Se dice que los perros son los mejores compañeros de los humanos, su lealtad no conoce barreras. Un ejemplo de su incondicionalidad es el caso de Bobby, un can de Río Negro que se rehúsa a dejar la tumba que supuestamente pertenece a su dueño fallecido hace tres años.

La historia del animal se dio a conocer recientemente y ya dio la vuelta al mundo. Bobby, como lo apodaron los trabajadores del cementario, visita la lápida del que fuera su compañero humano todos los días desde hace tres años.

Aunque la tristeza lo invade, el perro se deja acariciar por los visitantes y empleados del lugar, quienes fueron los primeros en notar que estaba de duelo por su dueño.

En el cementerio todos velan por el bienestar del animal. “Él ya es parte de los que estamos trabajando aquí, de la gente que viene a visitar a sus familiares aquí en el cementerio”, dijo Daniel Cisterna, sepulturero.

Bobby llegó al lugar acompañando el coche fúnebre que llevaba a su compañero humano. Se quedó a su lado mientras los trabajadores del cementerio lo enterraban y, desde entonces, no lo pudieron mover del sitio.

Familiares del fallecido intentaron llevarlo con ellos pero el perro no quiso. Al hacer una cuadra alejándose del lugar, Bobby luchó por soltarse, lo logró y volvió a la lápida de su dueño.

Cisterna cuida del animal ya que nunca antes había visto un tipo de compañía como esta. Cada día el can se dirige a la tumba de su amigo humano y se recuesta sobre ella. De vez en cuando se acerca a buscar mimos entre los empleador del lugar y los visitantes, pero siempre vuelva a “su casa”, junto a su familia.