El Vaticano ordenará este jueves al sacerdote Cui Qingqi como nuevo obispo de Wuhan, en China, que se convertirá así en el sexto prelado designado bajo el acuerdo conjunto firmado por la Santa Sede y el gigante asiático en 2018, al tiempo que terminará con 14 años de sede vacante en esa diócesis.

Según informaron fuentes vaticanas, Cui Qinggi se convertirá el jueves en el sexto obispo designado de forma conjunta por China y el Vaticano desde la firma del acuerdo renovado el año pasado hasta 2022 y que supuso el acercamiento bilateral más grande desde 1949.

La firma del acuerdo en septiembre de 2018 supuso el acercamiento bilateral más grande para los dos Estados, que aún no tienen relaciones diplomáticas, y puso fin a más de cincuenta años de división en la Iglesia local, entre una facción que seguía a la Santa Sede de Roma y otra leal al Partido Comunista.


Wuhan, según la información oficial, estaba sin obispo desde 2007, cuando a los 90 años falleció el entonces titular diocesano Bernardino Dong Guangqing. Si bien se ordenará este jueves, la designación formal del nuevo obispo se hizo a fines del año pasado, informaron las fuentes.

En 2020, al renovar el acuerdo por otros dos años, el Vaticano planteó que "la Santa Sede, considerando que el inicio de la aplicación del referido acuerdo, de fundamental valor eclesial y pastoral, fue positivo, gracias a la buena comunicación y colaboración entre las partes en el asunto acordado, tiene la intención de continuar el diálogo abierto y constructivo para alentar la vida de la Iglesia católica y el bien del pueblo chino".

Wuhan volverá a tener un obispo después de 14 años.



Si bien el contenido del acuerdo se mantiene en secreto el texto, de 10 páginas, otorga al Papa la decisión final sobre las designaciones episcopales, en base a un sistema de ternas elevadas por Beijing.

El papa Francisco planteó la semana pasada en declaraciones a la prensa que con el acuerdo con China, "hasta ahora, lo que se ha logrado es, por lo menos, el diálogo, y también algunas cosas concretas como el nombramiento de nuevos obispos, lentamente".


"Sin embargo, son pasos y resultados que también pueden ser discutibles, tanto de una parte como de otra", agregó el papa Francisco entonces.

La firma del acuerdo supuso la normalización de la vida de la Iglesia católica en China, tras años de división entre los prelados designados por el Vaticano y los designados por Beijing a través de la denominada Asociación Patriótica, una Iglesia creada por el Gobierno chino para controlar la vida católica en el país.

Según diversas estimaciones, los católicos en China alcanzan los 10 millones.