Las maestras son muchas veces testigos de las necesidades que pueden llegar a pasar sus alumnos. Tal es el caso de Valeria Juri, una docente de Guaymallén, Mendoza, que da clase en la Escuela Tierra de Huarpes, donde los niños que asisten requieren en ocasiones hasta los elementos más básicos, como un buen calzado.

Madre de dos hijos y con 28 años de docencia, esta mujer tuvo un gesto solidario con uno de sus estudiantes pero fue la reacción posterior del chico lo que la tomó por sorpresa.

“Siempre ando mirando para abajo porque no puedo ver que mis alumnos vengan a la escuela con los zapatos rotos donde se les ven los dedos, contó al diario Los Andes.

La semana pasada, vio que Ciro, uno de sus estudiantes había asistido a clases con las zapatillas rotas. Entonces, al otro día le llevó una nuevas. Lo llamó aparte y se las obsequió.

Sin embargo, el alumno volvió al colegio y llevaba su par viejo. Al consultarle qué había ocurrido con las que le regaló, él le dijo que decidió dárselas a su madrastra "porque ella las necesita más" para poder ir a trabajar.

“Ciro tuvo un gesto tan noble, que merece ser contado porque en definitiva, yo soy la maestra, pero él es el que me enseña a mí”, aseguró conmovida Valeria.

La semana pasada, vio que Ciro, uno de sus estudiantes había asistido a clases con las zapatillas rotas. Entonces, al otro día le llevó una nuevas.

La historia no terminó allí. La mujer consiguió otro par de zapatillas y se lo entregó a su alumno. Esta vez, al obsequio se sumaron unas camperas, buzos y medias para el resto de los integrantes de su familia.

Ciro vive con su papá, sus hermanos y su madrastra, a quien considera su madre, en una humilde vivienda ubicada en una zona de asentamientos en la localidad de Buena Nueva. Allí, las necesidades son muchas, los adultos viven de changas para darle de comer a los más chicos de la familia.

Pese a ello, Ciro asiste al colegio todos los días y, aunque le cuesta un poco el estudio, su maestra contó que “es muy perseverante y gracias al sacrificio obtiene buenas notas”. “Es un chico muy especial. Es “mi Ciro”, relató.

La maestra de Ciro contó que “ es muy perseverante y gracias al sacrificio obtiene buenas notas”.

Esta mujer de 52 años está siempre pendiente para ver cómo puede ayudar a los niños del colegio y sus familias, que al igual que Ciro, tienen infinitas necesidades. En este camino solidario la acompañan sus hijos Emiliano y Enzo, quienes se mueven para conseguir ropa, calzado y alimentos.

Su objetivo más reciente es construir un baño adaptado para una nena de jardín que va con andador. Para ello, está organizando una rifa. “Hasta el momento junté $60.000, pero no alcanza, por eso necesito de la ayuda de todos”, confesó.

Aquellas personas que pueden colaborar con la escuela y con la familia de Ciro, pueden comunicarse al siguiente teléfono: 0261-4662763