Por Marco Bustamante

@aquimarco

En el Mar Argentino pasan cosas. Uno se enamora de la idea romántica de que las olas sólo pueden regalarnos largas horas de contemplación, pero la realidad es que esas mismas ondas en el océano esconden un secreto: a 200 millas de la costa, unos trescientos pesqueros juegan a las escondidas para depredar los recursos ictícolas.

El 31 de enero pasado, el cineasta y piloto Enrique Piñeyro volvía en un vuelo nocturno procedente de la ciudad de Ushuaia con destino al aeropuerto de Ezeiza. Era un viaje de rutina.

De noche el Atlántico se convierte en un inmenso paño negro y aburrido. De pronto, a la distancia comenzaron a aparecer justo debajo de la proa del avión unas potentes luces. Primero tres, luego veinte, después esas pequeños faros parecían formar una interminable constelación.

No era la primera vez que Piñeyro las observaba, sacó una foto y al llegar a Buenos Aires publicó un mensaje en una red social: “Lo que parece la luna es la luna, y lo que parece la costa de Nueva York es la flota pesquera extranjera que depreda nuestros mares y que luego nos vende como producto importado lo que nos roban”.

Hace pocas horas nos subimos a un avión y repetimos el mismo trayecto. Volamos a menos de 2.000 metros de altura sobre la flota pesquera extranjera que depreda nuestros mares, y provoca desastres ecológicos. Todo esto ocurre cerca del golfo San Jorge, frente a la provincia de Chubut.

Y lo que pudimos ver es preocupante: no estaban en la milla 201, estaban bien adentro de nuestro mar territorial, en la milla 196 o 197. Apagan sus aparatos de identificación e ingresan en aguas argentinas menos profundas para quedarse con todo. Se roban por día entre 10 y 20 toneladas de calamar.

A las escondidas

Los buques que están declarados, que tienen el AIS (sistema de identificación automática), no coinciden para nada con el número de embarcaciones que vimos en el sobrevuelo. Desde el Estado argentino hacen lo que pueden pero el mar es enorme y a veces los recursos son insuficientes.

Esa constelación de luces representa un robo de recursos de 2.000 millones de dólares al año por la pesca ilegal. Más las consecuencias ambientales.

La luminosidad es parte de la técnica de pesca: atraer los cardúmenes de calamar Illex, una especie migratoria y fotosensible, de modo que se refugien de la luz debajo, precisamente, del casco de los barcos poteros, diseñados específicamente para su pesca.

En la noche, mientras cruzábamos el cielo a una altura de 2.000 metros, en un tubo de aluminio de 50 metros de largo, vimos que alertados por el ruido de las turbinas, los saqueadores comenzaban a retirarse rumbo a aguas internacionales, pero seguramente pocos minutos después regresaron y continuaron el robo.

Multas que no alcanzan

Existe un nuevo régimen de multas que es variable en base a unidades de valor relacionadas al costo del combustible, con montos equivalentes que van de los 500.000 litros a los 3 millones de litros de gasoil, de acuerdo a la gravedad del delito, con un piso de 25 millones de pesos y un techo de 150 millones de pesos, considerando los valores de mercado actuales.

En el caso de embarcaciones extranjeras, la penalidad aplicable es la más alta ya que se trata de buques que pescan sin permiso de la Argentina.

Adicionalmente, la autoridad de aplicación puede disponer la captura y retención del buque de bandera extranjera en puerto hasta que, previa sustanciación del respectivo sumario, se haga efectivo el pago de la multa. La nueva ley permitió la captura de tres buques y el cobro de multas por 250 millones de pesos que ya se hicieron efectivos en 2020.

El informe de Crónica HD