Con más de 30 años al aire, Los Simpson se convirtió en una de las series animadas para jóvenes y adultos más vistas y exitosas del mundo entero. A lo largo de sus 33 temporadas, la tira cómica de Matt Groening recopiló miles de millones de fanáticos, que son capaces de reproducir de memoria sus diálogos más icónicos y trascendentales.

En Argentina, la “fiebre amarilla” o amor incondicional por la disfuncional familia Simpson no es la excepción. Son muchos los argentinos que disfrutan sentarse frente al televisor cada fin de semana para sintonizar los capítulos viejos y nuevos por canales de aire o cable. Sin embargo, pocos se imaginan que podrían realizar esta misma actividad que tanto les apasiona, y que encima, les paguen por ello.

Alexander Townley dejó de ser un nombre desconocido para muchos luego de que hablara con la prensa de Reino Unido esta semana. Con tan solo 26 años, un joven nativo de la ciudad inglesa de Nottinham reveló a la agencia de noticias Jam Press haber conseguido un insólito trabajo que despertó el interés – y la envidia- de millones: le pagan en dólares por ver Los Simpson.

El inglés explicó que mientras de día trabaja en una cafetería, por las tardes y noches se dedica a mirar con precisión cada episodio de la célebre serie animada con un bloc de notas la mano, y que por esta actividad, lo recompensan con 6.804 dólares.

“Soy un fanático acérrimo de ' Los Simpson', y mirarlos por dinero es algo con lo que siempre soñé”, apuntó Townley al medio. Además de una compensación monetaria, agregó que le regalan donas de cortesía.

No se volvieron locos: sus empleadores estaban interesados en el fenómeno de las predicciones de Los Simpson con el mundo real, algo que cautivó la atención de miles de lectores de diarios y usuarios de las redes sociales en el último tiempo. Es por esto que, en el anuncio online que le llegó a Alexander a través de su hermano, se especificaba que necesitaban personas para ver la creación de Matt Groening y anotar posibles vaticinios.

“Alrededor de 10 personas compartieron la publicación conmigo, porque todos mis amigos y familiares conocen mi obsesión enfermiza con el programa”, reconoció el joven británico. En cuanto a sus actividades, relató que le piden “que analice críticamente cada episodio” a cambio de llenarse “la boca con donas veganas gratis” que le envían “todas las semanas”. Y siguió: “¿A quién no le encantaría eso?”.

Pocos se tomaban en serio la palabra de Townley cuando explicaba a qué se dedicaba desde hace más de un año, hasta que, indicó, empezó a recibir donas por correo. “Hasta entonces la gente me miraba como menos porque siempre estoy en casa viendo ' Los Simpson', pero ahora algunos de mis compañeros están celosos, aunque felices por mí”, sostuvo.

La contracara de ese insólito trabajo que se lee y escucha como una fantasía es que las comodidades y el entretenimiento genuino por ver una de las series favoritas del mundo se hacen a un lado. “No es tan simple como ver algunos episodios y relajarse en el sofá”, especificó.

“Tengo que sentarme con un bloc de notas y un bolígrafo y tengo que escribir cada pequeño detalle, incluso los créditos iniciales con la secuencia de la pizarra y la broma del sofá”, dijo Alexander al medio. Incluso, contó, hubo semanas en las que juró haber visto 30 episodios en un día, varios días seguidos. “Es mentalmente agotador”, reconoció.

Según dice, el joven fanático de la familia de Homero está en la temporada 18 de 33 con 717 episodios restantes. Por su constancia y dedicación, Alexander confía en que logrará ser reconocido por el propio creador de la serie y su equipo, y busca una oferta laboral más seria.

“Sé con certeza que los creadores de ‘ Los Simpson’ conocen este trabajo, así que, si está leyendo esto, señor Groening, ¡me encantaría aparecer en un episodio basado en este loco trabajo!” apuntó Townley, y continuó: “Yo tampoco he estado nunca en Estados Unidos, así que si pudieran llevarme allá y pudiera trabajar con ellos, sería increíble”.

Y cerró : “Es un poco descarado, lo sé, pero nunca más tendré la oportunidad de preguntar, ¿por qué no?”