El día que el Gobierno de Jeanine Añez atacó y persiguió al equipo de Crónica en Bolivia
La expresidenta de facto fue detenida fue detenida en su domicilio por personal policial, por su participación en el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales.
Por Marco Bustamante, cronista de Crónica HD.
Acabo de bajarme de un avión de la empresa " Boliviana de Aviación" en el aeropuerto “El Alto” en La Paz. El hall principal de la terminal aérea se parecía más a un campamento de guerra que a un sitio de embarque. Gente durmiendo en el piso, desesperación, militares en las puertas y tanquetas rodeando el lugar. Me acompaña Adrián Alessandrelli, cámara histórico de Crónica HD.
Llegamos a eso de las 10 de la noche y recién a las 1 de la madrugada pudimos colarnos en un camión militar con diputados y senadores de ese país para poder bajar al centro de La Paz. Engañados, nos llevaron a un cuartel en el que dormimos en un piso sucio de lo que parecía el casino de oficiales. No podíamos ir al baño sin custodia, cualquier comunicación estaba prohibida.
La responsabilidad de esa cobertura fue enorme, desde el primer día solo Crónica HD mostraba los incidentes en vivo. Los canales de televisión de Bolivia pasaban novelas y en los noticieros solo contaban las novedades del gobierno de la dictadora Añez. Mientras tanto, nosotros corríamos por la calle entre gases lacrimógenos que arrojaban de un lado y cartuchos de dinamita que tiraban del otro. Las personas que estaban a favor del golpe nos gritaban: "Gauchos, vuelvan a su pais".
La experiencia más fuerte de la cobertura y claramente de mi carrera, ocurrió cuando escapando por la Avenida Santa Cruz en dirección al altiplano, representantes de los 36 pueblos indígenas nos protegieron para que un grupo de paramilitares no nos golpearan. Por un instante, mientras estábamos tirados boca arriba en el asfalto para poder respirar, sentimos a la historia señalándonos con el dedo y mostrándonos que estábamos parados en el lugar correcto.
Pocas horas después, la ministra de comunicación del gobierno de facto, Roxana Lizárraga, apuntó directamente contra nosotros. Nos acusó de sediciosos y amenazó con hacernos caer todo el peso de la ley penal boliviana. El castigo por este delito es de uno a tres años. Corrimos por las calles para escondernos en un hotel céntrico, lejos del lugar donde estábamos parando. Para ese entonces todos los efectivos policiales y militares tenían nuestras fotos y la orden de captura era inminente. Para las ocho de la noche ya nos habían apuntado con un arma, nos habían tratado de pegar varias veces y seguramente íbamos a terminar detenidos.
Tras un operativo sin precedentes, y gracias al "Escuadrón Alacrán" de la Gendarmería Nacional Argentina, logramos escapar en un avión, escondiéndonos, perseguidos hasta que pusimos un pie en el aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza. El vuelo de regreso fue una mezcla de sensaciones, por un lado el agotamiento de una semana intensa y por otro, la sensación de impotencia, por haber dejado desamparado a un pueblo que sin la cobertura de Crónica, se quedaba sin voz.
Pocas horas después en otro avión, Esteban Trebuk con otro equipo, salía rumbo a Bolivia. La Paz ya no era seguro para Crónica como medio. Mi compañero se fue a Cochabamba en donde sufrió la persecución del ejército y fue marcado cuerpo a cuerpo por los servicios de inteligencia. Muertos, llantos, sangre. Primero nosotros y después Trebuk, tuvimos la enorme responsabilidad de pelear con un micrófono contra un dictadura.