Rompió el silencio el surfer acusado de incumplir el aislamiento y reveló cuánto tuvo que pagar
"Que entré ilegal al país, que estaba contagiando gente, que probablemente tenía contactos en el Gobierno, que mi papá era un político kirchnerista, que mi mamá era jueza": las razones del enojo de Federico Llamas, el joven que fue acusado de romper la cuarentena en 2020.
En el 2020 todas las personas del mundo tuvieron que aislarse en sus casas a raíz de la pandemia. En ese momento, Federico Llamas, un hombre de 27 años estaba de vacaciones en Brasil junto a su novia canadiense y tuvo que regresar a su casa por las medidas de cuarentena obligatoria que determinó el Gobierno a nivel nacional.
Su regreso fue un 25 de marzo pero sin su pareja ya que ella tuvo que volver a su país. Mientras viajaba, la policía nacional lo frenó en la Panamericana para verificar la autorización de circulación vehicular. Al regresar del país brasilero, el joven había pasado la frontera y tuvo que firmar la declaración jurada pero, las autoridades le pidieron el papel con el que podía demostrar que podía viajar. Según el protagonista de la historia, él tuvo que esperar para avanzar en la cola de autos ya que, como venía de otro país tenían que controlar que no tenga ningún síntoma de covid.
Federico era conocido como "colorado" por sus amigos. En sus vacaciones mostró que en su tiempo libre practicaba surf por lo que, después de su reconocimiento en los medios, la gente lo apodó como "el surfer"
“Estaba volviendo de vacaciones y me transformaron en un delincuente. Me armaron una causa y decidieron que yo era culpable, porque nunca pude defenderme", dijo el surfer en diálogo con La Nación.
La fila que había en la autopista era interminable. Pero, "llegaron los medios y ahí se empezó a mover, comenzaron a dejar pasar a la gente", contó Federico. Luego, algunos trabajadores del periodismo empezaron a acercarse al muchacho. "El primero que vino fue un fotógrafo. Me dijo: “Che, pibe ¿no sabías que estamos en pandemia? ¿Cómo te vas a ir de vacaciones?”. Le expliqué que estaba volviendo. Me pregunta “¿De dónde?”. Cuando le dije que volvía de Brasil, se empezó a fijar en el celular y me dijo “Brasil es uno de los países de riesgo, ¿qué hacés acá? Nos estás perjudicando a todos”.
Ante los gritos, otros periodistas comenzaron a decir: “ah, este es el colorado que se hace el vivo. ¡Colorado pelotu...!”. Así fue que se produjo un tenso cruce entre el surfer y los diferentes medios de comunicación.
Ante la repercusión que tuvo el hombre en los medios, un policía le dijo que no lo podía dejar ir ya que el juez estaba "re caliente". Por esa razón, le querían hacer un acta y le afirmaron que iba a salir custodiado.
Federico se negó a firmar el acta que decía que el no cumplía con la cuarentena. "Yo no estaba incumpliendo nada, estaba en tránsito". También contó que querían ponerle las esposas por no respetar a la autoridad. De todas maneras, el argentino dijo que se daba cuenta de que "el prefecto se quería morir, que le estaban haciendo hacer ese trabajo... Él sabía que yo tenía toda la documentación, le estaba diciendo todo mi itinerario, que iba a ir a lo de mi papá a Ezeiza, a buscar mi ropa y mis herramientas, y que de ahí me iba a ir a la Costa… El tipo sabía que esa acta no me correspondía."
Después de cuatro horas de espera, la policía tuvo que leer el documento frente a los medios de comunicación. De esa manera, se filtraron todos los datos de Llamas: su celular, mail, DNI, fecha de nacimiento.
Según Federico, los periodistas dijeron muchas mentiras sobre su caso. Y en cuanto a los oficiales dijo que ellos sabían que él cumplía con todos los papeles. "Pero recibían órdenes. Me dijeron: “No hay nada de qué hablar en la tele y apareciste vos, te recomiendo que no digas más nada y que te quedes un rato acá, se calma todo y te vas”.
Luego de que su caso se escuchara en la televisión, los oficiales lo llevaron al domicilio en Flores que estaba escrito en su DNI. "Pero ese no era el domicilio que yo había declarado para hacer la cuarentena. O sea, ahí me obligaron ellos a romper la declaración jurada". Según las fuentes, el muchacho tenía que hacer el aislamiento en Pinamar, lugar que puso en la declaración jurada.
"Yo tenía el domicilio de Fabre (Flores) en el DNI pero no vivía ahí desde los 17 años, no tenía ni las llaves de esa casa". Por eso es que tuvo que irse a la casa de su padre en Ezeiza. En el trayecto pasó por dos controles más, en uno tuvo que esperar una hora.
Al llegar a la casa de su papá, comenzó a discutir si se quedaba ahí o no porque según la declaración jurada, tenía que ir a Pinamar. Se acercó a una comisaría para avisar que se quedaba en Ezeiza pero, "si declaraste una dirección de Pinamar, ¡andá a Pinamar!”, le dijo un policía.
Eran las 4 de la mañana cuando el surfer pudo llegar a su casa. Al otro día, mientras acomodaba sus cosas del viaje avisó a la comisaría que ya estaba en su domicilio pero le contestaron que no hacía falta notificar eso. "Entonces, les expliqué que me habían dejado en otro domicilio y todo lo que había pasado. En el interín, vino un periodista, vinieron los vecinos… Ahí empezaron a decir que me había escapado del domicilio de Fabre. Cayó la policía, hicieron un allanamiento, mandaron orden de arresto, no me podía mover de mi casa".
Más allá de haber mostrado la documentación, las autoridades le dijeron que iniciaron una causa por "disipación de un virus pandémico, desacato a la autoridad e incumplimiento de la cuarentena".
Además, se llevaron su camioneta con todas las pertenencias que tenía ahí dentro de su viaje como un embargo por el inicio de la causa. Finalmente fue procesado ante la justicia.
Después de unos días, fue citado en el juzgado de San Isidro. "Me dijeron que yo tenía que ofrecer algo para la probation". Federico pidió hacer trabajos comunitarios pero, por la pandemia no se podía hacer. Entonces, le pidieron una donación.
"Yo no quería donar nada, yo sentía que los que me tenían que pagar eran ellos a mí, por todo el daño que me habían hecho. Me sacaron las herramientas, me hicieron pasar un momento de mier..., tuve a la policía en la puerta de mi casa durante treinta días…"
En realidad, la camioneta no pudo ser embargada porque no estaba a su nombre. Para recuperar sus tablas de surf tuvo que pagar 47 mil pesos.
La gente lo trató de no haber cumplido con las restricciones diciendo que era un irresponsable. Además, su situación judicial no era como la que decían. Esta mala fama lo llevó a querer suicidarse.
Según Llamas, los comunicadores dijeron "que entré ilegal al país, que estaba contagiando gente, que probablemente tenía contactos en el Gobierno, que mi papá era un político kirchnerista, que mi mamá era jueza".
Todo esto llevó a que el surfer entre en depresión. "Tuve depresión, pensé en matarme, pensé en hacer cosas para llamar la atención y sacarme la vida".