“Los 8 escalones” es uno de los programas que marca tendencia en la televisión argentina. Es que, más allá del show en sí y de su formato, las historias de cada uno de los participantes que llegan semana a semana se vuelven virales. 

En esta oportunidad, la llegada de Sebastián Sibilia al estudio y a la competencia se volvió tendencia por una emotiva historia que mezcla la religión, el amor y la familia: esta se ganó la atención y el corazón de los televidentes. 

Los 8 escalones: la historia de Sebastián, el sacerdote que dejó los hábitos por amor

El hombre es contador público, trabaja en una mutual de salud y es licenciado en teología y filosofía. Ya en competencia, comenzó a relatar un poco más de su vida y llamó la atención del conductor Guido Kaczka, el panel y toda la audiencia al lanzar que, tiempo atrás, había tenido un pasado en la iglesia. 

“Dejó todo por una búsqueda personal y para armar una familia que ‘gracias a Dios la tiene’. ¿Está bien lo que leo?”, fue lo que le preguntó el presentador, a lo que Sebastián confirmó: “Sí, Guido”. 

Historia sacerdote
El sacerdote llamó la atención de todos por su historia.

“Tengo una familia, estoy casado con Paula, y tengo dos hijos, Vicente y Josefina”, amplió, mientras que al ser consultado por un poco más de información al respecto, recalcó: “Bueno, yo era sacerdote y ella feligresa ahí de la parroquia. Iba a la misa, a las actividades, y nos conocíamos”. 

Sin embargo, el tiempo pasó y esta historia cambió. “Primero, yo dejé el ministerio”, sostuvo, y relató una relación que nació a partir del arte. “Ella sabía mi gusto por el teatro, que lo compartíamos, y al mes que yo había pedido la licencia me invitó a ir al teatro. Y ahí empezamos a salir, y bueno, acá estamos”, agregó. 

Al ser consultado por Kaczka, el joven señaló que no extraña la vida de sacerdote y que se quedó “muy feliz” por lo vivido durante sus años en la iglesia. Además, remarcó que continúa con algunos hábitos, pero ya desde otro lugar. 

“Sigo rezando, sí, Guido. Sigo rezando, hago rezar a mis hijos, bueno, a Josefina, que tiene 3. Mirá, cuando la llevo al jardín, le enseño una oración, ahí arranco el día con ella en la oración y después yo me voy a trabajar y sigo con mi meditación, con mi reflexión”, completó.

Si bien tuvo un buen arranque y desarrollo dentro del juego, subió varios escalones, pero quedó a uno solo de la gran final.