Tiene 99 años, es médico, atiende a 130 pacientes y escribe libros: "Descubrí que hay que estar ocupado haciendo lo que a uno le gusta"
Hiram Darío Rostán cumplirá el próximo 19 de agosto 100 años, pero mantiene una vida con una rutina a pleno. “Yo pienso que todo está en poder disfrutar y ser útiles", analiza.
“Tengo solo 99 años”, dice a modo de broma, aunque de alguna forma lo siente así. A Hiram Darío Rostán la voz se le escucha clara, su memoria no falla y, entre una pregunta y otra, se desafía a sí mismo a la hora de tener que precisar fechas que tuvieron una relevancia importante en su vida.
Una de ellas, la de agosto de 1954, cuando se graduó como médico. Una profesión que nunca dejó de ejercer. Que le da años de vida y lleva adelante con mucha pasión, desafiando el paso del tiempo y compenetrado en disfrutar de lo que hace.
“En la actualidad atiendo 130 pacientes como médico de cabecera (de una obra social para jubilados). Para mí esto es como un pasatiempo, descubrí que hay que estar ocupado haciendo lo que a uno le gusta”, destaca, en diálogo con crónica.com.ar, el médico de 99 años, que el próximo 19 de agosto llegaría a los 100.
Situado en la ciudad de Libertador, en Entre Ríos, el doctor Rostán es una persona histórica de esta localidad, que trabaja desde hace décadas en el sistema de salud y que es ejemplo para los más jóvenes.
En conversación con este medio, cuenta cómo se decidió a ser médico, cuáles fueron sus influencias, la importancia de su familia en su vida, su trayectoria y lo que lo impulsa a mantenerse “activo” pese al paso de los años.
Sus orígenes
Nacido en la ciudad de San Cristóbal, Santa Fe, Hiram creció rodeado de médicos desde muy pequeño, ya que tanto su madre como su padre eran enfermeros. Sus recuerdos de jugar en los pasillos del hospital de esa ciudad vienen a su memoria. De como estudiar medicina fue, de alguna forma, una decisión inevitable, que ya le tenía preparado el destino.
“Mi padre era enfermero de los talleres ferroviarios y mi mamá también fue enfermera, Recuerdo ir al hospital de San Cristóbal y criarme en ese ambiente. Me quería meter en todos lados”, expresa con cariño, al rememorar esos tiempos.
Tras finalizar la escuela primaria, Hiram se vio obligado a emigrar a la ciudad de Santa Fe para realizar sus estudios en el colegio secundario y luego comenzaría a estudiar medicina, carrera que decidió estudiar al igual que su hermano.
“Con mi hermano ambos decidimos estudiar medicina, aunque él no llegó a finalizar la carrera. Yo me recibí en agosto de 1954 y en 1955 me fui a trabajar a Libertador e hice una especialidad como neurocirujano, que no había en la zona”, cuenta el médico.
Luego completó su especialidad con 3 años y medio de formación en Estados Unidos, para volver a la ciudad de Libertador (en esos tiempos Villa Libertador) y convertirse más adelante en director de la escuela de enfermería de la Cruz Roja.
La ciudad se convirtió en un lugar de referencia para los estudiantes de medicina ya que el sanatorio Del Plata, donde Hiram trabajó, sirvió de lugar para la formación de estudiantes de la Universidad Adventista Del Plata.
“Trabajé de neurocirujano hasta los 65 años, cuando decidí jubilarme. Sin embargo, cuando necesitaban un neurocirujano me llamaban y yo siempre estaba a disposición. Después pasé a ser médico de cabecera desde 1995 y no paré nunca de trabajar de esto”, apunta.
Siempre activo
Hiram no niega el paso del tiempo y las consecuencias del mismo, por lo cual asegura que toma “recaudos”. Pero esto no le impide tener una vida con un nivel de actividad que no es tan usual en las personas que tienen su edad.
Poseedor de una memoria privilegiada, el médico se regocija al hablar de su ciudad por adopción, en la que vive desde hace 68 años, así como de su familia, que lo acompaña a todo momento y siempre está con él para lo que necesita.
“Mis hijos me miman demasiado y me pregunto, ¿cómo será cuándo sea viejo?”, dice, y se le escapa una pequeña risa. Su familia ocupa un lugar fundamental en su vida, un puntal clave que lo mantiene con ganas de disfrutar cada día.
Al doctor Rostan lo acompañan tres hijos, nueve nietos y nueve bisnietos. Una familia grande para casi un siglo de vida que le ha tocado vivir, siempre con ganas de más.
No obstante, Hiram atravesó por un momento muy difícil como fue el fallecimiento de su esposa Elsa, en febrero de 2020. Una dolorosa pérdida que lo empujó a hacer más cosas por él y a ocupar su cabeza. Mantenerse activo y ocupado.
“Mi papá me daba ejemplos que después de jubilarse dejaron de hacer cosas, se aburrían y se terminaron muriendo al poco tiempo. No supieron cómo seguir. Eso es algo que siempre recordé para esforzarme en que no me suceda y siempre me mantuve ocupado, hasta el día de hoy”, enfatiza.
Libros
Preocupado en poder realizar distintas cosas con su tiempo, Hiram no solo ocupa sus semanas en atender las consultas de los pacientes, sino que también descubrió una gran pasión en la escritura, lo que lo llevó a publicar varios libros.
De esta manera fue que se decidió a publicar una autobiografía llamada “Vida y experiencias”, a lo que después sumó un “apéndice” con temas espirituales que no pudo ingresar en el primer libro titulado “Memorias: ¿Médico misionero?”.
“Después de quedar solo por el fallecimiento de mi esposa decidí seguir escribiendo y saqué libros sobre temas bíblicos. Escribí sobre distintos enfoques de la Biblia”, puntualiza Hiram.
Así fue que sacó su segundo libro titulado “La palabra I: la Biblia y yo”, al que le siguieron “La palabra II: los milagros de Dios”, y “La palabras III: plagas, pestes y epidemias”.
Mientras tanto, Hiram prepara un quinto libro, que asegura que será el último, por lo que dedica sus días a su escritura, entre una consulta y otra. Pese a que parece una agenda excesivamente ocupada, el médico le quita peso a las exigencias que tiene con todas sus labores.
“Es una ocupación relativa la que tengo. Las consultas las empecé a atender en gran parte de forma online por la pandemia del coronavirus, aunque si es necesario los atiende de forma presencial, así que también puedo descansar entre medio”, explica.
Además de su trabajo, Hiram disfruta mucho realizar viajes y cuenta que tras su jubilación pudo conocer “distintas provincias y ciudades de la Argentina”, así como también “otros países como Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay”. Destinos que disfrutó mucho visitar.
Consultado sobre sus proyectos para el futuro, Hiram no se pone metas a la largo plazo. Disfruta de sus días, mientras le da forma a su último libre, y también de su familia.
Al ritmo de sus pasiones, se sigue moviendo. El paso del tiempo no lo detiene a seguir haciendo lo que le gusta y lo motiva. Como si la edad no le pesara, habla con la sabiduría de un hombre mayor y con la energía de un joven que apenas empieza su recorrido, como cuando jugaba en los pasillos de un hospital y comenzaba a soñar con ser doctor.
“Yo pienso que todo está en poder disfrutar de la vida. En ser útiles. Y siempre debemos mirar para adelante, pensar en estar sanos y mejor”, concluyó.
Por M.C.