Día del Maestro: la difícil tarea de enseñar en pandemia
INFORME ESPECIAL Tres realidades de docentes que por el coronavirus en Argentina debieron adaptarse y enfrentarse al desafío de educar en un momento inédito en el mundo.
Desde escuelas de fronteras hasta colegios privados, el coronavirus en Argentina puso a los maestros y las maestras frente a un desafío imprevisto e inédito: enseñar en medio de una pandemia. A los bajos salarios, a sus luchas permanentes y a la falta de reconocimiento por sus esfuerzos, con las que están acostumbrados a convivir desde hace años, debieron sumarle la titánica tarea de encarar la enseñanza en medio de un contexto que puso en evidencia las desigualdades de ellos y de sus alumnos y alumnas.
Dejaron de lado sus miedos, sus propios problemas y hasta sus propias familias para poder llevar adelante un año con profundas falencias a la hora de enseñar. Predispuestos a todo, los y las maestras, cuentan en esta nota de crónica.com.ar, cómo enfrentaron un año lectivo lleno de dificultades pero al que nunca le bajaron los brazos.
Laura Martínez, docente de cuarto grado de una escuela del Distrito 14 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, definió este período en el que tuvo que enseñar en pandemia como “bastante triste”.
“Hay una carga de una tristeza y una angustia muy grande. Es muy difícil pensar en tus alumnos teniéndolos tan lejos. Al comienzo de la pandemia, sólo tuvimos dos semanas de clases y nos encerramos”, contó Martínez.
La docente, expresó que su vínculo con los alumnos durante todo este tiempo sólo fue por la aplicación Zoom, la herramienta con la que cuenta para dar clases virtuales a sus alumnos y alumnas, y que debió poner en práctica desde el inicio de la pandemia.
“Este contexto tiene un montón de desafíos desde lo pedagógico y desde lo didáctico. En nuestra práctica lo que más se extraña es el aula, cerrar la puerta y estar con los pibes. Nuestra práctica si bien es solitaria en la acción tiene mucho de pensar con el otro, y eso también se extraña un montón”, dijo la docente.
Para Martínez, las problemáticas que sucedían en la escuela y que resolvían con presencialidad, hoy deben resolverlas de forma virtual. .
“Se extraña eso de pensar con el otro. De repente el Zoom reemplazó todo, las reuniones de personal, la sala de maestros, el aula, las reuniones con la familia. Es como un aprender y depender muchísimo de tus conocimientos previos. No sólo en lo que se da en el ida y vuelta del aprendizaje, sino también en el contacto con la conducción, con la familia. Todo depende de esa herramienta”, explicó.
Es esta herramienta las que hoy les permite ver más allá, aún teniendo a las chicas y los chicos tan lejos. “Nos enfrentamos a situaciones como intentar leer lo que le puede estar pasando a un alumno viéndolo a través del Zoom. Y tener que hablar esas cosas por mail, o mandarle mensajes a la familia, complicó todas las limitaciones que tiene en relación a lo legal y a los cuidados que nosotros tenemos que tener. Porque nosotros estamos teniendo Zoom con los chicos y las familias están de fondo”, aseguró la docente.
“Hay que tener mucho cuidado. Uno puede tener una manera de dirigirse a los chicos cuando estás en el aula, que tiene que ver con la relación que vos forjás con ellos. y que visto desde afuera puede ser visto de otra manera. Es un cúmulo de cosas que lo hacen muy difícil, muy estresante, que se le suma al estrés que ya tiene en sí la pandemia”, desarrolló Martínez.
Una de las dificultades a las que los maestros y las maestras se enfrentan es a la poca presencia de los chicas y las chicas en las clases. “Tengo 20 alumnos de los cuales se conectan 15 con mucha suerte. El resto no se conect. por distintos motivos, no todos por razones económicas, también por organización familiar. Estoy comunicada por mensaje de texto o por Whatsapp. y algunos ni siquiera saben usar mail. En esos casos mando a la escuela guias de trabajo con cosas que quiero que trabajen los chicos y ellos van a buscar las fotocopias”, explicó la docente.
“Tengo chicos que están solos todo el día porque los padres volvieron a trabajar y entonces no se conectan o no hacen las tareas solos. Necesitan que estén los padres, y esa problemática que yo estando en la escuela me sentaría a resolverlo con él, el chico ahora literalmente está solo. Son esos agujeros que nos están quedando. que tratamos de resolverlos como podemos, pero que no terminan de ser un parche. No sabemos que va a pasar cuando volvamos a encontrarnos con los chicos en el aula”, aseguró.
Si bien en la escuela pública donde la docente se desempeña, no tienen mayores inconvenientes de conectividad, algunos de los y las alumnas tienen algunas necesidades que en este contexto de pandemia se intensificaron, y que como docentes intentan resolver.
“Le hemos acercado ropa a las familias, o la canasta nutritiva que entrega el Gobierno de la Ciudad, que muchas veces es insuficiente. Son baches que los cubrimos nosotras. A nivel distrito estamos muy organizados como maestros, entonces tenemos un espacio donde juntamos las donaciones para las familias a las que el bolsón no les alcanza. Y también a las que están teniendo otro tipo de dificultades como con lo habitacional o la falta de ropa. Cosas que uno hizo antes pero ahora centralizadas y pensadas de otra manera”, expresó Martínez.
Para Martínez, uno de los mayores desafíos en este contexto es el didáctico. “Una de mis preocupaciones era el área de matemáticas. Cuarto grado tiene mucha exigencia en temas nuevos en matemáticas. No sabía de qué manera encararlo”, contó y agregó: “Mis recursos didácticos hoy tienen que ver con grabar videos explicando, contándoles cosas, con mandarles más material del que yo trabajaría en el aula”.
La docente, expresó que su intención es enviar material intentando una menor intervención de la familias. “Me parece que hay tener ese factor en cuenta. Cuando uno media en relación al saber, media de una manera en la que ya está preparado para eso, te preparaste para mediar con ese saber. No todos tienen ese recurso. y es el que más falta. De qué manera mediar como familia y saber cuándo estoy acompañándolo y cuándo estoy metiéndome en un descalabro de cosas que no le van a servir”, explicó.
En medio de la pandemia, los docentes hoy tienen que pensar en estrategias para poder llevar adelante sus clases y que sean contenidos atractivos para los chicos y chicas que están asistiendo a la escuela pero desde sus casas.
“Estrategias no solo para trabajar con el chico sino también con las familias, para que sepan cuál es el alcance que ellos tienen que tener con respecto al conocimiento del pibe. La creatividad va en eso, pensar recursos para ellos. Los maestros estamos mirando el triple de textos, el triple de videos, pasándonos información todo el tiempo. Hay que buscar una estrategia que los enganche, los chicos están cansados ya de esta realidad”, expresó Martínez.
El coronavirus y el aislamiento afecta a todos y los maestros lo ven claramente en sus alumnos y alumnas.
“Tengo chicos deprimidos pero ante eso hay vacíos legales que ninguno de nosotros sabemos cómo encarar. Muchas veces hago videollamadas con ellos y las familias porque no puedo hablar con ellos solos. Primero intercambio mails con las familias y luego hablo con ellos, con los que quieren y con los que no quieren no. A veces los chicos se ponen mal porque están solos todo el día y no pueden entrar al Zoom, entonces yo me conecto a las 8 de la noche para que me vean y sepan de qué se trató la clase”, dijo la docente.
Tecnología y enseñanza: luces y sombras del desafío
Martínez no sabía de tecnología lo que sabe hoy después de varios meses de pandemia. “¡Lo que lloré!”, confesó ante las adversidades de enfrentarse a herramientas que hasta el momento desconocía. “¿Cómo hago esto? ¿Con qué hago esto? ¿Como hago para que los pibes puedan llegar a esta contenido y yo pueda hacer un video más o menos decente? Le di mil vueltas y lo fui encontrando”, contó la docente sobre su experiencia
Martínez no juega a que no pasa nada. La docente habla con sus alumnos de igual a igual sobre las cosas que les pasan a ellos como alumnos y a ella como docente. Tampoco prepara un lugar especial en su casa para transmitir las clases y se muestra como es, con sus gatos y su marido pasando por detrás.
“A mi me hace ruido hacer como sí, me gusta sostener que esto no es la escuela, es mi casa. Estoy tomando mate, charlo con los chicos que están merendando... Yo tengo compañeras que se ponen guardapolvo, ese contexto yo no se lo doy a la clase”, contó la docente.
Sobre qué aprendieron los chicos y las chicas este año, Martínez respondió: “Para mi hasta que no nos veamos el año que viene y veamos sobre qué terrenos estuvimos parados todo este tiempo. no lo vamos a saber”.
“Encontrar algo positivo en esto me cuesta un montón. No tiene nada de bueno este contexto de pandemia y tratar de enseñar en este contexto. Lo peor es perder la escuela como refugio, esa es la peor parte. Todo lo demás se va suplantando con otras cosas, mejor o peor. pero le vamos encontrando la vuelta. Pero la escuela como refugio es irremplazable”, concluyó Martínez.
En una situación mucho más compleja para enseñar, se encuentra Claudia Neustadt, docente de quinto grado en una escuela primaria de frontera, en Apóstoles, Misiones. Una escuela con familias con muy bajos recursos, que también están enfrentando su realidad en un contexto de pandemia.
“Es bastante difícil enseñar en este contexto porque estos niños carecen de tecnología. En sus casas por ahí hay un solo celular y son muchos hermanos, que está. en distintos niveles y modalidades escolares. y no tienen el acceso”, explicó Neustadt.
La forma que encontró la docente misionera para enseñar, fue a través de un grupo de Whastapp, al que los chicos responden cuando pueden.
“Cuentan con un solo celular en la casa. Computadoras no tienen y ese único celular que está en la casa es utilizado por el padre para salir a trabajar”, explicó.
“Tenemos 24 alumnos. y en el primer cuatrimestre solamente mantuvimos vinculación virtual. Hablan mucho de vinculación pedagógica pero en realidad son dos categorías distintas. La vinculación pedagógica se da con la presencialidad, entre el alumno y el docente, y entre el alumno y sus pares. Y lo que nosotros tenemos en este momento es vinculación virtual. que lamentablemente es muy escasa”, expresó la docente.
Según Neustadt, en el primer cuatrimestre de clases, sólo el 30% de sus alumnos, 5 o 6, le devolvía las tareas para que ella pudiera hacer alguna corrección o explicarles algo que no entendieran. “El resto ni siquiera contestaba los mensajes que escribía en el grupo”, contó.
En este segundo cuatrimestre, es aún menor el porcentaje de alumnos que se conectan o devuelven la tarea. “No hay un aprendizaje significativo porque justamente no hay un vínculo pedagógico. Nosotros hacemos una transmisión de contenidos pero no podemos mandar videos porque los celulares no tienen capacidad, o no saben cómo descargar los archivos, tampoco pueden imprimir porque no tienen acceso a impresoras ni el dinero para poder pagar las impresiones”, explicó la docente. “Tratamos de hacer todo lo posible pero realmente es muy difícil”, lamentó.
“Mandamos las explicaciones por audios porque enviamos videos y no tuvimos resultados. Planifico el contenido y la tarea que tienen que hacer. y hago un desarrollo en un audio. Les mando una foto, les voy explicando lo que tienen que hacer y siempre está abierta la posibilidad de que ellos me consulten mandándome preguntas por escrito o por audios”, aseguró Neustadt sobre su estrategia para enviarle contenidos a sus alumnos y alumnas.
“He tenido alumnos que a las 11 de la noche me mandaban mensajes porque era el único momento en el que podían usar el celular. Chicos que recién en ese momento podían ver la tarea y preguntarme algo. Sábados, domingos, en el momento en el que ellos pueden mandarme el mensaje les respondo, porque yo sé cuál es su realidad”, explicó con tristeza la docente.
Con un solo celular en el hogar, sin conectividad, sin wifi, con datos que les cuesta pagar, los alumnos que no responden a sus clases porque no pueden, van guardando sus tareas y sus trabajos en una carpeta, que cuando vuelvan a la “nueva normalidad” y a las clases presenciales, podrán ver junto a su maestra. “La mayoría de las familias, más del 70%. son padres analfabetos o semi analfabetos. Ellos vuelcan en sus hijos el apoyo de leer una nota o una factura porque algunos no saben ni leer ni escribir. Y también hay papás que son analfabetos virtuales. y eso es muy complejo para ellos”, explicó la docente como respuesta a por qué algunos de sus alumnos no responden a las clases y a las tareas virtuales.
“Lamentablemente hay mucha disparidad en la provincia de Misiones. Vos tenés lugares con cero conectividad. La Plataforma Guacararí, que se hizo tan famosa acá en la provincia, los chicos la desconocían en mi escuela, y en otras escuelas también. Lo que no se conoce y no se les enseñó antes es muy difícil que lo hagan en la casa porque en las casas no los pueden ayudar”, expresó Nesuatdt.
“El docente siempre suplantó al Estado”, aseguró Nesutadt y explicó: “Hay algo positivo en todo esto, y es la valorización al trabajo docente, no solo con respecto a los padres de mis alumnos sino con respecto a toda la sociedad”
La pandemia, según la docente, dejó mucho más en evidencia la gran desigualdad que existe en toda la provincia de Misiones. “La vinculación pedagógica no se da en este contexto de pandemia. La vinculación virtual, desde Docentes Autocomvocados en Lucha de Misiones, sabemos que no llega al 40%, y esto es en todos los niveles”, aseguró.
“Quienes mantuvieron la vinculación virtual y quienes sostienen la educación somos los docentes y con recursos propios”, concluyó la docente.
Una realidad completamente distinta, pero también con puntos en común en este contexto de enseñar en la virtualidad, se vive en el Colegio Tiempos Modernos, fundado en 1995 en la localidad de Banfield, provincia de Buenos Aires.
Laura Sánchez, quien es docente y además la directora del colegio, en diálogo con este medio expresó que “es difícil enseñar en pandemia”.
"Este es un desafío para todos, para todas las escuelas y los docentes, para el sistema educativo en general. Es algo para lo que no estábamos preparados, ni habíamos pasado por esta experiencia”, dijo Sánchez.
“Cada institución y cada docente hace lo mejor que puede ante este desafío”, expresó la directora del Colegio Tiempos Modernos y agregó: “No todas las instituciones, no todos los docentes y no todos los alumnos contamos con los medios para tener la mejor continuidad pedagógica, eso es lo más difícil en este momento”.
Si bien, según su directora, todos los integrantes del colegio se sienten “privilegiados” en este contexto porque mantienen a todos sus alumnos y alumnas con “continuidad pedagógica”, y cuentan con recursos, tanto de dispositivos para los docentes como también las mismas familias, la situación “es aún más angustiante” para quienes no cuentan con los medios necesarios para dar clases. “Es angustiante cuando no podés llegar a tus alumnos o a tus alumnas”, expresó Sánchez.
Pero ellos, aún contando con los medios, también debieron adaptarse. “Somos docentes de pizarrón. Al principio de la cuarentena nos encontramos sin pizarrón en nuestras casas y tuvimos que dar clases con una cartulina en la pared. Un profe llegó a probar si podía escribir con marcador sobre su heladera. Entonces decidimos acercar pizarrones para todos los maestros”, contó la directora de Tiempos Modernos.
“En lo tecnológico no todos estábamos equipados para hacerle frente a este desafío. Computadoras, teléfonos, todo fue un desafío. Tengo tres hijos y llegó un momento que colapsaron todos los dispositivos y eso es algo que nunca pasó estando en la escuela. Los más chicos tienen que usar los de sus papás porque ellos no tienen y muchas veces sus padres están trabajando. Esas son las cosas que tuvimos que cambiar”, explicó la docente.
Según contó Sánchez, el lema en el colegio para todos los docentes es "primero los chicos". El colegio cree, "firmemente". que “no hay verdadero aprendizaje si lo afectivo no está conectado”.
“Tuvieron sólo días de clases presenciales, sobre todo con los más chicos, generar el vínculo con esos chicos, con sus familias, fue todo un cambio. Fue de desafío en desafío”, dijo.
“Todo es mucho tiempo, las charlas por Zoom, todo es después de horario. Los videos, preparar los contenidos. todo es un tiempo distinto al que vos tenés en la escuela donde todos están ahí. Esto es aprender, aprender, y aprender todo el tiempo”, aseguró la maestra y directora. “No hay verdadero aprendizaje si lo afectivo no está conectado”.
“Tenemos la matriz institucional de que la afectividad es la que logra los aprendizajes. Los primeros Zoom fueron de reconectarnos, de encontrarnos, de lograr el vínculo con los chicos y las chicas, pensar en lo que estaba pasando, y después empezamos más con las actividades. A veces lo que se detecta en un grupo se habla con la orientadora educativa y con ella pensamos jornadas, y una vez cada quince días está el espacio de reflexión. Y al mismo tiempo lo hacemos con las familias. Es repensarse todo el tiempo”, dijo Sánchez.
Para Sánchez, si bien en el colegio intentan que esta realidad que están viviendo tanto los docentes como los alumnos, no sea tan diferente al colegio que tienen, saben que no es lo mismo. pero “la impronta de la escuela” también está en las clases virtuales. “Eso. lo que hace es lograr la conexión con el alumno y con la familia”, explicó.
Si bien al principio los docentes se preocupaban por preparar sus casas para que sean “lo más parecido al aula” después fueron descubriendo que no era necesario. “Es la casa que tenés y las familias son las familias. Te pasa uno corriendo, el padre que grita, el perro que ladra…”, describió.
“Está todo empastado en este momento. La casa con la escuela, con la familia, con la angustia”, aseguró Sánchez.
Para la docente y directora, “el encuentro con los otros se perdió”. Llegar a la escuela y “entrar en la dinámica del aula” en este contexto desapareció. “En tu casa estás en tu casa con los problemas de tu casa, con lo que le pasa a tu familia”, explicó la docente.
Si algo positivo le encontró a este contexto la docente y directora del colegio, fue el encuentro con la tecnología. “Tener a la tecnología de nuestro lado, eso en el balance va a ser positivo. La vuelta a las aulas van a ser con otras herramientas para sumar al aprendizaje. En los profesorados no hay una dedicación a lo tecnológico, a las herramientas tecnológicas. Creo que la educación va a atrás de la tecnología, muy atrás de la tecnología, y para las maestras en esto fue un desafío”, concluyó la docente. Por F.A.
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