Les dan una mano para que no se mueran de frío en la calle: el drama de los "sin techo"
La helada invernal hace que sobrevivir en la calle sea cada vez más difícil. Pero, ¿qué pasa con quienes les dan una mano a las personas que viven en la intemperie?
No hay frío más frío que el que afecta a los miles que viven a la intemperie. ¿El motivo? Sus extremas condiciones de vida se recrudecen aún más con las bajísimas temperaturas que se registraron en los últimos días. Los sin techo subsisten de milagro, con lo que tienen a mano, y casi siempre gracias a diversas y múltiples iniciativas solidarias. Al mismo tiempo, están quienes no logran soportar la helada invernal.
Al respecto, un testimonio por demás revelador brindó Nancy Maldonado, representante de la "Fundación Sumando Voluntades", quien remarcó que "el invierno es durísimo, desgasta, los deteriora minuto a minuto. Hace poco se nos murió Carlos, un señor que estaba en la entrada de una escuela en 38 y 8. La calle te produce la muerte, porque no estás bien alimentado ni abrigado o calentito en tu casa".
Por su parte, Sergio, de "Alto Guiso" —organización que alimenta a 250 personas en la calle, en Moreno—, señaló que ellos "se cobijan en los cajeros, y duermen tapados con cartones, incluso nos piden frazadas. Pero es muy difícil sobrevivir".
El valor de las donaciones a las personas en situación de calle
Las donaciones que entregan diariamente diferentes propuestas solidarias, como las mencionadas, constituyen un paliativo en estos días. Por propia iniciativa, los integrantes de "Caminos Solidarios" entregan frazadas aislantes, que representan la única esperanza de subsistencia durante la noche para quienes duermen a la intemperie.
No obstante, muchos de ellos se resignan ante el invierno, como reconoció Gustavo Guerrini, que junto con otras cinco personas reparte porciones de guisos en diez puntos diferentes de San Miguel, afirmando que "es muy difícil, pero sobreviven, subsisten, ya saben dónde parar, adónde ir".
Un contexto alarmante que se agudizó durante la cuarentena, período en el que muchos perdieron sus empleos y, en consecuencia, se quedaron sin nada y en la calle. En referencia a ello, Nancy, de "Sumando Voluntades", detalló que "todos los años cambia la gente, la fisonomía de los sin techo. Ahora vemos mucho más en los barrios como San Carlos, Barrio Norte, en La Plata, donde antes no había, dado que se agrupaban en hospitales, edificios públicos y privados, cajeros y terminales".
En este sentido, quien forma parte de dicha entidad platense relató que "la semana pasada veo a una pareja con un secarropas y un radio grabador en la Guardia del Hospital San Martin. Ella trabajaba en casas de familia, y él manejaba un taxi, pero llegó la pandemia y no pudieron continuar con sus actividades. Entonces no tuvieron otra opción que vender todo lo que tenían para solventar el alquiler. Incluso ahora querían vender esos dos aparatos que les quedaban para comprar comida".
"Nadie de chico dice 'quiero vivir en la calle'".
Ellos, como tantos otros, constituyen una mayoría de aquellos que desean reiniciar sus vidas, echando por tierra una antigua creencia que sostiene que la gente en situación de calle se resiste a empezar de nuevo. Sin embargo, Sergio, de Alto Guiso, enfatizó que "para mí no viven en la calle porque quieren, porque nadie de chico dice 'quiero vivir en la calle', sino por miles de circunstancias. Por ejemplo, un muchacho al que le damos comida no tiene ganas de vivir, porque se le murió la familia, los dos hijos y la esposa, en un accidente".
Las historias de quienes duermen en la calle
En la misma línea, Maldonado expresó que "hay gente que prefiere la calle a ir a un parador, para no compartir con el otro ni vincularse con otras personas, porque perdieron todo y no quieren relacionarse con nadie, ya que no desean volver a perder nada". Existen vivencias escalofriantes como la de Mariana, que fue abusada y no quiere compañía alguna, prefiere pasar la noche en un espacio interno de un banco.
Sobre la base de ser testigo de situaciones similares, desde su rol solidario, Mariela, de Caminos Solidarios, brindó una impresión elocuente, expresando que "todo lo que reciben, donaciones o un parador, es lo menos querido para cualquier persona, lo toman porque lo necesitan. Ellos quieren estar en una casa ¿Quién podría elegir dormir en una vereda con este frío?".
A este interrogante puede responder negativamente Ramiro, quien estudia biotecnología en la Universidad de Moreno, y al que se lo puede ver, en su situación de calle, leyendo sus apuntes. En tanto, Juan Carlos supo dejar la intemperie confeccionando muebles a quienes lo contrataban con afán de ayudarlo. Con su labor logró alquilar una habitación y hoy reside en una vivienda con su nueva pareja.
Aquellos que lo logran, como los que no, representan diferentes caras de un fondo cada vez más profundo, en el cual muchos quedan atrapados y congelados con las temperaturas antárticas de estos últimos días.
"Carloncho", del éxito a vivir en la intemperie
En la calle, en los paradores, refugios o establecimientos que albergan a los sin techo, suelen alojarse aquellos que disfrutaron de muy buenos tiempos, pero que, por razones muy diversas, se quedaron sin nada. Es el caso de "Carloncho", ultrarreconocido en la ciudad de La Plata por su pizzería del mismo nombre, catalogada por muchos como una de las mejores de la capital bonaerense.
Negocio que la pandemia lo empujó a cerrar para siempre, y por la que "tuve que vender todo por deudas, incluso mis departamentos". En ese presente tan indeseado, el hombre, de 83 años, intentó quitarse la vida.
Cuando no tenía otro destino que la calle, fue rescatado por la fundación Sumando Voluntades, y desde entonces reside en sus instalaciones. El recordado pizzero confesó que "me quiero morir acá, porque mi vida volvió a tener sentido , y hoy ayudo a alimentar a unas 40 familias. Lo hago con mucho gusto, y me saqué un peso de encima".
Por M. R.