El macabro pero ingenioso chiste de un asesino antes de ser ejecutado en la silla eléctrica
Tras quitarle la vida a un policía, el hombre hizo un inesperado comentario y generó un enorme revuelo. ¡Conoce todos los detalles!
Todos los días, nos encontramos con historias de todo tipo, las cuales, gracias a que son completamente inesperadas, terminan dejándonos sin palabras.
Para sorpresa de muchos, esta vez tuvo que ver con el macabro chiste de un asesino. Antes de ser ejecutado en la silla eléctrica, en el año 1928, el criminal hizo un chiste inesperado que, rápidamente, generó un enorme revuelo.
Se trata de George Appel, un hombre que fue condenado a muerte por el asesinato de un oficial de policía. Antes de ser ejecutado en la silla eléctrica, dijo unas últimas palabras que se volvieron virales.
El día que asesinó al policía, Appel estaba robando un restaurante junto a su cómplice. De acuerdo a lo que indican los testigos, mató al teniente de policía Charles J. Kemmer al dispararle tres veces.
Sin embargo, lo llamativo de este crimen fue que, tanto Appel como su compañero, fueron encontrados gracias a que el policía asesinado logró anotar la patente del auto en el que iban, aun en el terrible estado en el que se encontraba.
El macabro chiste que hizo antes de morir
Luego de que el oficial Kemmer anotara esa pista crucial, minutos antes de morir, las autoridades lograron encontrar a los delincuentes.
La sentencia de George Appel lo envió a la silla eléctrica, y sus últimas palabras no pasaron desapercibidas. "Soy inocente del asesinato de ese policía. Cometí otros crímenes y se los atribuyo a mis malvados compañeros. Pero no maté al policía, no mataría a ninguno", dijo, en su última declaración.
En aquellas declaraciones, agregó: “¿No traté de salvar la vida de uno? Graham era uno, ¿no? ¿Y no traté de demostrar su inocencia?”.
Luego de asegurar que era inocente, el asesino lanzó un “chiste” completamente inesperado: "Bueno, señores, están a punto de ver un Appel horneado".
Sus palabras causaron un enorme revuelo, e incluso las propias autoridades señalaron: “La historia ya lo habría olvidado si no fuera por su famosa "broma de papá" justo antes de que le inyectaran miles de voltios".
En cuanto a su cómplice, solo se supo que tenía 24 años y, a diferencia de Appel, fue condenado a cadena perpetua, luego de haberse declarado culpable ante un jurado durante el juicio conjunto.
Sin embargo, según los informes, Edward Byrne, su cómplice, estaba visiblemente más afectado que Appel, a pesar de haber escapado a la suerte de la silla eléctrica.
De todas formas, los medios solo hicieron hincapié en las insólitas declaraciones de George Appel, después de que bromeara sobre su muerte, mientras lo ataban en la silla eléctrica.