Mariano Chávez, oriundo de la provincia de Córdoba, en la década de los 90, se había mudado a la ciudad de Buenos Aires, la consideraba su lugar en el mundo y no imaginaba la posibilidad de dejar su país. En aquel momento, su vida no era complicada. Lejos de tener preocupaciones, podía decir que era un afortunado que tenía un trabajo estable, un departamento cómodo Villa Urquiza, tiempo y dinero para disfrutar son familiares y amigos. 

Pero como ya es sabido, todo se fue de las manos en 2001 con el corralito. “A partir de ahí, mi vida comenzó a ir en picada y cada vez se ponía peor. Perdí mi empleo estable y comencé a realizar todo tipos de trabajos, hasta eventos para un shopping con un productor del conductor Marcelo Tinelli, que duró muy poco y me dejó un sabor amargo”, recuerda Mariano.

Tanto era el estrés que cargaba en sus hombros que tuvo que realizarse una cirugía de urgencia por una úlcera que había crecido en su estómago y lo dejó varios días internado. “No me quedó otra opción que hacerme taxista. La plata no alcanzaba. Primero fueron doce horas de trabajo corrido, después catorce y tuve tiempos en los que eran 18 las horas que pasaba sentado manejando el auto”, afirmó.

“A pesar de las dificultades, siempre seguí contra viento y marea progresando".

En ese entonces Mariano tenía tan solo 27 años y estaba harto de trabajar para nada  y sentía que estaba desperdiciando su vida, por eso comenzó a evaluar la posibilidad de dejar Argentina y buscar suerte en otros destinos. 

Estaba harto y en un momento dije basta. Con 300 euros en el bolsillo, una pequeña valija y mucha expectativa por lo que vendría finalmente me fui a Europa”, contó el hombre. Su viaje empezó en la ciudad de Bilbao, España, donde lo esperaban unos conocidos, ellos le hicieron de guías hasta que él lograra instalarse y conseguir un trabajo. 

Yo sabía que el empleo iba a ser en negro. No tenía ni papeles, ni ciudadanía para trabajar y tenía que arrancar desde abajo. A los pocos días, conseguí trabajo en un restaurante muy alejado del centro de la ciudad donde ganaba muy poco dinero, pero me alcanzaba para comer y pagar mi habitación. De esta forma estuve unos seis meses. Pasaba de un local a otro porque, lógicamente, mis empleadores no querían comprometerse con alguien que no tenía sus papeles en regla”, confesó Chávez.

Todo cambió cuando un día, en una de las tantas conversaciones que escuchaba al pasar mientras cumplía con su trabajo, se enteró de que unos argentinos se dedicaban a las reformas de viviendas y se le prendió la lamparita. “Les hice una propuesta. Yo les conseguía clientes a cambio de una comisión. Aceptaron. Me puse en campaña. En esa época, no estaba muy difundido el uso de Internet para hacer anuncios, como ahora. Predominaban los anuncios del periódico”.

Un día, fue a la oficina donde se publicaban los anuncios y compró un pequeño espacio. “Me fui entusiasmado y esperaba que me llovieran las solicitudes de presupuestos. Nada más lejos de la realidad. No llamó nadie. Pero no sucumbí a la decepción, volví a juntar dinero con las horas extras que hacía en un pub los fines de semana y, empeñado, regresé a esa oficina y compré la página entera”.

Luego de algunas horas se publicaron los anuncios y se había aceptado su presupuesto en una ciudad y una obra en otra. “Fue un éxito total. Pasé de ganar mil euros al mes a ganar entre siete mil y diez mil euros mensuales y logré poner mis papeles en regla y obtener la tan deseada ciudadanía".

Comenzó a tener muchísimas ofertas de trabajo

Luego de varios meses decidió viajar a Madrid y apenas llegó le llovían las ofertas de trabajo en grandes empresas. “Como a mi me gusta mucho el mundo del automovilismo, luego de haber hecho experiencia en un portal web en el rubro, pude montar una empresa de compra y venta de coches de exportación. A la par monte una asesoría jurídica online y fue todo un éxito ya que lo online virtual no estaba muy arraigado en ese momento”.

Luego, con mucho miedo, abrió su primera oficina en la calle y una vez más se convirtió en un éxito. “Le prestábamos dinero a la gente que lo necesitaba y su banco tardaba en darle un préstamo. Nosotros le dábamos una solución inmediata. Además, exportábamos a África, Paraguay e incluso a la Argentina”. 

Actualmente Mariano vive con su familia en un pequeño pueblo a 45 km de Madrid. “La paz total con la que vivo acá es impagable”. Además, se compró una segunda vivienda y no descarta la posibilidad de remodelarla para montar un hostal rural. 

“A pesar de las dificultades, siempre seguí contra viento y marea progresando. Y, desde mi propia experiencia, hoy puedo decir que soy un hombre exitoso, la posibilidad de vivir tranquilo no tiene precio”, concluyó diciendo Mariano