llevaron a que un asesino en serie estaba detrás de las muertes.

Alerta en Lisboa

Alarmados por la cantidad de muertes sin resolver, las autoridades portuguesas deciden cerrar el Acueducto de las Aguas Abiertas, ya que las personas comenzaron a temer por la escalada de crímenes. Esta situación hace que Alves y su banda tengan que idear otro plan para cometer sus ilícitos, los cuales comienzan a ser el "principio del fin" para ellos.

Aspecto de Diogo Alves en 1837.

En 1839, Alves cometió su último asesinato que lo condenó para siempre, ya que hasta el momento la mayoría de las víctimas eran pobres o de escasos recursos, y la alta sociedad de Lisboa poca importancia le daba a los hechos, hasta que llegó la muerte de un destacado médico, sus hijos y la ama de llaves del lugar causando conmoción en la ciudad.

Diogo Alves: detención y muerte

Las investigaciones de la policía lusa condujeron a Alves y sus secuaces, quienes fueron detenidos y juzgados a finales de 1840. En aquel juicio, la hija de Gertrudes, María de Conceicao (11), testificó en contra de su madre y la banda, y como resultado de ello, Gertrude fue exiliada a la colonias africanas y Alves condenado a la horca el 19 de febrero de 1841 en el patíbulo de la ciudad, en Cais do Tojo, aunque lo insólito es que la condena fue por el crimen del médico y su familia, y no por los restantes asesinatos que inundaron la ciudad de Lisboa.

Acueducto de las Aguas Abiertas.

Tras la muerte de Alves, el país quedó conmovido por la serie de asesinatos que habían ocurrido, el cirujano José Laurenco da Luz Gomes, perteneciente al Colegio Médico Quirúrgico de Lisboa, pide a la justicia cortar la cabeza del criminal para estudiar su cerebro, ya que el galeno era un profesional en el campo de la frenología (pseudociencia que estudia el carácter de una persona si se analiza bien el cerebro).

Cabeza a la Universidad de Lisboa

El cuerpo de Alves fue desenterrado, decapitado y la cabeza enviada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa, donde hasta el día de hoy se conserva allí en un frasco de vidrio de formol, y suele ser un objeto de muestra para algunos visitantes.

Diogo Alves fue condenado a morir en la horca.

En cuanto a su nivel de popularidad en el país, Diogo Alves protagonizó el segundo film de ficción producido en Portugal. El mismo fue grabado en 1911 y es un cortometraje que consta de 20 minutos en blanco y negro, sin sonido y con el título "Los crímenes de Diogo Alves".

El añejo film se basa en las crónicas de los crímenes de la época, y narra las aventuras del asesino desde la formación de la banda hasta que es arrestado y condenado a la horca.

POR G.A.