Los tenedores libres están desapareciendo, pero de los que quedan, ¿cuál es la mejor alternativa?
Los tenedores libres, un bastión de los noventa que perdió adeptos, pero sigue teniendo opciones para todos los gustos. ¡Mirá!
Los tenedores libres son una pasión nacional. ¿Por qué lo decimos? Por la importancia que le da el argentino a la comida y a los disfrutes gastronómicos.
La comida siempre es noble, cumple la expectativa y no defrauda: y si es en cantidad mejor. Los amantes del buen comer, como el que escribe esta columna —"Morfa de lo lindo"—, buscamos esos refugios casi celestiales en donde uno se puede servir todo lo que uno quiera, sin tener que fijarse cuánto sale cada plato.
La moda de los tenedores libres llegó a nuestro país en la década del 80, con la inserción de la pizza libre. Podías comer todas las porciones, de todas las pizzas, que vos quisieras. Además, cabe destacar la inmensa variedad, por un precio fijo. Eso sí, no incluía bebida. También en la misma época se instalaron tenedores libres manejados por chinos y otros ciudadanos asiáticos, que proponían comida en abundancia. Pero lo malo es que muchas veces la calidad del alimento no era de la mejor.
Hoy en día desaparecieron todas las pizzas libre y los chinos tomaron dos rumbos: o poner un supermercado o mantener el restaurante, pero cobrando por peso. Lo que puede ser una trampa mortal para glotones, ya que te entusiasmas llenando la bandeja y cuando vas a la caja, el precio es elevado, puesto que se cobra por gramos.
Parrillas libres, las que resistieron a la moda
En los noventa llegó lo que aún se mantiene hasta nuestros días, aunque claro, en mucha menos cantidad: las parrillas libres. Las mismas tienen opciones de pastas y entradas cuantiosas en muchos casos. El primero en instalarse fue "Rodizio", que se mantiene en la actualidad con una propuesta de elite: carnes de primera calidad ensartadas en espadas y una mesa de entrada dispuesta con todos los lujos. Una especia de “espeto corrido”, como tienen en Brasil, pero con más glamour.
A partir de Rodizio, se instalaron cientos de tenedores libres en toda la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, siendo símbolo de la época de bonanza menemista. Muchos eran autoservicio, lo que molestaba a algunos porteños y otros eran con atención de mozos, como un restaurante tradicional. Esta segunda opción es la única que perduró hasta la actualidad.
Con el devenir de distintas crisis y el aumento del dólar en los sucesivos años, el negocio del tenedor libre se fue perdiendo y muchos cerraron sus puertas. Incluso el recordado "Clé" en Almagro, que deleitaba a propios y extraños, ya que también era muy visitado por turistas. También otro local con mucho éxito en los noventa que tuvo que bajar la persiana fue Maizales en Caballito, que ofrecía platos de todo el mundo sin límite.
Las mejores opciones en materia de "parrillas libres"
Por otra parte, hay que destacar que hay varias "parrillas libres" que resisten estoicas y muchas son un éxito que aún perdura. La número uno sin dudas es "El Tano", en Sarandí.
Decir que El Tano es una parrilla libre, no dimensiona lo que realmente es: es el paraíso de los glotones, es el disfrute de comer hasta reventar. Allí no podés abandonar a los 20 minutos porque Fabio, "El Tanito" —uno de los dueños luego de la muerte de su padre "El Tano" Juan en 2020—, te incentiva para que sigas comiendo.
La cantidad y calidad es lo que sobresale con platos que realmente son un manjar: matambrito a la pizza con huevo frito; lomito al queso; bondiola a la mostaza; lomito con champiñón; costillar al asador; vacío y achuras de primera. Además, está incluida la bebida (una cada dos), lo que no muchas parrillas libres hacen. El precio va variando y nunca está claro, por lo que hay que ir y preguntar, pero oscila entre los $ 2.500 y $ 3.000 por persona.
Luego hay varias parrillas libres que se destacan como "El Boliche de Darío" en Caballito y Floresta, "El Mosquito", también en Caballito y "La Bisteca" y "Siga La Vaca" en Puerto Madero con opciones más prémium.
En La Bisteca, por ejemplo, los precios son elevados en comparación. El servicio es de $ 3.750 por persona los viernes, sábado y víspera de feriado a la noche y no incluye bebida, por lo que se puede gastar más de $ 4.000, tranquilamente.
Así las cosas, en el Buenos Aires de hoy aún se puede comer a lo grande, con distintas opciones para los bolsillos, pero ya no hay uno en cada esquina como en los noventa. Como dice el tango “La Casita de mis Viejos” de Enrique Cádicamo: “Cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria”.
Por R. M. (Morfa de lo lindo).